Beti-isil. Siempre callado o siempre en silencio, en castellano. Así, en euskera, firmó un familiar de Eladio Cilveti la carta que en octubre de 1947 remitió a El Pensamiento Navarro para reivindicar la autoría del nombre de Osasuna. La polémica arrancó a raíz de la publicación del libro Osasuna campeón de Navarra que había escrito en 1942 el periodista de Diario de Navarra Ángel Goicoechea y en el que, entre otros datos, afirmaba que la idea original de la denominación del club correspondía a Benjamín Adoáin. Hubo cruce de misivas y artículos a tres bandas (Cilveti-Adoáin-Goicoechea) y cada uno defendió sus informaciones al respecto como las auténticas y veraces. Además de esta controversia, que se analiza más adelante, merece la pena detenerse en esa reivindicación a pie de texto, en ese grito mudo, en esa queja que quiere expresar quien decidió firmar como Beti-isil que, leído al revés (Isil-beti) tiene casi la misma fonética que Cilveti...
El silencio que denuncia el familiar (luego se supo que era su sobrino Paco) es el de una víctima del alzamiento franquista, el de la memoria de un fusilado, de un asesinado. De Eladio Cilveti no había apenas referencias públicas hasta que este periódico indagó (edición del 24 de octubre de 2010) en el origen del nombre de Osasuna. Su identidad no aparecía en ninguna de las publicaciones sobre la historia del club; en otros archivos, apenas era conocida su militancia nacionalista (ANV) y su ejecución en Etxauri el 16 de enero de 1936. Pero, ¿quién fue Eladio Cilveti?
Eladio Cilveti Azparren nació en Pamplona el 4 de diciembre de 1898. Hijo de Bartolomé y María, estuvo casado con Joaquina Sánchez Cayuela y vivió en la calle Comedias. Su presencia como uno de los fundadores de Osasuna no es casual porque su vinculación con el fútbol es anterior. Por ejemplo, queda constancia en prensa de que en septiembre de 1913 forma parte (no como jugador) del Iruña Football Club. Más tarde perteneció al grupo de la Sportiva, el germen de Osasuna. Tras la constitución del club, en septiembre de 1925 firma como secretario el reglamento de la entidad y en febrero de 1926 dirige una junta por ausencia del presidente entonces, Aurelio Álvarez.
Cilveti es un agente activo en eventos deportivos y sociales de Pamplona; en mayo de 1919 tiene un papel relevante (según la prensa) en el banquete homenaje a Mariano Ansó tras el estreno en el Teatro Gayarre de su primera obra como dramaturgo. Años después Ansó sería el primer alcalde republicano de la ciudad y más tarde ministro de Justicia con Negrín. Cilveti también formaba parte del círculo de amigos del arquitecto Víctor Eusa. Era socio de Eusko Ikaskuntza desde 1918.
En cuanto a su faceta profesional, hay referencias a su nombramiento como gerente de la compañía de seguros Plus Ultra en agosto de 1928; y en marzo de 1936 era director de la agencia de publicidad Tirren.
Sobre su militancia política, formó parte de la primera junta local de ANV (febrero de 1933) y se supone, aunque no hay constancia documental, que militó en el sindicato ELA.
La salvaje represión que siguió al 18 de julio en Pamplona dio con los huesos de Eladio Cilveti en la cárcel el 21 de diciembre de 1936. Antes, el 4 de octubre, también fue detenido y encarcelado su hermano Francisco, viajante de profesión, y de quien consta su salida del penal el 14 de junio de 1937. Eladio fue fusilado en Etxauri el 16 de enero de 1937. Sus restos fueron exhumados en Ciriza y trasladados al cementerio de Pamplona en enero de 1940. Los documentos recogen que falleció “a consecuencia del Movimiento Nacional”.
La polémica
Tres padres para un nombre
La relevancia de Eladio Cilveti en la historia de Osasuna tiene que ver con la disputa por la paternidad del nombre del club. Atendiendo a las versiones recogidas en prensa y a las aportaciones de otros fundadores son tres las personas señaladas como autores de la denominación: Benjamín Adoáin, Eladio Cilveti y José Huici.
Siguiendo un orden cronológico, en noviembre de 1933 Jokintxo Ilundain publica en Diario de Navarra pormenores de aquellas reuniones que dieron origen al club (sostenido en la estructura de la Sportiva): “Se discutió todo bastante. Pepe Huici no había abierto la boca en esta discusión hasta que bajó de tono por agotamiento, sin encontrar un nombre bonito... Bueno -dijo entonces-, ahora me toca proponer a mí. ¿Y qué les parecería un nombre vasco para nuestro fútbol pamplonés? Yo propongo que se llame Osasuna, que quiere decir salud, vida fuerte”. Al hilo del nombre, Ilundáin aporta que también estuvieron sobre la mesa otras denominaciones: Pamplona Foot-Ball Club (como el primer equipo formado en la ciudad en 1909), Ariñ Pamplonés, Club Deportivo Pamplonés, Foral Foot-Ball Club y Real Club Pamplonés.
