Budimir ya es leyenda
Me pongo en la piel de Braulio Vázquez (aunque él no lo crea) y hace falta valor para poner todos los huevos en la misma cesta
Vivimos un momento histórico. Difícil de repetir. Para hacernos una idea, han pasado 90 años, una postguerra, una dictadura, la conquista de la Luna, la desaparición de The Beatles, la muerte de Maradona y un hombre de raza negra como inquilino de la Casa Blanca. En estas nueve décadas, el osasunismo ha depositado sus ilusiones en Sabino, Ostívar, Iriguíbel, Urban, Ziganda o Iván Rosado. Pero la del 9, nunca ha sido una posición cómoda en Osasuna.
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Por las peculiaridades del equipo, por las prestaciones de su mano de obra, pueden salir partidos en el que el especialista en el remate, obligado a trabajar, ve la portería del rival a larga distancia o lucha en franca inferioridad contra dos centrales. Marcar 10 goles en Primera era motivo de celebración y asombro. Llegar a 20 es llamar a la puerta del Olimpo futbolístico y que abra Julián Vergara. Al delantero de Olite una web especializada le atribuye 172 goles con la camiseta roja. Pero son más; los que firmó en el Barcelona, en el Constancia de Inca, en el Escoriaza... y en el Erri-Berri. Aquellos 20 goles en 22 partidos de Vergara en el debut de Osasuna en Primera (1935-36) han sido siempre un referente, un imposible. Como lo sigue siendo el porcentaje de goles por partido.
Otro fútbol
También hablamos de otro fútbol, de otra preparación, de lo que era un trabajo a media jornada con lo que es una profesión con altas retribuciones. Sería ocioso, por tanto, entrar en el juego de las comparaciones. ¿Es Budimir mejor que Vergara? Como el croata, el aprendiz de peluquero ofrecía un buen juego de cabeza, acompañado por un preciso golpeo de balón desde fuera del área. Luego estaban aquellas exhibiciones de 10 goles o 4 goles en un partido. En la definición de leyenda aparece el apellido Vergara. Y desde ayer, si no estaba ya incorporado, el de Budimir. El ariete, que abrió su cuenta de goles en Pamplona ante el Atlético de Madrid, repitió con esa arma que tiene en la cabeza. Esta vez a pase de Kike Barja; entonces, de Rubén García. Su trayectoria en Osasuna no ha caminado sobre una alfombra roja porque ha habido inquietantes periodos de sequía. Y competencia: Calleri, Enric Gallego, Chimy Ávila, Kike García...
A Budimir el osasunismo le miraba con lupa porque llegó a Pamplona con una etiqueta en la que estaba impreso su precio: 8 millones de euros. El fichaje más caro en la historia del club. Me pongo en la piel de Braulio Vázquez (aunque él no lo crea) y hace falta valor para poner todos los huevos en la misma cesta. No solo ha acertado sino que la operación está saliendo barata. Sin descartar que aún pueda cerrarse un jugoso traspaso de un futbolista que en julio cumplirá 34 años. Esto da muchas vueltas.
“Somos contentos”
Budimir, popular también por acuñar aquella celebrada frase de “somos contentos” tras una victoria, es una leyenda de carne y hueso; alejado del estereotipo de las estrellas del fútbol, es un deportista entregado a su profesión. Tiene el hambre que hace grandes a los delanteros; una ambición que no es egoísmo sino compromiso. Por eso, no cabe interpretar como una desconsideración con los compañeros que ayer se señalara hasta dos veces sorprendido de que el entrenador ordenara su cambio. Moreno le quería premiar con la ovación del estadio, pero no le entendió. Era un momento histórico y Budi solo pensaba en el próximo gol.
Confidencial
Vicente Moreno sorprende a los dirigentes. La decisión del entrenador también ha cogido con el paso cambiado a la dirección del club. Llama la atención que Osasuna no haya reaccionado a la noticia con un comunicado oficial. Sólo se ha expresado al respecto Braulio, quien dejó entrever que llegaron a sopesar la destitución durante la prolongada mala racha de resultados.