El Valencia visita a Osasuna en una situación delicada, siendo el tercero por la cola en la clasificación, y pretende sumar cada punto para no caer a Segunda División, donde no juega desde la temporada 1986/87. La temporada 1985/86, en la que no lograron salvar la categoría, los valencianos caían en El Sadar por 2-0, con tantos de Sola e Ibáñez. 

La caída a los infiernos

La situación tanto deportiva como directiva del Valencia dista mucho de sus mejores años. A principios de siglo, el club che peleaba por conseguir su primera Copa de Europa ante el Real Madrid, que acabaría endosando a los valencianos un 3-0 para levantar su octava Champions. Un año más tarde, el Valencia repetiría la gesta ante el Bayern de Múnich, aunque la balanza caería del lado de los bávaros, ganando por la mínima en el Giusseppe Meazza

Con el paso de los años, jugadores de talla mundial fueron disputando sus encuentros en Mestalla, siendo un hueso duro de roer para cualquier equipo de La Liga. De todos modos, las malas decisiones directivas y la venta de jugadores claves lastraron al equipo, llegando a tontear con el descenso en los últimos años. Este año, el conjunto che lleva gran parte de la temporada en la zona baja, llegando a ocupar incluso la última plaza. Con 15 partidos sin ganar fuera de casa, su última víctima a domicilio fue precisamente Osasuna, con un triunfo por la mínima el 15 de abril de 2024.

Encontronazo entre Budimir y Guillamón en el Osasuna-Valencia Oskar Montero

Durante la temporada 1985/86, el Valencia también llegaba a Pamplona con la idea de sumar para salvar la categoría. Osasuna, que acabó 14º en la tabla (en ese momento había 18 equipos en Primera División), también se la jugaba para encaramarse a la salvación, en un equipo formado por grandes leyendas del club como Bustingorri, Echeverría o Enrique Martín.

La 29ª jornada de liga enfrentaba a Osasuna y Valencia en Pamplona. Los navarros estaban empatados a 21 puntos con el Hércules, equipo que marcaba un descenso del que Osasuna se libraba por la diferencia de goles. Los valencianos visitaban El Sadar en 17ª posición, con dos puntos menos que Osasuna y Hércules, y llegaban con un equipo con la calidad suficiente como para aprovechar la situación en detrimento de los navarros, aunque las cosas no saldrían como lo planearon

Un Valencia repleto de talento

Siete años antes, en la temporada 1978/79, el Valencia había logrado conquistar la Copa del Rey tras enfrentarse al Real Madrid en el Vicente Calderón. Con un resultado de 2-0, el Valencia conquistaría uno de los trofeos más complicados del fútbol español, con una generación de grandes futbolistas que se coronaría con una Supercopa de Europa de la siguiente temporada, donde se impusieron al Nottingham Forest gracias a la regla de los goles fuera de casa (quedaron 2-1 en Inglaterra y 1-0 en Valencia). 

El Valencia que llegaba a Pamplona no era el mismo que el de pocos años atrás. El club mantenía a varias de sus figuras, aunque el equipo no acababa de dar con la tecla. En portería estaba una de las leyendas del club che: José Manuel Sempere. El guardameta alicantino estuvo 15 temporadas en el club, donde disputó 320 partidos. Sempere también tuvo la oportunidad de jugar con la selección en diversas ocasiones durante la fase de clasificación del Mundial de 1982, aunque sería suplente de Luis Miguel Arconada, legendario portero de la Real Sociedad, y no llegaría a debutar en la competición. 

Aunque era su segundo año en la ciudad del Turia, Quique Sánchez Flores se había convertido en una pieza fundamental en el esquema del equipo, tanto bajo la dirección de Óscar Váldez, que dejaría el equipo el 26 de enero de 1986, y Alfredo di Stéfano, su sucesor en los banquillos. En la defensa también lo acompañaba Miguel Tendillo, 21 veces internacional con España, en el que sería su último año en Valencia antes de pasar por las filas del Real Murcia y el Real Madrid (además de un breve paso por Donosti). Otra de las figuras que se despedirían del Valencia esa temporada fue Ángel Castellanos, que se acabaría marchando al Granada de Segunda División B, donde disfrutaría de su último año de carrera profesional. 

En ese momento, el Valencia también contaba con jugadores de talla mundial como Wilmar Cabrera. El atacante charrúa vistió la elástica internacional en varias ocasiones, y fue el máximo anotador de aquel Valencia, con 11 tantos en la temporada 1985/86. 

Cuando Osasuna se llevó los puntos

Con estos nombres, el Valencia llegaría a Pamplona con la intención de sumar para salvarse, enfrentándose a una marea roja que les aguardaba con el cuchillo entre los dientes. El 16 de marzo de 1996, navarros y valencianos saltaban al césped del Sadar para disputar la jornada 29 de la competición liguera. Pasada la media hora, dos zarpazos de Sola (minuto 34) e Ibáñez (minuto 38) hicieron tiritar al cuadro che, que fue incapaz de reaccionar. La inoperancia del equipo era más que evidente, mostrando uno de esos casos donde el juego del equipo no estaba a la altura de los nombres, algo que le sucedería también al Atlético de Madrid en el año 2000

Los valencianos no pensaban agachar la cabeza y, aunque cayeron en su siguiente encuentro frente al Athletic (1-2), sacarían puntos valiosos ante Sevilla (0-2) y Hércules (3-1), pero la puntilla final la acabaría dando el Barcelona (3-0), ya que el empate del Cádiz esa misma jornada condenaba al Valencia a la categoría de plata del fútbol español. El destino quiso que el último partido de liga fuese en Valencia ante el Cádiz, que les aventajaba por cuatro puntos en la tabla. La victoria por 1-0 de los locales recortó la distancia a tan solo un punto, pero ya era demasiado tarde

A pesar del paso de los años, en Valencia aún tienen la espina clavada de la temporada 1985/86. Aunque la estancia en Segunda División fue breve, ascendiendo en la primera temporada, el recuerdo persiste en la memoria de una afición que ve cómo los fantasmas del pasado vuelven a acechar a la desembocadura del Turia, con una temporada en la que cada punto cuenta, y donde la salvación puede que vuelva a pasar por Pamplona.