La Real Sociedad se aprovechó del despiste inicial de Osasuna, que anduvo con la cabeza en otra parte, y encontró muy pronto el camino hacia el triunfo frente a un equipo rojillo que no logró levantar cabeza. El gol en contra a los seis minutos, colofón de un comienzo caótico, fue una pesada losa para Osasuna que está metido con el cuerpo y mente en la gran batalla que le viene. La conclusión de ese escenario con problemas sobrevenidos muy pronto y necesidades planteadas en otra parte fue un mal encuentro por parte de los hombres de Arrasate, que perdieron sin remisión y que evitaron un resultado mayor y peor porque medió el acierto de su portero.

Osasuna está jugando un tramo de la competición muy complicado porque nada se puede objetar a que sienta que debe ocuparse de otras cosas mayores, toda vez que además en la Liga el objetivo principal ya se ha logrado. El compromiso frente a la Real tenía además la peculiaridad de medirse frente a un equipo de primer nivel que camina decididamente a colarse en los puestos más altos, de la Liga de Campeones. Por eso, cuando se concedió un gol y en los mejores momentos propios no se acertó, la suerte quedó echada y el partido, demasiado desnivelado.

La Real Sociedad encontró muchas facilidades por parte de Osasuna durante el primer tiempo y muy pronto marcó. No fue ni siquiera un tiro a puerta lo que se cobró como gol el equipo guipuzcoano, sino que fue un centro de Barrenetxea que se metió en su propia puerta el meta rojillo. A Sergio Herrera no le sentó bien esa acción tempranera porque anduvo demasiado nervioso y le generó otra oportunidad a la Real tras un enredo con el balón propiciado por una cesión comprometida de Manu Sánchez.

Al margen de los apuros por acciones concretas, el problema residió en que la Real anduvo como por una autopista hasta las proximidades del área y eso es mala noticia porque tiene veloces llegadores y pillos con la pelota. Merino y Cho dispusieron de sendos remates que se encontraron con Herrera, que se recompuso. Osasuna se marchó al descanso contrariado con la última jugada, porque reclamó penalti por la acometida de Merino, en todas partes, sobre Iker Muñoz, otro con protagonismo rojillo. No pasó nada.

Osasuna llegó a equilibrar el partido tras el descanso y creer. Arrasate colocó de lateral al chico para todo, Jon Moncayola, y situó más adelantado a Rubén Peña. El equipo de Arrasate ganó algo de profundidad por ese carril y la Real sintió incomodidad tras una plácida primera mitad. De todos modos, a la primera que apareció por el portería contraria, la Real estuvo a punto de marcar el segundo gol si no media Sergio Herrera ante un disparo de Barrenetxea. Osasuna se mostraba con más chispa, pero sin acierto en esas ocasiones que tuvieron en sus pies Aimar Oroz y Ante Budimir.

Y la Real supo navegar en medio de ese mayor equilibrio territorial, tuvo más mordiente siempre y se topó con Sergio Herrera casi siempre, colosal en un remate raso de Oyarzabal y no menos complicado el protagonizado por Sorloth, en un disparo que el gigantón ajustó al poste ante el meta rojillo, que le comía el sitio. 

Arrasate intentó animar el equipo con los cambios, con la pólvora que ofrece el Chimy y el genio de Rubén, pero quien explotó el partido fue Kubo. El japonés creó muchísimos problemas a un Osasuna desencajado con el paso de los minutos y se llevó el premio del gol en el último minuto. Los rojillos andan con la cabeza en otra parte. Hay que comprenderlo ahora que se puede.

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Ambientazo en El Sadar antes del derbi Javier Bergasa