Parada militar en la plaza del Castillo, 1915
En 1915 la vida social de Pamplona estaba absolutamente mediatizada por la existencia de guarniciones militares en el interior de su casco urbano. Los toques de las cornetas cuarteleras podían escucharse por toda la ciudad a lo largo del día, y la presencia de uniformados en calles y plazas era una agobiante y constante realidad.
La fotografía recoge el momento de la celebración de una misa de campaña durante una jura de bandera, y puede apreciarse que el acaparamiento del espacio público es absoluto en la plaza más importante de la ciudad. En el viejo kiosco toca una banda militar, mientras que las autoridades militares ocupan la fachada del viejo teatro Gayarre que, como bien saben nuestros más avezados lectores, por aquel entonces cerraba el frente de la plaza donde hoy se abre la avenida de Carlos III. Reclutas, soldados a pie y a caballo y hasta algunas piezas de artillería se distribuyen por toda la plaza.
Hoy en día los cambios son evidentes. El teatro Gayarre fue derribado en 1931, y su fachada trasladada piedra a piedra a su actual ubicación, permitiendo la apertura de la “gran vía” pamplonesa, mientras que el kiosco de madera fue sustituido por uno de piedra en 1943. También se aprecia la verticalización de los edificios. Si nos fijamos en la esquina de la plaza, vemos que la primera casa hacia la derecha y la segunda hacia la izquierda han sobrevivido, pero quedan empequeñecidas al lado de los bloques construidos con posterioridad.
Con todo, la mayor transformación ha sido sin duda de índole social, puesto que aquel vergonzoso e inmoral servicio militar fue abolido gracias al movimiento de Insumisión de los jóvenes de los años 80 y 90. Uno de ellos, Unai Salanueva, que murió con 22 años, acaba de ser homenajeado por los vecinos de la Txantrea, que han querido dedicarle una plaza en su barrio. Muy bien hecho, sí señor.