Osasuna afronta con tranquilidad los últimos días del mercado de fichajes de verano, que concluye a las 24.00 horas del miércoles, 31 de agosto. El club confía en que no haya marchas significativas y tampoco espera que se produzca alguna llegada, “salvo milagro”.

El entrenador rojillo, Jagoba Arrasate, indicó hace unos días que espera que no haya movimientos de salida en su equipo y esa es la situación que se desea para estas últimas horas, fuera de las tormentas de necesidad o urgencia que se agitan en otras partes.

Por el momento, las decisiones del técnico en las tres primeras jornadas de Liga coloca en una posición incómoda a unos cuantos futbolistas que han perdido protagonismo. Esto no es sinónimo de que por la reordenación del grupo se vaya a poner la alfombra de salida a los ahora indudablemente molestos y desubicados. El club no va a facilitar la salida a casi nadie salvo que exista una contraprestación económica interesante e incuestionable.

Ejemplo del posicionamiento de la entidad ha sido el caso de Aridane, con un año más de contrato -hasta junio de 2023-, con el que Osasuna se hizo fuerte a la hora de defender su cotización ante la propuesta de Olympiacos de hacerse con sus servicios casi gratis. Por Aridane ya hubo un interés declarado del Valencia en la anterior ventana del mercado, en invierno. El club pidió entonces también dinero para dejarle salir -el central canario costó en su momento dos millones de euros- y ahora cualquier oferta debe ser superior a esa cifra.

La postura del club tras el acercamiento del equipo griego, de todos modos, no hace sino refrendar la tesis del entrenador, que no quiere interferencias de última hora en su grupo de trabajo que obliguen a soluciones de urgencia, sin tiempo casi de reacción.

Roberto Torres es un futbolista que se encuentra en una situación especial en Osasuna porque ha perdido poco a poco ese protagonismo de futbolista histórico del club -ante el Cádiz llegó a los 350 encuentros oficiales como rojillo-. El cambio en el escalafón es lo que se le planteó desde los técnicos cuando se inició la pretemporada, a principios de julio. Desde entonces, el centrocampista de Arre no ha expresado su opinión sobre su situación o su futuro. Antes del último partido en El Sadar frente al Cádiz, el entrenador rojillo indicó sobre el estatus del capitán que “no sé lo que puede pasar con él y con otros. Si tiene que jugar, jugará".

Osasuna está abierto a lo que Roberto Torres plantée y, en su caso y lógicamente, no solicitaría cantidad alguna para su marcha.

El único jugador con el que se está tratando directamente darle una solución es Barbero. El delantero tiene casi cerradas totalmente las puertas de jugar ante la competencia que tiene en el ataque -Chimy, Budimir y Kike García- y, con un año de contrato todavía, no se quiere interferir en cualquier salida ventajosa para sus intereses.

Osasuna no espera tampoco algún movimiento sorpresa por alguno de sus futbolistas.

En cuanto a las entradas, Osasuna se planteaba hace unas semanas una incorporación de última hora -los técnicos se decantaban por la llegada de un extremo-, pero se ha ido también cerrando la puerta a esta posibilidad si no era un jugador realmente interesante, en condiciones de ser titular indiscutible en el equipo. El inicio de campeonato de Osasuna, de todos modos, parece que ha disipado esta necesidad antes más o menos patente. El club, literalmente, “salvo milagro” no espera a nadie. Están los que están.