Osasuna contó contra el Espanyol con un jugador nuevo, diferente, que llevaba más de 500 días sin aparecer: el público. La importancia, aunque fuese en un porcentaje casi ridículo, de la presencia de los aficionados va a ser fundamental para muchas cosas.

La primera para espolear al equipo cuando esté cansado, como contra los catalanes. A Osasuna se le notó la pretemporada tan extraña que ha tenido, con el covid como actor principal. El equipo rojillo, especialmente en la segunda parte, se le notó más cansado de lo habitual y eso pudo costarle caro, al tener el Espanyol varias contras claras.

Y eso que, sin duda, Osasunas tuvo las ocasiones más claras, pero por lo que sea, la punta de mira estaba alta. Arrasate sorprendió colocando a Rubén García de lateral izquierdo ante la ausencia de Cote. Con Juan Cruz sano, el mensaje queda claro para el lateral y más, como adelantó DIARIO DE NOTICIAS, cuando Manu Sánchez está muy cerca de volver. Parece que ahora mismo no tiene confianza del club. El valenciano cumple donde le pongas, pero dio la impresión de que llegaba algo falto de oxígeno a los metros donde siempre es decisivo.

Arrasate también buscó la ventaja física de Kike García sobre Óscar Gil, lateral del Espanyol, y en algún momento también surtió efecto, pero la impresión es que Kike y Budimir no terminaron de casar bien uno con el otro, habrá que darles minutos.

Por lo demás, a los García se les vio sólidos atrás, Nacho sigue llegando, Darko está a buen nivel y Torró es el ancla del equipo. Un conjunto que dio buenas sensaciones, que seguramente mereció ganar pero que tiene que afinar más la puntería.

Pero sobre todo, lo mejor, es que cuenta con su fichaje más importante. ¿Manu Sánchez? No, aún no, la afición.