A Pachi Izco nunca le incomodó llorar en público. Era de lágrima fácil cuando el acontecer de Osasuna le tocaba los sentimientos, ya fuera un éxito deportivo, la despedida de Raúl García o un artículo publicado en prensa. Durante su mandato de diez años (2002-2012) encontró motivos para emocionarse porque en ese periodo pasaron muchas cosas: unas rompieron techos deportivos nunca imaginados ni repetidos; otras no pasaron de proyectos utópicos para el estadio o para Tajonar; y las más turbias, conocidas después, vieron la luz en diferido en comisarías y juzgados. De estas últimas queda la imagen de un hombre desgastado, preocupado: no hay testimonio público, sin embargo, de que el unánime reproche social le obligara a enjugarse las lágrimas.

Izco era osasunista de cuna, asiduo a San Juan, seguidor impenitente y opinador. Participaba en la tertulia de Radio Pamplona, cuando la dirigía Javier Martínez de Zúñiga, como aficionado inquieto por el devenir del club. De ahí dio el salto, con el apoyo que siempre recibió de Jaime Legarra, a las elecciones y luego a la presidencia. Sin el carácter populista de la gestión de su antecesor en el cargo, Javier Miranda, Izco buscó el amparo de las instituciones y defendió a Osasuna con uñas y dientes protagonizando duros enfrentamientos con la dirección de los árbitros por lo que entendía persecución al equipo o, en otro plano, con el Athletic por meter la mano en Tajonar.

Izco emborronó con sus actos de puertas adentro las conquistas deportivas de su mandato. La noche que de manera inesperada anunció en una emisora de radio de cobertura estatal que dejaba la presidencia, muchos nos preguntamos el porqué. Las personas más cercanas apuntaban a la fatiga (estaba en su tercer mandato tras las reelecciones en 2006 y 2010) y a algún susto que le había dado la salud por culpa del estrés. Si conocía o no todo lo que le venía encima es una incógnita, pero los delitos por los que sería juzgado y después condenado estaban ya ahí, a expensas de una investigación.

21

Los entrenadores de Patxi Izco Mikel Saiz / Efe / Javier Bergasa

Creo que el mal uso que hizo del cargo en beneficio propio, que engañara al osasunismo, a quienes depositaron su confianza en él, deja en un segundo plano todo lo demás. Y aunque celebráramos los éxitos del equipo durante aquel periodo, la factura a pagar casi conduce a la desaparición del club. Osasuna vivió por encima de sus posibilidades: mientras aplaudíamos los goles, el coste económico de la plantilla resultaba insostenible. Pero la asamblea de compromisarios avalaba las cuentas. Los ingresos por televisión que hoy cimentan el presupuesto, no tenían entonces un peso tan determinante. Izco dejó de pagar a la Hacienda Foral, eso sí, con el Gobierno de UPN haciendo la vista gorda. “No puedes fichar a Nekounam con el dinero que no has ingresado en Hacienda…”, le reprochaba of the record tiempo después un compañero de junta.

Izco llevó a Osasuna a los tribunales y manchó el nombre del club; la foto del banquillo de acusados en la Audiencia suplantó a la del banquillo de El Sadar. Hizo daño a la entidad y a sí mismo. En una ciudad tan pequeña como Pamplona es muy difícil vivir con esa carga y han tenido que ser años duros para el fallecido y su familia. También para el resto de personas involucradas en los procesos judiciales.

No sé como resolverá Osasuna esta despedida de quien fue su presidente. Los actuales gestores se personaron como denunciantes en el proceso, reclamaron el dinero que era del club y han tenido que apechugar con una herencia envenenada. Ayer por la mañana los sentimientos estaban claros en los despachos, no tanto la forma de evocar la figura de Izco. Difícil papeleta porque lo primero que se quiere evitar es el provocar situaciones que enfrenten a la afición en un momento en el que la masa social está unida en la misma ilusión y el mismo objetivo. Dicho esto, yo creo que el guardar un minuto de silencio antes del partido no es un disparate. Porque el silencio, en una concentración en la calle, en un estadio o en un foro institucional, lo mismo sirve como una expresión de respeto que como una forma de manifestar una condena. Y que cada uno lo interprete como quiera. Pasar de puntillas sería como poner sordina a una parte gruesa y desagradable en los veinte últimos años de vida del club. Y eso, aunque se abran las carnes, también es historia de Osasuna.

14

Así fue la presidencia de Patxi Izco Mikel Saiz / Efe / Patxi Cascante