Arranco a escribir estas líneas mientras el Huesca se juega su pase en la prórroga contra el Marchamalo. Osasuna ha zanjado su partido hace minutos, o más bien hace horas. Los rojillos cumplieron con su deber sin miramientos. Y mejor, que ya saben los de Arrasate lo que es que se enfangue una eliminatoria de estas.

Obviamente los voluntariosos jugadores del Tomares no son ni el Recreativo ni el Haro, equipos de varias categorías más. Pero Osasuna no se complicó. Ni siquiera el colegiado lo hizo tras sacar fuera del área un penalti clarísimo a Brandon. En La Cartuja no había VAR, pero a estas alturas no tengo claro si hubiese servido de algo.

Dentro de lo poco servible de un partido con tanta diferencia, está claro que el encuentro tiene el protagonismo de Kike Barja. El de Noáin no termina de entrar en el once cuando parece que el equipo anda falto de chispa. En Sevilla demostró que está apto para, por lo menos, una intentona en el equipo inicial. Arrasate seguro que tomó buena nota.

También sirvió el partido para que Gallego se quitase la mala racha de cara a portería. Lo hizo de penalti y tras errar en bastantes ocasiones, pero lo importante es que lo hizo. El catalán pasa por uno de esos momentos mentales en el que hace falta cariño pero también algo que le sirva para romper con la dinámica. Si el penalti sirvió para eso, bienvenido sea.

Y luego, el gozar rojillo por ver a los chavales jugar. Saverio marcó (que nadie le llame canterano por favor, solamente ha jugado 57 minutos con el Promesas), Javi Martínez guió, Córdoba demostró su explosividad (este, como Saverio, tampoco es canterano) y Herrando demostró su brutal físico, el central del futuro rojillo.

P.D: Algún experto en la sala que me explique el porqué era más seguro que 100-200 personas estuviesen en una montaña de Estella alrededor del campo en vez de dentro, controlados, y con la posibilidad de ayudar a un club humilde. En los encuentros del jueves sí que se podrá entrar. Ausencia supina de cintura. Y con el deporte ya van varias.