Valladolid - Osasuna se marchó de Valladolid con un punto debajo de un brazo, pero con un buen montón de conclusiones en el otro. Las reflexiones se pueden resumir en dos principales: que en Primera no se deben desperdiciar las ocasiones porque los disgustos llegarán entonces aparejados, y que el equipo está dispuesto y tiene capacidad para reeditar el estilo que la campaña pasada dio éxitos en lo deportivo y alegría para su masa social. Con el gol del empate y rozando la victoria en el tiempo de descuento, la hinchada que estuvo ayer en el estadio José Zorrilla ya estaba jaleando el estribillo, “Osasuna nunca se rinde” y esa es la mejor noticia para un equipo recién ingresado en Primera. La canción de este Osasuna se podría ir completando con otras estrofas como “Osasuna siempre termina atacando” u “Osasuna corre hasta el final y más allá”.

Osasuna se llevó un empate de Valladolid que le mantiene como uno de los invictos del campeonato, pese a que se desperdiciaron demasiadas oportunidades que en cualquier otro encuentro pueden suponer un serio disgusto. Probablemente se perdieron más dos puntos que ganar uno, aunque la reacción final, los argumentos mostrados en el campo cuando el rival se puso por delante agrandan el valor del punto conseguido. Con una presencia testimonial de fichajes, Arrasate y los suyos demostraron que el Osasuna atractivo y valeroso de la pasada liga puede tener su continuidad en ésta a pesar de que el escalón que existe entre la Segunda y la Primera es muy alto. Una imagen excelente, una pinta de equipo bien trabajado y con las ideas muy claras no está reñida con la falta de puntería. A Osasuna le estuvo a punto de pasar una factura mucho mayor su falta de eficacia y de claridad de cara al marco contrario. Éste es uno de los aspectos para pulir en un equipo que manda señales de que está en progresión, que sabe lo que tiene que hacer y que va agrandando las dosis de confianza al ritmo que va metiendo puntos a otros rivales.

Osasuna se marchó al descanso con la sensación agridulce de haber hecho muchas cosas bien y no haber encontrado premio en forma de goles. El equipo de Arrasate, en una versión idéntica a la de la pasada temporada, ambicioso y pisando campo contrario, dispuso de tres ocasiones de gol clarísimas para haber roto el partido. El Valladolid había empezado mandando de forma tibia en el partido, para nada demostrando unos bríos guardados para el día del debut en casa, y su puesta en acción se deshinchó en diez minutos. Ahí apareció Osasuna para firmar dos acciones de tres ocasiones, porque la segunda fue doble. En la primera, el defensa local Salisu desvió de cabeza y Brandon incidió mínimamente en la trayectoria de la pelota para que ésta fuera rechazada por el poste. En la siguiente también hubo protagonismo para el palo y el delantero. En esta jugada, el mallorquín cruzó la pelota solo ante el portero y Torres acertó a recoger la intentona de su compañero para mandar un pelotazo al poste.

En un cuarto de hora estuvo a punto de liquidar el partido. Borrado había quedado el Valladolid, a remolque del ímpetu de un Osasuna en todo momento molesto y activo, con Chimy y Brandon molestando a una defensa muchas veces desbordada. Fue el delantero argentino quien tuvo un remate a puerta con el portero fuera de ella, se había tenido que lucir ante el disparo de Torres, para certificar que el primer tiempo había sido de los rojillos. Que sería mejor no lamentarse de ello.

Osasuna se lamentó a los veinte minutos de la reanudación. El Valladolid había metido una marcha más a su puesta en acción y parecía una brizna nada más intrépido. Osasuna tampoco le estaba volviendo la cara al partido, en absoluto incomodado más allá de un susto de Sergi Guardiola a los dos minutos. Hervías, que llevaba dos minutos en el campo, tocó su segundo balón en el lanzamiento de una falta que entró por encima de Rubén. El castillo se había caído de un solo bombazo.

Osasuna iba a jugar contra el crono y su propia puntería en el medio tiempo que le quedaba por delante. Dos cambios para reanimar a su equipo hizo Arrasate con la entrada de Rober Ibáñez y Adrián. Dos relevos claramente ofensivos para rescatar a Osasuna de la decepción de haber fallado demasiado y estar tumbado de un guantazo.

No había pasado mucho desde el gol de Hervías. La perenne agitación de Chimy se había transformado en dos disparos sin precisión. No iba a quedar ahí a la cosa. Osasuna se fabricó una jugada excelente con los dos nuevos en la continuación. Adrián le dejó un balón en pantalla a Rober Ibáñez y el extremo soltó por un carril sabedor que el Chimy la corría seguro. Dicho y hecho, como el centro del argentino sobre el extremo valenciano que marcó a puerta vacía. Hubo unos instantes de tensión porque el ojo que todo lo ve debía de validarlo desde la sala de arriba, pero no hubo reparo al tanto de los rojillos.

El rebelde Osasuna había aparecido en la recta final del partido para recordar que lo suyo es atacar y terminar en el campo contrario todos los minutos de añadido que quiera el VAR. Y en esas estaba el partido cuando el incorregible Chimy protagonizó un mano a mano con el portero que terminó en una parada salvadora. Los rojillos desperdiciaron demasiadas oportunidades ayer, pero como sumaron, los errores duelen menos.

ValladolidOsasuna

1Tiros a puerta5

10Tiros fuera12

3Ocasiones de gol6

9Faltas cometidas10

10Córners6

1Fueras de juego0

49%Posesión51%

4Intervenciones del portero0