Desde hace meses el ambiente está enrarecido en la calle Jarauta de Pamplona. La convivencia con los ocupantes de un piso en el número 13 roza sus límites desde que sobre las cuatro de la madrugada del pasado sábado una brutal paliza dejara en estado de inconsciencia al propietario del bar Katu. Casi 24 horas después, una concentración bajo el inmueble incriminaba a los ocupantes como autores de la brutal agresión. El vecindario de Jarauta y las calles aledañas lleva meses alertando sobre su preocupación por el aumento del consumo de drogas , entre ellas la heroína, el estado de abandono de los inmuebles de la zona y la poca atención de las instituciones. Las reuniones vecinales se suceden en la zona desde hace cerca de seis meses, el mismo tiempo que llevan los ocupantes en el inmueble. Ayer por la tarde las protestas en la calle se hicieron más notorias con una manifestación y la aparición de pintadas én algunas fachadas.

La extensión de drogas que se entendían desterradas de la zona es, a juicio del vecindarios debido a la presencia de pisos como el de Jarauta 13 que funcionarían como punto de venta. “Con ellos la heroína está al alcance de todo el mundo. No es bueno para el barrio que estén aquí”, comentaron ayer un grupo de jóvenes en las inmediaciones. La actividad en el inmueble se remonta hasta hace aproximadamente “seis meses, desde que se escucha que venden droga”. El inmueble, propiedad del Ayuntamiento de Pamplona, está ocupado por un número de personas difícil de cuantificar. “No es lo mismo que okupen para vivir a que lo hagan para traficar”, añade el grupo de unos 10 chavales.

Otro de los episodios negros ligados a este piso es una denuncia por violación colectiva interpuesta por una mujer en el mes de abril. “Es una calle por la que paso con mucho respeto, más desde que a esa chica le pasó eso”, afirma una mujer mientras paseaba con su hija de corta edad. Jarauta es también una zona que infunde respeto. “A mi hija mayor le digo que cuando venga por esta zona lo haga por la calle Mayor y evite pasar por aquí. Yo por las noches ni vengo”, completa.

La presencia de este piso, y otro similar ubicado en la calle Descalzos, en el que el martes se produjo una identificación de sus ocupantes, son dos profundas razones que crispan la convivencia con los vecinos. “Esto parece una ciudad sin ley, está todo dejado y de aquí todo el que se puede se va”, expresó un comerciante. Esta deriva influye sobre su actividad. “Esto parece un gueto, con lo que ha sido esta zona”, lamentó ante el descenso de negocios hosteleros y comercios. La relación del barrio con los ocupantes, señala, “no existe”. En Jarauta, Descalzos y otras zonas del Casco Viejo, expresa este comerciante, “hay otros pisos okupados pero no hacen nada malo y cuidan los pisos”, distinguió. “Lo tendrán que arreglar antes de que lleguen Sanfermines”, terminó. - D.N.