Osasuna no ve la luz, sigue metido en su largo túnel de malos resultados y no acaba de encontrar el camino para darle la vuelta a este trance sin victorias que ha adquirido insana profundidad. El último triunfo de los rojillos en casa fue hace más de dos meses, la última victoria –fuera– está fechada hace mes y medio y la creciente sensación de agotamiento, de fin de ciclo, es la que se impone con dolorosa tenacidad en este ciclo que va a abarcar casi un tercio de campeonato. 

El partido de Osasuna contra el Mallorca se situaba de lleno en la despedida de la temporada –penúltimo en casa, uno de los tres últimos para dar carpetazo– y confirmó que el adiós va a resultar gris, con casi todas las luces apagadas, con el fuego encendido de la permanencia holgada, de la mayor consolidación en Primera, como única lumbre a la que arrimarse, que no es poca.

La necesidad suele ser una motivación extra y a Osasuna le está faltando esta gasolina, o le está sobrando a los rivales con los que se está enfrentando en los últimos tiempos. Sea como fuera, por los otros, por los errores propios, por la mala suerte –el gol del Mallorca fue tras un rebote en Rubén Peña, que se une a la desgracia máxima del tanto del empate en San Mamés–, el equipo de Arrasate no acaba de armar un partido completo desde hace mucho tiempo –ha sido una de las tónicas del año–, las jornadas se han ido marchando, se ha cruzado la frontera de la salvación y la despedida del curso de los rojillos se ha convertido en un camino triste. Un final de campaña que afortunadamente no va a durar mucho más.

Osasuna empató con el Mallorca, que se está jugando la salvación, y no es asunto menor, en un encuentro con sensaciones encontradas. Con un equipo rojillo que anduvo suelto y sin oponente durante muchos minutos y que, en cuanto fue apretado por un rival con más determinación, tembló, cedió y concedió y estuvo a punto de naufragar. Los pelotazos de Jon Moncayola e Iker Muñoz, uno en cada tiempo, fueron las mejores opciones, la primera cobrada como gol y la segunda repelida por el portero visitante cuando se merecía el premio máximo. Gotas en el desierto de la emoción y de la intención. El Mallorca le regaló muchos minutos a Osasuna en una condescendencia con el desarrollo del juego que casi le resulta fatal, pero Javier Aguirre ha ido demostrando que es un buen administrador de partidos y emociones y, cuando le dio la vuelta de tuerca a su equipo –un mínimo cambio táctico, probablemente una buena bronca en el vestuario–, empató e hizo desaparecer a Osasuna. A los rojillos se les está haciendo muy largo este final de curso con el aprobado en la cartera.

Hace un tiempo que los partidos de Osasuna solo se pueden explicar por el resultado, porque la emoción llega a cuentagotas. No respondió la primera parte a lo que se esperaba. El Mallorca es equipo de no perder los nervios, de envolverse y de envolver los partidos según su libro de ruta: seriedad en defensa, ritmo pausado y aprovechamiento de los recursos, de las ocasiones, que no suelen ser muchas. No le salió el plan al conjunto de Aguirre porque se impuso el de Arrasate. Osasuna entró en el partido a mandar, a ocupar, a llegar, a intentar y esa actitud le llevó a conseguir un gol pronto, antes de los quince minutos. Jon Moncayola estrenó su cuenta goleadora, muy tarde para él y para el beneficio del equipo que tiene en este centrocampista sin límite un valor que no se debe quedar en segundo plano y que se resiente cuando no circula en modo expansivo. El gol del centrocampista de Garínoain puso en situación de privilegio a Osasuna, que estuvo siempre tranquilo, más cerca del área rival que replegando en torno a la suya. Solo Nacho Vidal probó a Aitor Fernández, pero el nuevo en la puerta no tembló y salvó a su equipo en la única aproximación de peligro de los bermellones en la primera mitad.

Aguirre agitó el árbol de la necesidad y colocó a más personal en el ataque para probar a Osasuna. No solo fue eso, la entrada de Abdón junto a Larin en la delantera, sino el paso al frente de todas las líneas. Estaba el Mallorca en proceso de mejora cuando Iker Muñoz tuvo en sus botas la opción de acabar con cualquier plan. El centrocampista, futbolista que recibe mucho de sus rivales porque una de sus misiones es acudir al rescate de todo balón sin dueño, demostró que la búsqueda del esférico se hace en todas partes y de una pelota rebotada por la defensa salió un directo a la portería que solo pudo repeler Rajkovic.

Estaba Osasuna aún rebelándose al empuje del Mallorca, hasta que se inició la claudicación mediado el segundo periodo. En el minuto 20, los córners consecutivos sobre la portería tuvieron efectos letales porque en el tercero la pelota suelta en el área fue recogida por Darder para anotar tras roce de la pelota en Rubén Peña. Osasuna entró entonces en una fase de aturdimiento, a la que siguió una desaparición de la hegemonía sobre el partido ante el creciente interés del Mallorca. Una doble oportunidad de Lato, con paradón de Aitor Fernández, y Nacho Vidal, con remate fuera, dejaron al equipo de Arrasate pendiente de la supervivencia, a merced del rival, sin que le saliese nada en ataque ante un rival que se estaba jugando la vida que fue una roca en defensa. A estas alturas, cada uno tiene su senda. Y Osasuna ya empezó la de la despedida.

FICHA TÉCNICA

1 - Osasuna: Aitor Fernández; Peña (Torró, m. 74), Catena, Herrando, Juan Cruz; Moncayola, Iker Muñoz, Aimar (Moi Gómez, m. 66); Rubén García (Areso, m. 75), Raúl García de Haro (Svensson, m. 88), Arnaiz (Mojica, m. 66).

1 - Mallorca: Rajkovic; Nacho Vidal (Copete, m. 76), Gio González, Raillo, Nastasic, Lato (Costa, m. 83); Dani Rodríguez (Sánchez, m. 83), Mascarell (Abdón, m. 46), Morlanes (Samu Costa, m. 76), Darder, Larin.

Goles: Moncayola 1-0 (m. 13), Darder 1-1 (m. 65).

Árbitro: Alejandro Hernández Maeso (Comité extremeño), asistido por Massó Granado y Pérez Dapía. El colegiado mostró amarilla a Mascarell por parte visitante.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo sexta jornada de LaLiga EA Sports disputada en El Sadar ante 17.852 espectadores.