A Osasuna se le está atragantando la Liga, en donde no ha sumado una victoria en los últimos ocho encuentros. Frente al Rayo Vallecano, que ofreció una buena imagen en El Sadar, de equipo ordenado, desconsiderado y con los recursos rentabilizados con creces, el conjunto de Vicente Moreno ofreció una versión más achatada, menos briosa que en otros encuentros, pero fue capaz de encontrar parte de su vigor para lograr un punto y proseguir con su suma, pasito a pasito, en la competición regular.
Los rojillos continúan metidos en el túnel de la crisis de resultados, aunque el comportamiento del equipo, el juego que despliega –frente al Rayo con menos continuidad que en anteriores citas– le sigue queriendo quitar la razón a esta concatenación de jornadas sin triunfo. Osasuna no completó una buena actuación frente al equipo que entrena Íñigo Pérez, pero fue capaz de rescatar unos minutos suficientes, con la receta que ha llevado al éxito en otras ocasiones, como para meterse un punto en el zurrón y que el retorno a El Sadar del aficionado no concluyera en fiasco.
El empate de Osasuna tiene su mérito porque el Rayo fue un contrincante siempre incómodo –casi marca un segundo gol en el segundo tiempo en un disparo de Isi desde el centro del campo– y porque los rojillos jugaron mucho tiempo con sordina, ralentizados en muchas de sus acciones y en la toma de sus decisiones. En este escenario, la importancia del empate es clara, como tiene un indudable valor el protagonismo del autor del gol de la igualada. No es fácil hacerse un hueco en los planes del entrenador, incluso para los partidos de Copa, tradicional competición en la que pueden encontrar aire los menos habituales, por lo que aparecer en las oportunidades que reparte el técnico y adquirir el carácter de jugador decisivo es todo un premio. Raúl García vive a la sombra de Budimir, y eso no debe resultar nada cómodo, pero ante el Rayo Vallecano completó una correcta actuación, se vio al futbolista con manejo de la pelota y búsqueda de espacios y, lo principal, marcó un gol que disipó un panorama en el que no se vislumbraba solución.
Vicente Moreno ha ido dejando muy claro que ni ofrece pistas ni hace concesiones, y que si en San Mamés se cruzaron datos y decisiones para sacar aquel once vencedor, la misma reunión de circunstancias se debió dar para la configuración del once que se midió al Rayo, porque salieron al campo los mismos. Aunque la reiteración no fue sinónimo de éxito esta vez, sobre todo en los primeros cuarenta y cinco minutos. Osasuna firmó un primer periodo flojo ante un conjunto madrileño más fresco en el despliegue y también acertado en la toma de decisiones.
No fue un encuentro excelente para ninguno de los dos equipos y lo único destacado de la primera parte fue la acción del gol de los madrileños. Camello corrió desde el centro del campo aprovechándose de un buen pase de Ratiu, a la espalda de los centrales. Sergio Herrera prefirió esperar el duelo mano a mano con el delantero en el área, pero el atacante fue más rápido en desenfundar y definió con calidad.
Osasuna no reaccionó, aumentó su presencia en el campo rival, pero no fue capaz de crear ocasiones, de generar algo alrededor de la portería de su rival. El Rayo estuvo cómodo y salió con peligro a la contra. Osasuna siempre se mostró incómodo y con menos poderío que otros días. Salvo en el caso de Jesús Areso. A cada jornada el lateral le echa un pulso a la lógica con un derroche de esfuerzo y compromiso monumentales. Frente al Rayo no fue excepción y fue creciendo con el paso de los minutos, cuando el personal empezaba a resoplar, mayor y mejor en su exhibición en la segunda mitad que en la primera.
Raúl García y Abel Bretones entraron tras el descanso para afilar el perfil de Osasuna, aunque lo primero que ocurrió es que al lateral se le escapó De Frutos para rondar el gol. Fue un aviso que no influyó en el ánimo de los rojillos, con más determinación y mejores con el balón, con Moncayola incrustado en el eje, con el flanco derecho para Rubén García junto a Areso y Aimar en el lado izquierdo. Moncayola firmó el primer lanzamiento a puerta en condiciones a los ocho minutos de la reanudación. En los mejores instantes del equipo, Osasuna se cobró el gol del empate en una acción excelente por la derecha, con centro de Rubén García, que estalló hacia la portería como un nueve de siempre Raúl.
El Rayo no se descompuso y, al contrario, demostró personalidad. Isi estuvo a punto de marcar el gol de la jornada con un lanzamiento desde la zona de banquillos que fue arreglado entre la manopla de Sergio Herrera y el larguero. A los dos equipos les faltó claridad de ideas y no les bastó con el empeño en un final de partido muy abierto. Lo que sucede cuando a uno se le atraganta la Liga.
Ficha técnica:
1 - Osasuna: Sergio Herrera; Areso, Catena, Boyomo, Juan Cruz (Bretones, m.46); Rubén García (Kike Barja, m. 76), Moncayola (Iker Muñoz, m. 81), Torró, Pablo Ibáñez (Raúl García de Haro, m. 46), Aimar; Budimir.
1 - Rayo: Batalla; Ratiu, Mumin, Lejeune, Chavarría; De Frutos (Balliu, m. 60), López (Gumbau, m. 68), Óscar Valentín, Embarba (Nteka, m. 86), Isi (Trejo, m.87) y Camello (Álvaro García, m. 60).
Goles: 0-1, M.19: Camello. 1-1, M.59: Raúl García de Haro.
Árbitro: Muñoz Ruiz (Comité Gallego) Amonestó a Ibáñez (m.40), Moncayola (m.72) y Areso (m.81) por parte de Osasuna, y a Óscar Valentín (m.38) y Batalla (m.84) por parte del Rayo.
Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima jornada de LaLiga EA Sports disputada en el estadio de El Sadar ante 20.770 espectadores.
Arriba o abajo, por Tomás de la Ossa
Todo empate tiene tantas lecturas que no sabes con cuál quedarte. Si consolarte con eso de que cuando no se puede ganar es importante empatar; si considerarlo una víctima colateral de la gran victoria copera en San Mamés; o si comenzar a preocuparte de verdad, porque ya son ocho jornadas ligueras sin ganar y los de abajo están espabilando. Aunque dicen los estadísticos del fútbol que la Liga va camino de una permanencia de 39 puntos, es decir, un punto más que jornadas, y eso da tranquilidad porque ahí lleva Osasuna un +6 gracias a haber llenado el granero en la primera vuelta. Pero asusta un poco ver que de repente todo le cuesta al equipo en esta competición. Comienza a ser ya importante cantar una victoria liguera. Como bálsamo, como convicción de que se puede y como esperanza de acabar la temporada mirando hacia arriba –anda la Liga tan rara que Europa está a solo 4 o quizás 2 puntos– y no hacia abajo.