En 1920 el extremo meridional de la calle de la Merced terminaba bruscamente con el alto paredón de la muralla de Tejería, teniendo continuidad únicamente a través del estrecho corredor que precedía, a derecha e izquierda, al talud amurallado y lleno de vegetación.

La fotografía recoge una instantánea de la calle y de la propia muralla en los últimos días de existencia de esta última, toda vez que fue derribada en el verano de 1918. Por esta razón, tanto la calle como la propia muralla fueron objeto de numerosas fotografías, que hacen hoy las delicias de los aficionados a las cosicas de Pamplona. Vemos en la foto una escena de esta calle, recoleta y castiza, con mujeres sentadas en el portal de casa realizando labores de costura, hombres sentados ante el taller artesano para aprovechar la luz exterior y, cómo no, una turba de críos que posan en el centro de la calle. Y es que, por aquel entonces, ver a un fotógrafo haciendo su trabajo en la calle debía de constituir todo un acontecimiento.

HOY EN DÍA la calle de la Merced da acceso al casco antiguo pamplonés desde la cuesta de Labrit, siempre llena de vida y agobiada por el tráfico. La muralla desapareció hace ya casi un siglo, y en este tiempo la calle se ha verticalizado notablemente, como muestran los edificios que han sustituido a los viejos caserones de 1918.

La calle de la Merced surgió en la Edad Media como calle mayor de la Judería pamplonesa. En el siglo XVI, y tras la expulsión de los judíos, la calle tomaría el nombre del convento de Santa Olalla de los Mercedarios Calzados, o sea de la Merced, que se había levantado en 1594 sobre el solar de la antigua sinagoga. Con la Desamortización de 1836 el convento fue suprimido, y durante años el local fue almacén donde se guardaban, entre otras cosas, los gigantes de Pamplona y los coches fúnebres municipales. El edificio fue finalmente derribado en el año 1945, pero su antigua existencia quedó perpetuada con el nombre de la calle.