Está disputando Osasuna estos días –y los que le quedan– un partido muy importante en los despachos, donde defiende su derecho a participar en la Liga Conferencia. Se ganó el conjunto navarro sobre el verde una plaza en la tercera competición continental por orden de importancia merced a su séptima plaza en la Liga española, pero los inspectores de la UEFA que han investigado su expediente en los últimos años consideran que no es merecedor de tal premio por el caso de los amaños del curso 2013-2014, asunto en el que la propia entidad ejerció de acusación particular para depurar responsabilidades que recayeron sobre un puñado de exdirectivos –amén de dos exjugadores del Betis, que no ha tenido problemas para disputar la Liga Europa, sin ir más lejos, esta pasada campaña–.

Es esta la principal tesis de la defensa rojilla para que la UEFA no le castigue con un veto en Europa que, de confirmarse, provocaría un cúmulo de perjuicios para Osasuna de tamaño calado –incalculable, se podría decir–, tanto en el aspecto deportivo como en el económico, sin olvidar a la afición, ni tampoco la planificación ni la reputación de un club cuya directiva ha trabajado durante los últimos años para limpiar su imagen y alejarla de los juzgados.

Para empezar, de quedarse fuera de la Liga Conferencia, Osasuna no podrá optar a los premios económicos que reparte la competición, que no resultan especialmente relevantes –al menos en comparación con los números que mueve el negocio del fútbol–, pero que sí aparecen apetecibles para un club como el navarro, que se mueve en cantidades modestas si se observan las de otras entidades.

Este aspecto es el más sencillo de cuantificar. En caso de que la UEFA, el TAS o quién sea aprobara la participación de Osasuna en la Liga Conferencia, la entidad rojilla tendría asegurados 750.000 euros por disputar la eliminatoria previa –se sortea el 7 de agosto y se disputa los días 24 y 31 del mismo mes–, mientras que superar esa eliminatoria le permitiría clasificarse para la fase de grupos, embolsarse casi tres millones de euros más y jugar otros seis partidos en los que cada victoria se cotiza a 500.000 euros y los empates a 166.000. Ser primero de grupo, además de otorgar el pase a octavos asegura a cada equipo 600.000 euros, mientras que los que sean segundos cobrarán 300.000 y tendrán que disputar un play off para llegar a octavos. Los que accedan a cuartos tendrán un millón como premio, que subirá a dos para los semifinalistas, con tres millones reservados para el subcampeón y cinco para el ganador de la final en Atenas.

De ser excluido de Europa por la UEFA, Osasuna no optará a nada de esto, sin olvidar que la defensa de sus intereses también le está generando importantes gastos para demostrar que es de justicia que el curso que viene sea uno de los participantes en la Liga Conferencia.

Pero no acaban ahí los perjuicios que se avecinan para Osasuna en el supuesto de que le dejen fuera de las competiciones europeas. Y es que todo este asunto está afectando ya a la planificación deportiva, pues no es lo mismo confeccionar una plantilla para cuatro competiciones (Liga, Copa, Supercopa de España y Liga Conferencia), que hacerlo para jugar en tres de ellas.

También la afición aparece como una de las damnificadas en el caso de que la UEFA vete a Osasuna, sin obviar que la reputación del club volverá a quedar en entredicho por un feo asunto de amaños de hace diez años protagonizado por exdirectivos que ya han sido expulsados del club. Es por eso que los actuales rectores de la entidad se empeñan en defender los intereses de Osasuna hasta las últimas consecuencias, librando cada batalla con el fin de ganar una complicada guerra.