En 1913 esta zona marcaba el final del núcleo histórico de Pamplona, y ocupaba una parte de lo que desde antiguo se había llamado Taconera, y que desde hacía algunos años estaba siendo urbanizada y edificada. La calle de las Navas de Tolosa había surgido en el año 1890, cuando se abrió el Primer Ensanche, dando frente a las embocaduras de las calles de San Gregorio y San Antón. Y como queriendo tomarse una revancha por los siglos en los que Pamplona había permanecido constreñida y ahogada por su cinturón amurallado, la diseñaron con una amplitud hasta entonces inusitada.

La fotografía muestra a un grupo de catorce personas, entre los que contamos diez hombres, una mujer, una niña de unos diez años y dos muetes más pequeños. La imagen va centrada por el carro de un heladero ambulante, decorado de manera colorista. Es imposible saber si se trata del carrico del helau que daría origen al popular sonsonete, pero para evitar equívocos nos apresuraremos a descartar que se tratara del puesto de Eliseo Sanchiz, el más famoso heladero de la historia de Pamplona. Todavía faltaban catorce años para que el célebre alicantino arribara a Pamplona, y para que recorriera sus calles con un carricoche en el que habría de pintar, con caracteres bien grandes, un irresoluble jeroglífico, con el que anunciar de manera enigmática sus helados: El A-2.

HOY EN DÍA la zona permanece extrañamente reconocible, y es que, aunque no son pocos los elementos que han sido alterados o sustituidos, también es verdad que los mayores cambios afectan al mobiliario urbano y a la concepción misma del espacio. Por poner un ejemplo, plantar hoy aquí el carricoche e intentar repetir la fotografía de 1913 sería poco menos que un acto suicida a causa del denso tráfico, aparte de que atraería, de forma inmediata, a los agentes encargados de ordenar la circulación.

Alcanzamos a reconocer algunos de los edificios de 1913, aunque se perciben empequeñecidos por los altos bloques que se han levantado en las últimas décadas. Medio ocultas por los árboles vemos además las casas de la calle Ciudadela, que transcurre de forma paralela a la de Navas de Tolosa en este tramo. Es una calle ciertamente especial, puesto que solo tiene acera de números impares, y está separada de la calle vecina por un pequeño jardín y por un desnivel de más o menos un metro de alto, que se salva mediante un pretil de piedra. Según hemos podido saber, hacia 1913 la calle Ciudadela estaba ocupada por un establecimiento de reparación y venta de motocicletas y sidecares de la norteamericana marca Indian, así como por el almacén de Aldaz Hermanos, que se dedicaba a la fabricación de gaseosas y a la venta de vinos, aceites y agua de seltz, también llamada agua carbonatada o soda.