l fútbol también es un deporte de ausencias. El espectador pasa los noventa minutos echando en falta a alguien que en ese momento no corretea en el campo. En las alineaciones, al principio parece que hay jugadores que están de más, que ocupan puestos en los que encajaría mejor otro. Muchas previas de partidos son una hoja de lamentos recordando que fulanito está de baja por lesión, menganito cumple sanción y zutanito pasa por una baja forma. Los fulanitos son los que provocan más evocaciones; el hincha sigue el periodo de recuperación con la misma impaciencia que espera el comienzo de sus vacaciones. Ni que decir tiene que esas plegarias por los ausentes no gustan ni al entrenador ni al vestuario (aunque rápidamente tramiten la petición de refuerzos). Es comprensible esa reacción de autodefensa del grupo. A veces también esconde un complejo de inferioridad o el enfado por sentirse minusvalorado. Hay grupos que manejan mal estas situaciones que son tan comunes como inevitables en el fútbol y en su entorno. No parece que sea el caso de este Osasuna. Arrasate seguía el guión cuando el viernes defendía la fortaleza del grupo entre tanto lamento por las bajas de Chimy y Brasanac y el recuento de futbolistas inutilizados. Si algo distingue el trabajo de Arrasate es la homogeneidad de sus plantillas, un sistema de compensación en el que todos son útiles y todos comparten protagonismo. Conseguir ese equilibrio deportivo y emocional permite afrontar sin aspavientos los momentos de crisis. Sucedió en el tramo final de la pasada temporada y volvió a salir ayer a la luz en Cádiz. No tienes a tu principal artillero, pero aleccionados y jugando como a ellos les gusta por todo el frente de ataque, Adrián y Rubén García son una alternativa positiva. Sus recursos técnicos les confieren una tremenda polivalencia. Con sus características físicas, que la mayoría de las veces no dan para todo el partido. Pero es verlos abandonar el campo y echarlos de menos.

Como también será inevitable algún día pensar en lo que podía aportar Oier si estuviera en activo, aunque de momento su presencia está garantizada hasta 2022. El capitán es un futbolista difícil de reemplazar por lo que representa dentro y fuera del campo. Por eso hace bien Arrasate colocando a su lado a Moncayola para que vaya creciendo. Para que observe que el aprendizaje no termina nunca y quien siempre ha sido valorado por sus condiciones naturales te descubre una noche en el Carranza que lleva dentro algo del genio creativo de Michael Laudrup y es capaz de dar un pase de gol mirando a la grada. Y luego le llamamos todoterreno y parece que con eso le hacemos justicia: pues no es así.

Solo en un equipo en el que todos comparten responsabilidad y se ayudan puede suceder que debute un recién llegado en el lateral izquierdo y al final deje la impresión de que jugaba su partido número cien. En Osasuna, desde hace unos años, el lateral izquierdo es el puesto de los ausentes. Unos porque no encajan y el que encaja porque se va. Complicada misión para Juan Cruz en esa banda de vacíos y melancolías perpetuas.

En fin, Osasuna ganó en Cádiz en una noche con recuerdo para Robinson. Yo creo que al inglés, siempre inconformista, le hubiera gustado este equipo en el que los presentes son capaces de compensar cualquier ausencia.