Pamplona - “Osasuna es un equipo que crea mucho peligro por alto”. Es uno de los mantras que se pueden escuchar en muchas ruedas de prensa de entrenadores y jugadores contrarios. Pero la realidad es que el equipo rojillo no estaba teniendo producción alguna de cabeza. Hasta el domingo, entonces sí, anotó dos tantos con la testa. Uno Oier y otro Rubén.

La vuelta a Primera le había atascado a Osasuna la cabeza. No el cerebro, sino la parte del cuerpo con la que se rematan los balones aéreos. Los rojillos tienen una plantilla en la que, más allá de los centrales y Perea, no reina la altura y el salto físico en Primera es tremendo. El mantra de que Osasuna siempre iban bien por alto era más propio del pasado, cuando la plantilla tenía jugadores más físicos que técnicos, no como esta temporada.

Por ello los rojillos se encontraban con problemas día tras día. Y eso que la plantilla cuenta con muy buenos lanzadores a balón parado, pero por una cosa o por otra no eran capaces de conectar un remate de cabeza que se convirtiese en gol.

Hasta que llegó el Valencia Pero eso tenía fecha de caducidad: la visita del Valencia. Ahí, en la primera parte, Rubén recogió un rechace de un remate de cabeza de Adrián y puso en centro en el segundo palo para que Oier (1,78), se suspendiese en el aire y se adelantase a Kondogbia (1,88) para marcar el gol del empate de un soberbio cabezazo y estrenó la cuenta goleadora del equipo en tantos con la testa. No tardaría mucho el equipo en volver a marcar. Diez partidos había costado meter el primero y apenas media hora costó meter el segundo, con descanso de por medio.

Rubén García (1,71) fue capaz de imponerse a toda la defensa del Valencia (con alturas que rondan el 1,90) para rematar en el segundo palo -como también hizo Oier- el balón centrado desde la banda derecha.

Primeros dos goles de Osasuna con la cabeza. Ambos tantos sirvieron para que el equipo certificase otra remontada como las que hacía la temporada pasada y como está empezando a realizar ésta.

Ahora es diferente y los rojillos tienen menos poderío físico pero siguen teniendo sus fórmulas para encontrar el camino al gol por las alturas. El Valencia puede dar fe. Ahora seguro que no tardaremos en escuchar de nuevo que Osasuna es un peligro en el juego aéreo. Y ahora algo de razón tendrán, solo falta que el equipo siga marcando para que el mantra de toda la vida por lo menos ahora sea un argumento que tengan que temer de verdad.