Osasuna-Mallorca, el análisis | Todo comenzó en Mallorca
Esta aventura comenzó en Mallorca. En agosto hubiera cumplido seis años. En el estadio de Palma, Arrasate presentó un equipo plagado de canteranos. Hasta siete de inicio. Venía Osasunade una etapa traumática en la que las urgencias mandaron sobre la sensatez. Era necesario hacer borrón y cuenta nueva, resetear, tratar de comenzar de cero. Serenarse y serenar. Todo estaba por reconstruir. El estreno del técnico no fue feliz: derrota por 1-0 a pies de un equipo que venía de Segunda B. Lo que sucedió después no invitaba al optimismo y agitaba fantasmas del pasado: cuatro puntos en las cinco primeras jornadas. Y eliminados de la Copa por el Reus en El Sadar. “Creo que a peor no podemos ir”, confesó el entrenador, dejando ver dos peculiaridades de su carácter que tanto le han acercado a la afición: la autocrítica y su interpretación del juego cómo lo veía la grada. Y como a peor no se podía ir, todo fue progresar día a día, fiel el míster a sus principios y comprometido cada futbolista con su papel. Hasta llegar aquí, a punto de cerrar uno de los periodos más brillantes en la historia del club, pese a estos últimos altibajos en el juego y decepciones en los resultados. Una despedida por anticipado que no debía haber ocurrido porque Arrasate estaba llamado a ser nuestro Simeone o nuestro Miguel Muñoz. Pero Arrasate se cansó de Osasuna (o eso quiso dar a entender en aquella rueda de prensa); o Osasuna hizo que se cansara, que todo cabe en esta historia mal resuelta.
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El proceso desde aquella presentación oficial en Sont Moix hasta hoy es digno de un análisis más profundo, de cómo la sensatez de un entrenador ha contribuido a la reconstrucción de un club que venía de una crisis autodestructiva, que ha fortalecido al osasunismo, que ha revalorizado a la cantera y que ha sostenido al equipo en Primera sin angustias de última hora. Para tener una idea de cómo han cambiado las cosas desde aquel remoto día basta con recordar que de los futbolistas que intervinieron en el partido, ayer solo había uno en el campo y vestía la camiseta del Mallorca: Nacho Vidal. En este tiempo llama la atención cómo ha sido la derrota la base del crecimiento, el esfuerzo por revertir las malas rachas, el salir a flote con aquel barco al que se subió todo el mundo cuando amenazaba con el naufragio. “No vale con el ya mejoraremos: tenemos que ser más constantes para tener opciones”, advirtió tras su mal estreno. Lejos del conformismo por alcanzar con holgura el objetivo prioritario de la permanencia, el equipo ha perseguido metas más altas, aunque el no conseguirlas haya generado alguna frustración.
Caprichos del destino, ahora el nombre de Arrasate circula como posible inquilino del banquillo del Mallorca, puerta que le ha abierto, quizá con conocimiento de causa, el también exrojillo Javier Aguirre. De Mallorca, del partido de la primera vuelta (3-2), también se habló en redes sociales como posible detonante del distanciamiento del entrenador con algún miembro de la dirección. ¿Será verdad que esta parte final también comenzó en Mallorca? Comentarios sin firma debajo, ya digo. Pero que no resuelven esa duda que sigue agitando al osasunismo: ¿por qué se va Arrasate?