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Juan Karlos Nagore, con la música a todas partes

Desde hace 15 años, Nagore, el 'hombre-orquesta', recorre los municipios de Navarra animando las fiestas con su acordeón como fiel compañero

Juan Karlos Nagore, con la música a todas partesIBAN AGUINAGA

pamplona - Mucho ha cambiado la vida de Juan Karlos Nagore desde que actuó por primera vez con 11 años en un concurso de jotas de Larraga. Pero la música continúa tan presente en su día a día como entonces. Ahora, con 48 años, incluso viaja con ella por Pamplona y los municipios de la Comarca. Es un hombre-orquesta, una figura que se ha popularizado en los últimos años y que ameniza las fiestas con "canciones más populares y de farándula: merengue, salsa, euskal musika...". "A los que nos dedicamos a esto nos ha favorecido la crisis, ya que no hay presupuesto para contratar a grandes orquestas. Ha proliferado mucho el hombre-orquesta, pero cada uno hacemos más o menos nuestro territorio y nos respetamos", asegura.

Vecino de Mendillorri desde hace 18 años (antes vivió en la Rochapea), casado, rojillo, socio de la peña Irrintzi y amante "de todo lo que se base en comer y cantar", empezó en el mundo de la música con seis años, aprendiendo solfeo en el conservatorio Pablo Sarasate. Después, interesado en tocar el acordeón, lo estudió "por libre" con Víctor Valencia, que le preparó para examinarse en el Conservatorio de Música de San Sebastián, ya que el acordeón "no era un instrumento oficial y regulado en Pamplona". En la parte más profesional, formó un grupo junto a sus hermanas Txus y Susana en 1979, con las que vivió su primer concierto en Larraga. Aunque cambiaron los componentes, Juan Karlos siguió en activo en este conjunto hasta hace 15 años.

Su fiel compañero es un acordeón de seis kilos (casi la mitad que uno normal) basado en el sistema Midi. "Es un acordeón digital, en el que se toca a tiempo real pero es el instrumento el que transforma los sonidos", explica. Hay 128 distintos, cuyos niveles él puede ajustar dependiendo de lo que quiera conseguir. Es un sistema "que lleva varios años con éxito en Italia y Francia, y que ahora está surgiendo aquí". Como ejemplo de lo que es capaz de hacer, recuerda lo que ocurrió en una boda. "Se casaban una ecuatoriana y un cubano, y aunque les expliqué mi repertorio, me querían contratar. En la actuación, como querían bailar latinos, fui improvisando con los ritmos manuales y al final toqué euskal musika, por ejemplo un zortziko, pero con ritmo de merengue", relata divertido.

Para su espectáculo, de cerca de tres horas de duración -"más una de montaje", precisa-, despliega un cuadro de luces y cuatro altavoces. No toca canciones modernas "por que no sé hacerlas bien y para eso prefiero poner las de verdad en los descansos", y sus versiones más populares, según señala, son las mexicanas y las polkas: "Son lo que más me piden. En una verbena puedo repetir seis veces una polka". Le gusta la libertad que le proporciona este tipo de vida, ya que puede elegir sus actuaciones. "Generalmente voy por Pamplona y la Comarca y algo de Baztan, pero ando seleccionando. Actúo en verbenas, sociedades, días del socio de las peñas, fiestas populares... Antes en grupo era más difícil porque había que coordinarse para ensayar. Ahora voy a mi aire", apunta.

Juan Karlos cuenta orgulloso que junto a sus hermanas ganó una medalla de Oro en 1983, en el certamen nacional de acordeón Reina Sofía, y otra de plata al año siguiente. También recuerda actuaciones con Anje Dualde, Erramun Marticorena, Niko Etxart y Juan Pardo, pero sin duda, la más importante para él tuvo lugar hace apenas seis meses. En enero de 2014 vivió, como él dice, "la Champions de la música", al actuar junto a La Pamplonesa en un concierto de la Casa de Misericordia. "Estaba en mi terreno, porque llevo 20 años trabajando en La Misericordia y la música es mi hobby, pero para mí fue todo un lujo", reconoce.

balance "Cuando vamos de vacaciones, mi mujer siempre me dice que no la deje sola y suba al escenario, pero normalmente me sale así", confiesa. Es un ejemplo de lo que significa para él la música, aunque si echa la vista hacia atrás no se arrepiente de no haberse dedicado de forma más profesional a ella. "No sé si hubiera podido vivir de la música. Hace unos años tenía muchas actuaciones y quizá sí, pero yo quería tener mi vida y mi trabajo aparte", indica.

Valora la tranquilidad y el poder elegir sus actuaciones, sobre todo por haber "cambiado hábitos". "Antes me complicaba más la vida. Terminaba de trabajar a las ocho, iba a una actuación y terminaba a las cuatro de la mañana. Recoger y al día siguiente a trabajar otra vez. Si fuera mi profesión real no me importaría hacerlo, pero no me lo tomo así", concluye.