Pamplona - “El presente no es bonito, sino que yo lo hago bonito”. La frase es de la médica navarra Begoña García, fallecida en El Salvador en 1990, pero Alberto Jáuregui, hoy miembro del Equipo de Prevención Sociocomunitaria del barrio de San Jorge, la hace suya. “La realidad es bastante dura, y las situaciones por las que pasan muchos chavales, más. Por eso tenemos que darles las herramientas para que aprendan a navegar por las dificultades, y hacerlo con alegría”. Este es uno de los pilares del trabajo de Umetxea Sanduzelai, que 25 años después de su formación, atiende a 267 txikis (hay 57 nacionalidades en el barrio) de forma directa, por su situación de desprotección y muchos derivados desde la Unidad de Barrio, aunque su actividad es tan amplia que llegan a una población infanto-juvenil de 600 menores (el 50% de toda la del barrio), el doble que los 300 con que empezaron allá por 1991.

Porque Umetxea Sanduzelai, que hoy celebra su cuarto de siglo, fue pionero en muchas cosas. Lo recuerda Alberto Jáuregui, que ha pasado media vida detrás del colectivo. Hablamos de 1990-91. “San Jorge entonces era un barrio muy distinto”. La droga, las Casas de Múgica, encajado entre zonas industriales, con la mayor concentración de minorías étnicas de Navarra... “Acababa de salir de la crisis económica de los 80, era un barrio obrero y no había espacios ni para niños ni para adolescentes...”. Entonces, Alberto Jáuregui tenía 25 años y su formación como pedagogo, le hicieron, junto a Antonio Girona, Arantza Goienaga, Ana Huici, Iñaki Merkapide y Eduardo Miranda (un grupo motor de entre 15-20 vecinos) tomar las riendas de lo que sería el primer espacio infanto-juvenil de Pamplona. “En aquellos años, en San Jorge solo había dos colectivos, el de animación Adardunak y el Club de Montaña Gaztaroa”, recuerda Jáuregui, “Montamos una ludoteca en los locales de Sanduzelai, 11, que era también la Unidad de Barrio, con el nombre, Umetxea (Casa de Niños) Sanduzelai, que viene precisamente de la calle donde nos ubicábamos”. Entonces ni en San Jorge ni en la capital había espacios de este tipo. “Fue el primer espacio de encuentro de trabajo en común. A nivel del Estado era lo que se conocía como asociaciones de nuevo tipo, de voluntariado, con actividades para responder a las necesidades de la población”.

Comenzaron a dar forma a su proyecto sociocultural, en un barrio entonces partido por cuatro por las avenidas, y con grandes problemas identitarios. Y fue a través de la historia, de los orígenes del barrio, como tomó forma: “Se desarrollaron los primeros carnavales o la tradición de los mayordomos”. Desde la fiesta, se forjaron los grupos culturales, de dantzaris, txistularis, el zanpantzar, la comparsa... Se celebró la primera Subida/Igoera a Pamplona. “De 20 personas pasamos a 200 en un año”, dice Jáuregui, quien destaca que el apoyo de la Unidad de Barrio, y de Enrique Otal, fue decisivo para que Umetxea se constituyera en asociación, y para que comenzara a abordar los problemas de prevención con los chavales. De hecho, en 1995 se materializó el primer acuerdo con el Ayuntamiento: “La edil María Teresa Gracia se fue de UPN, y se abstuvo en la votación”. Eso lo hizo posible. El Tripartito después fue decisivo para consolidar su labor social con la infancia: “El primer centro de iniciativas sociales se constituyó en el chalé de Gridillas en 1997, y se ocupó la Tabacalera, que funcionó hasta 1999 como local vecinal”.

EMPODERAR A LOS NIÑOS A finales de los 90, tomarían “una de las mejores decisiones de Umetxea”. Había pocos voluntarios en el barrio, y decidieron dar a los txikis el protagonismo: “Había que empoderar a los niños y los adolescentes en la dinámica del asociacionismo, y se creó el primer Consejo Txiki”. Fueron años en que se forjó la Escuela Comunitaria, los centros de verano, los campamentos y los proyectos de cooperación.

En 2011, y de la mano de Barcina, pasaron “el peor momento” de su historia, porque “nos suspendieron el concierto con el Ayuntamiento”. De hecho, todavía sufren el recorte de financiación que se les aplicó en 2010, aunque las vicisitudes les han hecho crecer. En 2014, nace Karrikagune, el primer Centro Comunitario de Iniciativas Sociales, en Doctor Labayen, 17, donde hoy trabajan 5 técnicos y 50 voluntarios, con los ojos puestos, como siempre en los txikis de Sanduzelai, y con la filosofía que empezaron: “Todo lo que se hace tiene un sentido educativo, aquí no se consumen actividades”. Más aún, “la comunidad del barrio es el punto de partida”, y esta “debe trabajar en red con la ciudad y con el mundo”, a través “del trabajo en auzolan, del trabajo en común, sin jerarquías”, y con una labor de prevención, basada “en la formación, en preparar a los chavales para afrontar sus problemas”.

“Ahora estamos inmersos en una nueva etapa del movimiento social, para afrontar una situación crónica y de empobrecimiento general”, dice Jaúregui, quien añade que, no obstante, “Umetxea seguirá aquí, apoyando a cientos de niños y sus familias”. Hoy, a las 19.00 horas, en el civivox, celebran su historia.