Se podría pensar que el sueño olímpico queda colmado una vez se va a unos Juegos, pero está claro que es una ilusión que se renueva: quien va quiere volver y volver. Solo así se entiende que haya deportistas que estiren al máximo sus carreras -entre otros, el balonmanista Raúl Entrerríos, que acaba de cumplir los 40 años, y el marchador Chuso García Bragado (¡51 tacos!)- o que incluso se metan en una larga y dura lucha contra una lesión -como Pau Gasol, que apenas ha jugado en el último año y medio y que cumplirá 41 años en vísperas de Tokio 2021-. Tipos que lo han ganado todo, que no necesitan demostrar nada y a los que nadie podría reprochar que decidieran ver los próximos Juegos desde el sofá de casa, con unas cervecitas y algo para picar, que menudo calor debe de hacer en Japón en julio. Pero ahí siguen, en la brecha, esforzándose por volver y, ya que estamos aquí, qué menos que pillar chapa, que venir para nada es tontería.