A Osasuna nadie le ha enseñado una imagen satisfactoria de aquel fuera de juego del Chimy Ávila en el partido contra el Celta que supuso la anulación del gol de Abde. Ahí comenzó una época de disensión lógica por parte de Osasuna con el Comité Técnico de Arbitros (CTA) acerca de la utilización del VAR; más bien sobre el acierto de su uso, de las habilidades de los gestores del aparato para hacer un correcto trabajo con la tecnología. Ver para creer, es el lema que se puede aplicar a la reclamación de Osasuna despejada con cajas destempladas por Medina Cantalejo, el jefe de los árbitros, en su contestación a la carta remitida desde el club solicitando aclaraciones sobre aquella jugada.

El rugby, un deporte casi tan antiguo con el fútbol pero con una voluntad mucho mayor de circular por el camino de la modernidad, del uso de la tecnología -también la figura del árbitro tiene una consideración más reverencial-, lleva tiempo mostrando en sus competiciones principales las decisiones de los árbitros en las pantallas del campo. Todo el mundo lo ve, desde la calma y el respeto, porque a la hora de impartir justicia no debe haber que ocultar.

En la final de esta noche -es una de las novedades de la cita nocturna en La Cartuja-, las decisiones del VAR se comunicarán en el propio estadio a través del videomarcador y de la U Televisiva que rodea el terreno de juego, anunció en su momento la Federación Española de Fútbol en la presentación del partido. El fuera de juego, el asunto caliente junto con la interpretación de las manos -naturales, antinaturales, sobrenaturales...-, va a ser tratado en el encuentro entre Osasuna y Real Madrid comparte el sistema de control denominado fuera de juego semiautomático.

El fuera de juego semiautomático es una tecnología que se basa en la detección de extremidades, llamada limb-tracking en inglés, explican las publicaciones especializadas. Con ella, la imagen permite crear en tiempo real representaciones visuales tridimensionales del esqueleto de los futbolistas durante las jugadas, y se compone por un sistema de cámaras instaladas bajo la cubierta del estadio, que captan los movimientos de todos los jugadores y del balón.

Así, los sistemas ofrecen hasta 29 puntos corporales monitorizados en cada futbolista gracias a unas 12 cámaras alrededor del terreno de juego, que sirven para crear esqueletos animados, y podría funcionar, por ejemplo, para ver un partido entero como animación virtual con apenas unos segundos de retraso. Ello permite poder analizar jugadas desde la perspectiva de un futbolista concreto, observar un momento decisivo del partido desde el ángulo de cámara deseado o sobrevolar el terreno a vista de pájaro.

Todo ello se podrá usar para tener hasta 50 tomas por segundo de cada futbolista, y se espera que su uso determine la posición de fuera de juego o no en unos 20-25 segundos desde la sala VAR, lo que ahorra un tiempo fundamental para la dinámica del partido. Precisamente la tardanza en la toma de las decisiones ha sido una de las cuestiones que ha puesto el interrogante sobre la fiabilidad -del método y de los árbitros del VAR- del sistema que se usa.

En el Mundial se utilizó esta tecnología, aunque no fue la primera competición que lo implantó. La FIFA usó, a principios de este 2022, la Copa africana de naciones para probarlo en un torneo de grandes selecciones, así como en el Mundial de Clubes que se llevó el Chelsea en los Emiratos Árabes. La Supercopa de Europa en Helsinki del pasado verano fue el estreno oficial de la tecnología en Europa. UEFA también anunció que el fuera de juego semiautomático se usaría a partir de esta temporada en la Champions League.