En un párrafo

onozco a un forofazo de Osasuna que asegura -y le creo- que si hoy los rojillos juegan a las 2 él no va a comer hasta las 4, porque si se centra en el partido no está para distracciones, ni es bueno echarle comida a un cuerpo en momentos de semejante tensión, que luego llegan los cortes de digestión. Se me ha olvidado preguntarle si eso incluye la bebida (y, ya puestos, algo para picar); si es lícito reponer fuerzas en el descanso; y, sobre todo, si le entrará algo en el buche a las 4 en el caso de que el Barça se ponga en plan Barça y nos meta media docena, que son peajes que Osasuna tiene que pagar de vez en cuando ante los grandes por el privilegio de jugar en Primera. En todo caso, en algo hay que darle la razón: las horas de comer no son, no deberían ser, aptas para el fútbol. Con el aspecto de gourmand que tiene Javier Tebas parece mentira que las teles le metieran semejante gol.