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Calle de Yanguas y Miranda, 1965

Calle de Yanguas y Miranda, 1965

EN 1965, la calle de Yanguas y Miranda era aún un conglomerado de viviendas civiles que se iban abriendo paso, poco a poco, entre los vetustos edificios de los cuarteles militares, cuya existencia tocaba ya a su fin.

La fotografía ha sido obtenida desde uno de los extremos del Paseo de Sarasate, y recoge el momento en el que un Citroen Tiburón gira hacia el Portal Nuevo, cruzándose en plena curva con una furgoneta Citroen Dos Caballos, que asciende hacia la iglesia de los Paules, cuya silueta se ve al fondo. En la acera, aparcados, se suceden un Seat Seiscientos, un Renault Dauphin y un Renault 4. En cuanto a los edificios, a la derecha abre la calle el edificio de la antigua Audiencia, y al fondo a la izquierda se ve el cuartel de Intendencia, poco más o menos enfrente de la fachada escalonada del cuartel de Infantería, pudiéndose incluso adivinar el perfil del cuartel de Ingenieros. Entre los edificios civiles que salpicaban este primitivo ensanche, vemos el ladrillo aplantillado como material dominante, y la presencia de vistosos miradores de madera acristalados, tan apropiados para el clima de Pamplona.

HOY EN DÍA, la calle se encuentra muy transformada, aunque cierto es que conserva su trazado original y algunos elementos aislados. Permanece inalterado, al menos exteriormente, el inmueble de la Audiencia, transformado hoy en Parlamento de Navarra. Enfrente, un edificio de viviendas, cuyo derribo se planteó insensatamente hace algunos años, constituye hoy una reliquia de lo que era esta zona de Pamplona en los primeros años del siglo XX.

La mayor parte de los edificios civiles han sido derribados y sustituidos, con mayor o menor fortuna, por bloques modernos. El edificio de la Caja de Ahorros, con su estructura de hormigón y sus cierres acristalados, se levanta aproximadamente en el lugar del Cuartel de Infantería, mientras que el de Intendencia ha sido sustituido por el Corte Inglés, un auténtico hito en la historia de la arquitectura pamplonesa, pues vino a demostrar, de modo fehaciente, que en Pamplona cualquier cosa puede ser edificada. En cuanto al Tiburón y al resto de sus compañeros, en el mejor de los casos dormirán el sueño de los justos en algún desguace de la cuenca de Pamplona.