pamplona - Comenzaron hace tres décadas en una época en la que era impensable realizar una escapada de varios días al monte con aficionados experimentados. Hoy, en medio del auge del montañismo, la Travesía del Pirineo que coordina el Club de Montaña SCDR Anaitasuna es una cita más que consolidada para los amantes de este deporte.

Allá por la década de los 80, el cuarteto formado por los ahora referentes en el mundo del montañismo Pitxi Eguillor, Eduardo Ezkurra, Trinidad Cornellana y Mar Enmanuel, habían atravesado el Pirineo en 45 días seguidos y pensaron poner en marcha una travesía organizada. La idea cuajó cuando se lo propusieron a Txumarra, actual presidente de la sección de montaña del Anaitasuna y alma indiscutible de este proyecto. “En aquellos tiempos, unir todo el Pirineo andando era algo desconocidísimo para la gran mayoría. Fue un descubrimiento increíble andar durante unas semanas seguidas con cosas básicas y por lugares desconocidos. Era un auténtico reto”, reconoce Joxe Mari Arbelaitz ‘Baxerri’, uno de los guías vinculados al proyecto desde sus inicios.

Sin embargo, aunque esta primera llamada atrajo a un buen puñado de aficionados, sólo unos pocos pudieron cumplir con el desafío, por lo que a partir del año siguiente, se decidió dividirlo por etapas. “Fue algo novedoso que tuvo mucho éxito y funcionó durante muchos años. Cada semana nos juntábamos unas 60 personas, entre navarros, vascos, catalanes, valencianos o canarios”, añade.

Entonces eran los únicos que ofrecían este tipo de travesías, con guías experimentados, cocineros y personas que montaban los campamentos. Con bastantes menos restricciones que en la actualidad, hacían hogueras y pernoctaban al aire libre con el saco de dormir, mirando las estrellas, libres de las limitaciones horarias ahora vigentes en los campings y refugios donde se alojan. “Ha cambiado todo bestialmente. Antes no teníamos tanta información como ahora, los guías no tenían contrato y sólo se pagaba algo por la comida”, declara. Sin embargo, la esencia continúa siendo la misma: compartir la pasión montañera. “Hemos pasado momentos de alegrías, juergas, cuentos, historias de pastores y lugareños, reflexiones acerca de la vida... Aunque también hemos tenido momentos duros después de andar tantas horas”, confiesa Baxerri.

siete HORAS ANDANDO Esta semana, la XXX Travesía del Pirineo se halla inmersa en la Ruta del Agua, un recorrido que une el collado de Azpegi con Candanchú. Siendo los lunes el día de salida, las semanas se irán sucediendo hasta llegar el 19 de agosto a Banyuls. Sin embargo, aunque atraviesen el Pirineo de mar a mar, el camino no siempre se repite. “Además de la GR10 o GR11, intentamos salirnos del sendero habitual y hacer un trazado diferente y más bonito”, explica Iker Gartzia, técnico deportivo que trabaja en la Travesía desde hace ocho años. Así, para esta XXX edición han organizado rutas a través de desiertos calcáreos, senderos mediterráneos o el pirineo más salvaje. “La cuarta semana es muy atrayente porque es la de los 3.000. Tenemos unas 16 personas apuntadas y pasaremos por Culfreda, Forqueta, Posets o el Pico Perdiguero. Aunque lo nuestro es hacer travesía, en función de la demanda organizamos alguna etapa de cumbres”, asevera.

Asimismo, en los últimos años están introduciendo nuevas circulares de cuatro días para aquellos que no se pueden permitir pasar una semana entera. El año pasado visitaron Ordesa; este año, es el turno de Sobrarbe o Kakueta, entre otros.

Duros y largos recorridos en los que obviamente es requisito indispensable contar con una buena forma física. De hecho, ninguna de las excursiones se completa en menos de siete horas, por lo que quien se apunte, tiene que estar habituado a andar por el monte. Por lo demás, es el Club quien pone a disposición del inscrito todo lo necesario para que la marcha funcione. “Los clientes tienen todo hecho, lo único que tienen que hacer es llevar su mochila ligera y disfrutar del monte”, subraya Gartzia. Eso es lo que llevan haciendo en este tiempo aquellos que se han quedado prendados de esta aventura, desde los más jóvenes hasta los más veteranos. “El Pirineo es un lugar maravilloso para hacer trekking y es bonito ver cómo todavía hoy la gente vive ese recuerdo de aquellos años”, concluye Baxerri.