Vigo - Osasuna culminó la primera vuelta del campeonato con un resultado positivo que redondea su trayectoria en el torneo. Frente a un rival de la zona baja, un Celta desmoronado, el equipo de Arrasate supo reanimarse después de un gol en el tramo final del partido. Chimy Ávila, el delantero en estado de gracia, cazó y envió a gol el único remate entre los tres palos de los rojillos en el segundo tiempo. El atacante sigue aprovechando su buena estrella y en un partido confuso y gris fue el chispazo suficiente para que los suyos puntuaran.

Fue un partido con más tensión que buen juego, en el estilo que va a haber de aquí al final del campeonato, donde los equipos ya notan el peso de la clasificación, el viento favorable o el que sopla en contra. En esta ocasión, Osasuna supo sacar partido al temple que descansa en los equipos con menos apuros y, en el tramo final del partido, impulsado por una condición física envidiable, supo igualar un marcador que casi se veía perdido.

El Celta le planteaba una prueba peculiar a Osasuna por la reunión excepcional de factores. La calidad futbolística del equipo gallego no concuerda con su situación clasificatoria, que además ejerce como presión añadida a cada encuentro. Talento y necesidad fue el cóctel inicial al que tuvieron que hacer frente los rojillos. Una mezcla poco recomendable para tratarse, del modo que sea. La urgencia del Celta no se vio en el primer tiempo, si bien el conjunto gallego no necesitó mucho para poner en aprietos a Osasuna tras un cómodo comienzo. Los rojillos, inofensivos en ataque y con escasa presencia en los metros donde se nota el peligro, vivieron un inicio de partido muy tranquilo frente a un Celta que tampoco tenía las ideas muy claras. Mediado el primer tiempo, el partido fue nublando a Osasuna. El segundo córner concedido de forma inocente por la defensa se convirtió en un remate del cabeza de Aidoo al larguero.

El encuentro comenzaba a virar hacia el lado de los problemas para Osasuna, que sintió entonces de verdad la presión de un Celta necesitado. Aspas, catalizador de su equipo y dinamizador de la grada, obligó a una gran intervención a Sergio Herrera a la media hora. Los locales se lanzaron por la pendiente del ataque descarado hacia la portería rojilla, pero con más intención que acierto. Sergio Herrera estuvo sereno en un par de tiros que le remitieron Mina y Sisto.

Osasuna, que no había tirado entre los tres palos en todo el primer tiempo, estuvo a punto de marcar en el tiempo de descuento. Una mala cesión al portero del Celta y su despeje apurado terminó con el balón en los pies de Rubén García que, casi desde el centro del campo y sin control previo, remató al poste con la puerta vacía. El fragor y el ímpetu del conjunto gallego quedó helado en esa acción. Uno de esos avisos que no sientan nada bien.

Pese a recuperar a Nacho Vidal, Arrasate prefirió para el lateral derecho la fiabilidad de un hombre con un rodaje mayor, Jon Moncayola. Solución menos natural para ese flanco, el vigor del canterano junto a su satisfactorio rendimiento ahí en otras ocasiones fueron argumentos de peso para la decisión, tampoco nueva este mismo curso. El chaval tuvo trabajo extra por su banda ante un extremo como Sisto, que le buscó las cosquillas siempre que pudo, uno de los caminos en los que más incidió el Celta en la primera parte.

Osasuna conoció de nuevo los apuros en los primeros minutos de la reanudación. Dos faltas con el recargo de las tarjetas, para Estupiñán y Darko, permitieron sendos lanzamientos para Aspas y Olaza que se quedaron en nada. El Celta, más corazón que otra cosa, aceleraba ante el reclamo de una grada que le pedía más, lo que fuera.

A Osasuna le tocó entonces capear el temporal y moverse en la fina línea de los apuros. Apretar los dientes y marcar a fuego las proximidades de su portería. También intentar aprovechar alguna salida en pos de la sorpresa. En una de esas, el Chimy cabeceó fuera por muy poco un centro de Rubén García. En otra, el argentino buscó el pase más que el remate, que no logró ejecutarse ante el cierre de la defensa.

Duelo de pistoleros, en el otro área fue Iago Aspas quien intentó reanimar a su equipo con un regate y disparo que volvió a toparse con una gran parada de Sergio Herrero. Con más de veinte minutos por delante, el encuentro se estaba metiendo en una competición de idas y venidas sin control ni mando, también en un test general de esfuerzo, porque se estaba corriendo mucho. Todo demasiado abierto también, nada bueno para nadie.

Arrasate oxigenó a los suyos con la inclusión de Rober Ibáñez por Adrián. No tuvo tiempo de tocar el nuevo jugador el campo porque Santi Mina se aprovechó de un pase al espacio para tener un regalo de balón con el que superar a Sergio Herrera y marcar. El partido llegaba al tramo decisivo y el Celta no sólo se había puesto por delante, sino que demostraba ánimo de sobra para continuar con su batalla por la victoria. Íñigo Pérez y Juan Villar salieron para intentar animar a un Osasuna incomodado y sin salida en ataque.

El monólogo de Aspas siguió siendo contenido por Sergio Herrera. La contención no sirvió en el otro área con el Chimy. Apagado como estaba Osasuna, el argentino siguió a sus cosas, a su pelea sin fin, para rematar en plancha un gran centro de Estupiñán. El primer remate a puerta de Osasuna en el segundo tiempo tenía un valor incalculable.

El Celta quedó hundido por el gol del argentino y todo sus fuegos casi apagados. El indudable poderío físico de Osasuna también tuvo mucho que decir para que el emocionante final no deparará ningún disgusto.

Osasuna cierra la primera vuelta de la Liga con imagen y comportamiento excelentes y puntos como para sellar la permanencia en Primera con cierta suficiencia. Seguir en Primera es el único y difícil objetivo, aunque ahora parezca más sencillo, porque hay mucho camino hecho. El Chimy ayuda a ello.