Osasuna cierra la primera vuelta con una victoria importantísima para lograr la salvación y mantener las alarmas apagadas hasta la vuelta de Arabia. No se puede decir que debe de ser un punto de inflexión, ya que el triunfo ante el Almería no se produjo en un contexto de juego favorable.

La primera mitad sí. Osasuna dominó, controló el balón y encerró a un rival que, o cambia extremadamente radical, o el año que viene no jugará en Primera división. Budimir metió la que tuvo después de ver como Catena erraba dos clarísimas. Arnaiz pudo marcar el segundo. El ex del Valladolid entró por el Chimy Ávila, que tuvo molestias que asustan de cara a lo que pasa dentro de una semana.

Y así se marchó Osasuna a un descanso con un resultado corto pero con nula preocupación por la inexistente participación ofensiva del rival. No se sabía si Sergio Herrera había estado en el campo. Tal vez eso sumado a todos los retos que vienen ahora hizo que el equipo bajase demasiado el pistón. Demasiado. Y, aunque el rival ni intentó aprovecharlo, jugó con fuego ante un resultado tan cercano.

Osasuna hizo lo justo y necesario para llevarse un triunfo que mantiene al Celta alejado. No era buen momento para sacar los remos a pasear ante la Supercopa de la semana que viene.

Pero antes, la Copa. La gran exhibición del año pasado permite a los rojillos entrar en rondas adelantadas y estar a muy poquitos partidos de repetir la fiesta de Sevilla, por lo que ni se debería mencionar tirarla. Para eso Osasuna se ató bien el cinturón contra el Almería. Y mejor, que vienen curvas.