pamplona - Pamplona celebra hoy la festividad de su patrón San Saturnino (Cernin). Dice la tradición que siendo Saturnino obispo de Toulouse, visitó Pamplona para predicar en ella. Se dice también que sus palabras sirvieron para convertir al senador Firmo, y que el propio Saturnino bautizó en la fe al hijo de éste, Firmus, posteriormente San Fermín. La procesión de hoy es uno de esos actos tradicionales que forman parte del libro de las esencias de Pamplona. Es por lo que hoy decidimos repasar lo que significa ser un PTV, un Pamplonés de Toda la Vida, en sus tres versiones: defensora, detractora y revisionista. Desde tomar el vermút en el mismo bar de lo Viejo en un pase social, participar en la procesión del día 7 o no fallar a los toros en Sanfermín hasta formar parte de un club deportivo, gastronómico o solidario. Bailar las danzas cada 29 de noviembre y ser parte muy activa de una peña. Mirar por encima del hombro casi sin salir de Pamplona, estereotipos o sencillamente amar las costumbres heredadas.

Óscar Pina creó en 2012 junto con Joseba Pamplona la página de Facebook De Pamplona de toda la vida. Iruindarra, betidanik. Hoy tienen 22.000 seguidores. “Están invitadas todas las personas que son y/o viven en Pamplona y las que no son y viven o no viven en Pamplona. Incluso los PTV. PDTV es un concepto irónico en contraste con el de PTV casta”, subraya.

La idea, dice, es dar a conocer los encierros, los Sanfermines, la historia, la cultura, las artes, la idiosincrasia de los pamploneses, chascarrillos, cotilleos, leyendas urbanas y, en definitiva, “repasar la evolución de la ciudad hasta llegar a la época actual”. “Además, como todo PTV que se precie, no nos quedamos con lo que sucede en la ciudad sino que estamos atentos a todo lo que pueda ocurrir en el mundo y sea de interés, especialmente, a las personas vulnerables (parados, refugiados, maltrato, abusos, intolerancia por motivos religiosos, políticos o raciales, etcétera)”. “Teníamos la necesidad de hablar de política, de sexo, de lo que se publica en diferentes rotativos y reinos un poco de nosotros ante noticias como las que aseguran que Pamplona es la mejor ciudad para vivir, ese chauvinismo... Nos encanta Pamplona y queremos mucho a nuestra ciudad y a nuestras tradiciones pero queremos desmitificar ese prurito de calidad”, admite. Si algo ha cambiado Pamplona, subraya, es que “personas como yo tenemos la sensación de que nuestros gobernantes, ahora, son gente más cercana”. “Lo peor es la resistencia al cambio, es algo muy pamplonés”, remata.

Para Miguel Izu, abogado y escritor, hay quien se toma en serio ser un PTV y otros de cachondeo. Ejercer ese papel de ser de Pamplona tiene que ver a su entender con participar en eventos y tradiciones compartidas siendo el tótem los Sanfermines y, con ellos, acudir a la procesión, a los toros o al encierro, a las “tradiciones de verdad y no de pega”. “Sin duda julio es el reducto de los PTV, el resto del año la gente está más dispersa, incluso muchos se han ido a vivir a la Comarca, pero en Sanfermines hay “militancia”. Y luego están también los lugares emblemáticos, la plaza del Castillo, zonas del Casco Viejo, sitios de culto para el poteo pamplonés o pertenecer a un club deportivo o sociedad gastronómica. ¿Eres PTV? “Supongo que sí. De Pamplona de siempre y con cuadrillas de aquí”. “Algunos lo vinculan con ser de Osasuna pero yo no creo que sea requisito imprescindible”, subraya. La duda es si los jóvenes de menos de treinta años sobrevivirán a este fenómeno. “Lo dudo, les importa menos su ciudad, son más cosmopolitas, saben idiomas y los mandamos a trabajar afuera porque aquí lo tienen complicado de modo que será difícil que mantengan las esencias...”, reitera.

Karlos Irujo, profesor de la UPNA y miembro de Ortzadar, pone la nota crítica al sello pamplonés PTV. “Los de Pamplona principalmente, también de Navarra, nos hemos creído el ombligo del mundo. Esa idea de que aquí se vive fenomenal, que es lo mejor y que todavía perdura”, revela. En el baremo PTV es importante “ser conocido y estar en la calle; estar en momentos y lugares simbólicos cuando hay que estarlo”.