Ángel Goicoechea (luego presidente del club y alcalde de Pamplona) arranca su libro, publicado en 1942, explicando su versión sobre El título del club, como reza el epígrafe. Y escribe: “La paternidad del club se la llegaron a disputar muchos aficionados, como si ello hubiera sido el descubrimiento de la piedra filosofal de la vida. Eso dio lugar a toda clase de discusiones, sin que, esta es la verdad, trascendiera a las polémicas de prensa. (?) Y no es que yo esté en el secreto, pero puedo afirmar que el que sugirió la idea de que (?) se denominara Osasuna, fue el deportista pamplonés Benjamín Aduain (sic). Hasta conozco como detalles complementarios, el hecho de que Aduain (sic) dio dos nombres que eran, por este orden, Osasuna e Indarra”. Esta teoría, la de la autoría de Adoáin, la refrenda también uno de los fundadores del club, Francisco Altadill, en entrevista en Diario de Navarra en noviembre de 1970.
Y llegamos a Cilveti. Y a la carta de Beti-isil. Es precisamente Ángel Goicoechea quien desvela que detrás de la misiva publicada por El Pensamiento Navarro está la familia del fusilado, que ya llevaba tiempo intentando dar a conocer su versión. “Me visitó (se refiere a Paco Cilveti) más de una vez para pedirme que rectificara porque no fue Aduain (sic) quien sugirió ese título sino un ascendiente del propio Cilveti. Ciertamente, así me lo pidió. Pero mis fuentes de información discrepaban de Cilveti y me reafirmaban más en la primera versión”, expuso en octubre de 1947.
¿Y cuál era la argumentación de la familia Cilveti? Escribiendo en primera persona, como si fuera la mano del fallecido la que redactaba la carta, Beti-isil relata con todo lujo de detalles: “En aquel entonces era yo directivo de la Sportiva. Y en una reunión propuse el cambio de nombre, inglés, por otro vasco, más en consonancia con nuestra naturaleza. Al mismo tiempo, solicité que se adoptara una blusa roja, copiando el color de la bandera de Navarra. Ambas propuestas se aceptaron. Y para encontrar el nombre vasco que necesitábamos fuimos comisionados el señor Perillán Ortiz de Urbina (primer secretario de Osasuna) y este servidor de ustedes. Ninguno de los dos conocíamos el idioma vasco. Y recurrimos a mi difunta madre y a Chomin Meaurio (luego jugador osasunista), que me ofrecieron estos tres vocablos: Gogorrak (los fuertes), Osasuna (salud) y Lagun enertean (entre compañeros). Sometidos que fueron a la directiva, se eligió por unanimidad Osasuna, sin que en ello tuviera intervención alguna el señor Adoáin, como se ha afirmado”.
Sustenta esta versión Joaquín Rasero (fundador, jugador y segundo presidente del club), que en 1967, precisamente en los días previos a la inauguración de El Sadar, exponía en Arriba España: “Eladio Zilbeti (sic) nos presentó una lista de nombres entre los que destacaba el de Osasuna, que venía a significar en vascuence fuerza y vigor en el sentido deportivo. Nos pareció magnífica la idea y decidimos adoptar esta denominación”.
De lo expuesto referente a la intervención de Cilveti, Adoáin dio por bueno que “uno de los comisionados para proponer el mote a la sociedad naciente era mi porfiado y ofendido impugnador Beti-isil”; también aporta, en el capítulo de las coincidencias, que él (Adoáin) encabezó su lista de sugerencias con el nombre de Osasuna tras pedir “al vizcaíno Meaurio la traducción al vascuence de la palabra salud”. Sobre Huici, le menciona como “el mejor paladín (del nombre de) Osasuna”, nada más. A lo largo de su vida, Adoáin recibió diferentes reconocimientos públicos y honores como autor de la denominación.
Los otros olvidados
Eduardo Aizpún, Natalio Cayuela...
Noventa y siete años después, Osasuna encuentra hoy por fin reconocimiento en el callejero pamplonés en la figura de uno de sus fundadores más activos. Llama la atención, sin embargo, la diligencia con la que los actuales rectores del club han dado trámite al Ayuntamiento de Pamplona de la petición realizada por la plataforma Sadar Bizirik, sobre todo cuando esta, y las anteriores juntas, no han mostrado el más mínimo interés por la historia del club y la figura de sus protagonistas; de hecho, siguen sin reconocer a Eduardo Aizpún Andueza como primer presidente, pese a toda la documentación aportada por este periódico que así lo acredita.
Y si se trata de recuperar la memoria histórica queda pendiente también, entre otros, el reconocimiento a Natalio Cayuela, presidente en 1923 y en el periodo 1928-35 -durante su mandato Osasuna subió de Tercera a Primera división-, dirigente republicano y fusilado en Valcaldera (Bardenas) el 23 de agosto de 1936. Hasta hace bien poco, su foto no aparecía en la relación de presidentes en la web del club. Otra víctima del silencio. Beti-isil.