¿Alguna vez se han parado a pensar quién pinta de blanco y rojo las rocas y árboles que nos guían por los montes? ¿O quién coloca los postes que en un cruce nos indican qué dirección tomar? Unos 180 voluntarios de la Federación Navarra de Montaña mantienen y señalan 800 kilómetros de senderos. “La gente cree que las marcas de pintura salen solas”, bromea Josu Tximeno Elía, 70 años, vocal de Senderos de la FNDME y miembro del Comité de Senderos.

 En la actualidad, 180 personas conservan la GR 11 –senda pirenaica que pasa por Isaba, Ochagavía, Burguete, Urkiaga, Elizondo y Bera–, la GR 12 o Sendero de Euskal Herria, la GR 20 –un sendero circular por la Sierra de Aralar–, la GR 220 –un sendero que bordea la Cuenca de Pamplona– los GRT (seneros de Gran Recorrido Transpirenaicos que unen el GR 11 Y 12 de Navarra con el GR 10 francés), el Trekking del Bidasoa y los.dos Piritrekings alrededor del Refugio de Belagua.

 La Federación de Montaña asigna a cada pareja de voluntarios un tramo de entre ocho y diez kilómetros que recorren dos veces al año. “En primavera y otoño remarcan de blanco y rojo, los colores característicos de la GR, las piedras y árboles del sendero. El viento, la lluvia, la nieve y el sol desgastan las marcas de pintura y tenemos que volver a pasar la brocha para que las señales se vean bien”, explica.

Los voluntarios también reponen las estacas dañadas y corroboran que su parte del sendero esté en perfectas condiciones. “Nos comunican cualquier problema. Por ejemplo, que falte un poste en un cruce o que esté caído, los paneles .... Les pedimos que sean nuestros ojos, que nos trasladen todas las incidencias”, señala.

La federación también debe hacer frente al “vandalismo” de personas que no respetan los mapas que muestran el recorrido, la distancia y la duración de las excursiones. En la GR 220, denuncia Josu, “prácticamente todos los paneles están pintados con grafitis que tapan la información. Y no estamos hablando del marco del panel, los grafitis están sobre el mismo mapa que indica por dónde va la ruta”. Estas actitudes incívicas obligan a limpiar constantemente los paneles del monte Ezkaba y alrededores.

 Los voluntarios también se han encontrado señales con disparos o flechas de postes rotas que indicaban qué dirección tomar en un cruce con varias alternativas. “Hace poco revisamos un sendero nuevo y no duró más de un mes. Un señor fue con la motosierra y cortó el panel y varios postes”, critica.

 A pesar de estos actos lamentables, los mendizales halagan este trabajo altruista que evita que la gente se pierda. “Cuando te encuentran pintando, te lo agradecen y te dan las gracias. Incluso personas que conocen la ruta perfectamente”, apunta.

77 nuevos voluntarios 

La iniciativa no para de crecer y este año se han apuntado otras 77 personas. “Predomina la gente mayor, pero también los jóvenes. A los jovenes se les asignan los tramos mas duros lo cual supone que se cansen antes”, comenta.

 El 18 de marzo, los voluntarios recibirán una formación teórica y les explicarán dónde y cómo deben pintar. “Está prohibido en árboles monumentales, menhires y dólmenes”, explica. Las señales se pintan en farolas, árboles, espacios públicos y piedras de gran tamaño. “Si se les puede dar la vuelta, te pueden tirar al traste todo el trabajo”, avisa. A la tarde, los voluntarios repintarán en la GR 220 del Monte Ezkaba. Además, un técnico de senderos recorrerá con ellos el tramo que se les ha asignado para mantener. “Repasan juntos las señales y así aprenden”, indica.

 Unos años atrás, la situación no era tan boyante. Es más, hasta 2007, la federación no contaba con apoyo institucional suficiente para mantener los senderos y deshomologó las GR . “Los caminos no estaban en condiciones óptimas. Los montañeros se podían perder porque no había marcas pintadas que permitieran seguir los senderos con facilidad. Como no se garantizaba la seguridad, se prefirió quitar toda la información y se borraron las señales. Así, evitábamos que la gente se perdiera”, recuerda.

 Desde 2007, la federación señaliza 800 kilómetros de sendero gracias a la labor de voluntarios. “Mi entorno era montañero y no lo dudamos ni un minuto. Llevo 16 años y aún sigo con la adicción”, relata Julio Martínez, que conserva con mimo los 12 kilómetros de la GR 12 que van desde Belate hasta el puerto de Artesiaga. “Lo cuido como si fuera el cuarto de estar de mi casa”, bromea.

 Dos veces al año, pinta piedras y árboles de blanco y rojo con unas brochas y repone las estacas dañadas. “La gente se queda flipando y nos pregunta cuánto cobramos. Les decimos que nada, pero que tampoco pagamos”, señala.

 El viernes, se homenajeó a Julio en la gala de la Federación Navarra de Montaña que se celebró en el Civivox del Condestable “No sé si me merezco tanto. Para mí, la mayor recompensa es que los bomberos de rescate, que arriesgan su vida para salvar a otras personas, te digan que gracias a tu trabajo la gente se pierde menos por el monte y hay menos accidentes porque dejamos los senderos en muy buenas condiciones. Con eso ya es suficiente”, agradece.

 La Federación de Montaña también reconoció a otros nueve voluntarios que forman parte del proyecto desde sus primeros días. En concreto, se homenajeó a Leoncio Huarte, Jesús Fuentemilla, Margarita Álvarez, Fermín Esnaola, Maite Urkia, Javier Esnaola, Iñaki Merkapide, Antonio Álvarez y Jesús Mari Zapirain.