“Lo triste es que esa gente que está en los barrios y no sólo en el centro de Pamplona, trabajando en asociaciones y en la calle, y que dan mucha vida a la ciudad, no son PTV, parece que son otra cosa...”, subraya. “Yo creo que si realmente hay personas que se sienten identificadas con su ciudad deberían trabajar más por ella, en movimientos ciudadanos, en batallas anónimas. ¿Acaso tiene más mérito ser de Pamplona y acudir a la procesión de San Fermín o San Saturnino o trabajar de voluntario en el Banco de Alimentos? Hemos generado una mitología entorno a algunos actos que no es ni buena ni mala pero yo creo que no ayuda mucho a la ciudad”, reitera. A Karlos no se le escapa tampoco que se asocie al PTV con un varón que potea en la calle (plaza gizon) con una imagen “pública” potente. “Es alguien al que se le conoce en San Nicolás, y no en Guelbenzu por ejemplo, que acude a las mulillas, al Apartado... Es un gradico más además de acudir a la procesión, ser conocido, que la gente te reconozca”, remarca. Estar presente en el poteo del mediodía o el de la tarde también es habitual en un PTV con estatus. “La mujer no es PTV, está relegada a otra esfera menos pública y muchas veces con la casa a cuestas”.

Una excepción de popularidad femenina es Kati Goñi, socia del Muthiko desde 1966 aunque conoce la peña “desde que tenía nariz y mi padre me llevaba con mis hermanas a pasar la tarde”. Nunca ha visto la procesión de San Saturnino porque coincide con la celebración del día del socio de la peña. “Otra cosa es la procesión de San Fermín que no me la ha perdido salvo un año”, asume. “Lo de PTV tiene un tono peyorativo que a mí no me gusta, es como definir algo rancio... otra cosa es hablar de lo jatorro o de lo propio de aquí, de nuestra idiosincrasia”, explica. Dianas, toros, almuerzos, danzas... Kati no se ha perdido un sólo momentico, además de ocupar diferentes cargos de responsabilidad en la peña. “Yo vivo con orgullo ser de Pamplona, de haber nacido en la calle Javier y pertenecer a una peña atípica en la que las mujeres han tenido muchísimo protagonismo y un papel muy activo. Nuestras maestras de la fiesta, del buen ambiente han sido mujeres de la talla de Marichu, Ana Mari y Maribel Olazarán, más movidas que un saco de ratones, y que han sido motor del grupo de danzas o del coro”, destaca. Ello no quita para reconocer que Pamplona es una ciudad “muy tradicionalista y donde la religión pesa mucho”. “Haber estudiado con curas o monjas nos ha marcado desde el punto de vista educativo”, señala. Lo bueno de la mujer pamplonesa, explica, es su “temperamento”. “Mujer fuerte y luchadora que ni se calla ni se deja dominar”.

Ruth González, de la peña Oberena, opina que ser un PTV es presumir de Pamplona de lo bueno y de lo malo, pero sobre todo “disfrutar de ella”, y en especial de los Sanfermines. “Lo que más me molesta es la gente que quiere aparentar lo que no es”, apostilla. “Pero hay mucho PTV que pasa desapercibido y son los buenos, los que hacen cosas sin ponerse medallas”.

Carlos Erice, autor de “una historia de las peñas e impulsor de blogsanfermín.com, cree que más que por célebre al PTV se le conoce porque le gustan las tradiciones y costumbres de su ciudad aunque muchas veces se utiliza “como coña como cuando se habla de bilbainadas, como sinónimo de fanfarronadas”. “En Pamplona hay cosas que nos gustan y otras que no pero hay que reconocer que ese nivel de asociacionismo popular (peñas) como alma o motor de los Sanfermines y eso no nos hace ni mejores ni peores pero es la impronta de la ciudad”. Ese espíritu colectivo está presente en otros ámbitos como el solidario que “nos hacen sentirnos orgullosos”, o gente que forma parte de una asociación deportiva o cultural.

Los hay que le quitan del todo el carácter despectivo conservador al sello PTV. “La esencia PTV es una herencia transmitida de padres a hijos sobre las tradiciones de la ciudad al margen de ideologías, clases sociales y la evolución de la sociedad. Es una conexión con lo que vivieron y sintieron nuestros ancestros en los mismo actos, procesiones, Riau riau.. que ya empiezan a ser desconocidos por muchos”, abunda José Manuel Calavia, porteador del santo en la procesión de San Fermín y San Saturnino durante 26 años. Hoy llevará la imagen con la misma ilusión que el primer día.