Sí, vale, el del Sevilla fue un penaltito (ya se lo compensaron de sobra el viernes a los de Lopetegui, y ahora al que le deben algo es al Valladolid. Que siga girando la rueda), pero los de ayer fueron indiscutibles. Tres penas máximas, tres alegrías máximas, para subirse a lo más alto de la ola –Osasuna fue incluso líder dos raticos, antes de cada gol del Betis– y para surfear con confianza desde el mismo inicio de la Liga. Que esto va de sensaciones, y tres penaltis a favor en 180 minutos de Liga hacen que un equipo se sienta como uno de los grandes... Pero para cortar por lo sano cualquier atisbo de euforia, un simple resultado: 4-1. Eso es lo que se trajo Osasuna en la pasada temporada del Benito Villamarín, que visita de nuevo el próximo viernes. Prueba de fuego... y si salen airosos (y si le pitan a los rojillos un nuevo penalti a favor) nos ponemos ya a hacer las cuentas para ir a Europa.