Es la pregunta que tendremos que formularnos de aquí al final de la Liga. Incluso trasladarla a la previa de los partidos. Alcanzada la zona de seguridad, con el objetivo de la permanencia solo a falta de la confirmación matemática, además del empeño encomiable por engordar la cuenta de puntos se presenta en adelante la posibilidad de probar cosas nuevas en compromisos siempre exigentes. Elevar el nivel de aspiraciones en la clasificación puede servir como motivación a la plantilla, pero se antoja una misión imposible tanto por el número de pretendientes a las plazas europeas como por el nivel competitivo de los contrincantes. Ayer, al concluir el partido, le preguntaron a Budimir si Osasuna no podía caer en un estado de relajación que le acabara perjudicando. A veces eso es lo que puede llegar a quienes no siguen el día a día del equipo después de volver a ser goleados en otro desplazamiento. Es la imagen impresa tras un contundente 4-1 y de escuchar la justificación previa de que los rojillos ya han hecho su temporada. Ayer llegué a escuchar, antes del encuentro, que "están ya de vacaciones...". Particularmente, en ningún momento me pareció que Osasuna se desentendiera de sus obligaciones; en la primera parte llegó de forma insistente al área del Betis, sacó varios córners y Moncayola buscó el gol en disparos a media distancia; en la segunda, Jagoba Arrasate introdujo cambios tácticos y el empate llegó a sentirse cercano. Pero las superioridades que generó el Betis en banda en la primera mitad y la inferioridad numérica en el medio campo en el juego de ida y vuelta de los veinte últimos minutos decantaron el partido. Ha habido peores encuentros de Osasuna que han acabado en empate.

Pero volviendo a la pregunta que encabeza este comentario, las conclusiones dejan algunas acotaciones negativas. Por ejemplo, Nacho Vidal sigue sufriendo mucho a la hora de defender, algo que acusa en los últimos compromisos. El centro de la defensa quedó al descubierto sin Juan Cruz en el campo. Manu Sánchez acusa síntomas de cansancio. Tres de los cuatro zagueros que estaban en el once inicial fueron sustituidos. En la estrategia, los saques de esquina y las acciones a balón parado se quedan en testimoniales.

En el plano positivo hay que reseñar varias intervenciones de Sergio Herrera, la polivalencia de Moncayola, la presencia de Torró y el hambre de gol de Budimir. También el inconformismo de Arrasate tomando decisiones para levantar el 2-0.

Ahora hay que llenar de motivaciones el partido con el Alavés: agitar la alineación, dar más minutos a futbolistas como Javi Martínez y Cote, probar en la derecha con un jugador de banda como Iker Benito, y hasta dar un empujón a Eneko Aguilar que el sábado volvió a dejar una actuación relevante con el Promesas. Y volver al dibujo con dos delanteros. Hay que seguir generando competencia en la plantilla y alimentar expectativas en la afición. Si no ¿para qué van a servir los ocho partidos que quedan?