Los bares Nicolette, Gartxot y Letyana, así como la tienda de compra venta Tocateja fueron algunos de los que accedieron a estas subvenciones, de entre 590 y 227 euros.
"Hay que ponerse a la altura de las nuevas tecnologías, ya había bares con wi fi y la gente nos preguntaba si teníamos conexión, así que aprovechamos la subvención", explicó José Ramón Martín, encargado del Bar Letyana (Travesía Bayona, 2). Ante el coste de la red que, según calculan algunos de los comerciantes, ronda los 40 euros al mes, la ayuda "se agradece", tal y como valoró Santos Ayesa, del Bar Nicolette (Tejería, 32-34), quien asimismo calificó su instalación como "casi imprescindible".
clientes
El perfil del usuario
"A mí me viene de perlas y los clientes lo usan mucho", aseguró Ayesa. A lo largo de la semana y casi a diario, las mesas de este establecimiento reciben a profesionales con sus portátiles que aprovechan el descanso del café para ultimar sus labores. "La gente del barrio viene, pide algo, saca sus papeles y se pone a consultar en la web", explicó Ayesa. Por su parte, Martín reconoció que, a pesar de que Letyana no era un establecimiento para gente joven, en ocasiones acudían estudiantes con móviles o portátiles. Pero gran parte de los usuarios está constituida por empresarios que tienen "reuniones o comidas de empresa en las que se solicita". Un perfil similar es el habitual en el Bar Gartxot (San Alberto Magno, 10). "Mucha gente que no te esperas aparece con el ordenador o con los móviles, casi siempre adultos, comerciales, que toman un café y se quedan consultando algo con el ordenador", corroboró Silvia Jimeno, dueña del establecimiento, quien asimismo reconoció que, con la instalación de la red, aspiraba a "atraer clientela", al darle "otro ambiente al bar y un poco más de vida a la zona de las mesas" y que tuviese más accesibilidad". Para Jimeno, supone a la vez "un servicio al cliente" y un apoyo para su trabajo. "Yo veía que había wi fi en lugares abiertos y me pareció interesante tener aquí, sobre todo de cara a la gente que viene al bar", explicó Jimeno. "Al final tienes que buscar cosas para estar al día", concluyó la joven.
Esta coincidencia de ventajas para el propio negocio y para sus clientes se refleja por ejemplo en el caso de María José Irisarri, que trabaja en el Bar Catachu (Lindachiquia, 16) y acostumbra a conectarse no sólo en éste, sino también en otros bares que frecuenta. "Aquí (en el Catachu), suelo utilizar el ordenador del bar, pero también suelo ir a otros bares con el ordenador, como ocio sobre todo", explicó Irisarri, quien asimismo reconoció que "viene mucha gente joven a pedirnos la contraseña, casi siempre al mediodía y en la hora del café. Me parece muy buena idea que se ofrezca".
En cuanto al control de la red, Jimeno hizo hincapié en que "la responsabilidad es nuestra", por lo que la contraseña "es una manera de saber quién lo está utilizando y para qué". También en Letyana consideran que la conexión debe estar controlada. "Les damos una contraseña y tienen un tope de tiempo. Lo pones una o dos horas y si necesitan más tiempo, lo vuelvo a conectar, porque queremos tenerlo controlado", concretó Martín.
otros comercios
Una espera más amena
Un caso peculiar es el de Tocateja (Paulino Caballero, 43), una tienda de compra venta que quisieron amenizar la espera de sus clientes mientras probaban sus productos. "Muchos vienen con su portátil o con móviles y les facilitamos la contraseña, que cambiamos semanalmente. Creo que es una ventaja para el cliente, así que cuando vimos la noticia de que era subvencionable, la solicitamos", recordó Oscar Ambrajo, encargado de la sección de compras. "La gente lo ha notado y está contenta, porque quienes tienen media hora de espera para vender. Es algo que depende del aparato, hay consolas que se prueban en cinco minutos, pero los ordenadores hay que probarlos y tienen que esperar", agregó Ambrajo.