¿Qué opina de las torres de Salesianos y el resultado urbanístico de estas edificaciones nuevas en medio de la ciudad consolidada? 

– Creo que es un proyecto que aporta mucho a una parte de la ciudad que se encontraba cerrada al espacio público y al uso público por tanto. Por otra parte tiene una identidad específica tanto desde el punto de vista urbano como arquitectónico, ambas están unidas, que se identifica de manera muy evidente. La unidad formal del conjunto está, entre otras cosas, subrayando esa identidad. Compara por ejemplo con el caso de Lezkairu, trazado sobre una base de manzanas, en donde cada edificio, incluso los que hacen mediana, son distintos y en donde no se alcanza esa unidad que es tan grata a la ciudad.

Es evidente que rompen la trama urbana del Ensanche, la manzana tradicional, y que el impacto sobre la silueta de la ciudad es diferente según de dónde se miren. 

– Romper una trama no es malo en sí mismo. Depende de cómo se haga. Esa añoranza por la trama, como si esta fuera una garantía de calidad me parece, sinceramente, un poco simple en términos de juicios arquitectónicos y de conocimiento de la evolución de la ciudad a lo largo de la historia. En realidad la historia de la ciudad esta cuajada de rupturas de tejidos existentes. De interacción de unos con otros. Es verdad que no siempre con buenos resultados pero sí con muchos. Creando momentos de gran interés arquitectónico. De límites y articulaciones que son muy fructíferos a la hora de definir la ciudad presente y futura. Lo importante, como ya he indicado es como se hace, y creo que en este caso se ha hecho bastante bien. Igualmente hay que considerar que el tránsito con el parque de la Media Luna aconsejaba crear un final de la ciudad con espacios abiertos que se convirtieran en una antesala, con uso público, de este.

¿Ha sido un acierto o un error cambiar el ‘sky line’ en el mismo centro de la ciudad?

– En este caso creo que hablamos de un acierto. Por otra parte la idea de sky line hay que contemplarla de una manera dinámica. Todo cambia en la ciudad. Lo que ocurre es que, habitualmente, se hace de una manera más lenta que la vida y los recuerdos de las personas y de ahí la tendencia que tenemos a considerar como permanente, como historia inamovible, lo que está llamado a cambiar. La historia de la ciudad y de la sociedad misma es la historia de estos cambios. Cambios que, como es natural, siempre están sujetos a juicios de valor, y a opiniones variadas que también mutan en el tiempo. Son cambios que necesitan, como un traje nuevo al que nos vamos acostumbrando. 

“Esta transformación en Pamplona tiene un significado importante, pero no sería un gran contraste en otras como Bilbao”

FRANCISCO MANGADO - Arquitecto, coautor de varios edificios en Salesianos

¿Había alternativas? ¿Habría sido más interesante apostar por torres singulares separadas manteniendo la altura original? 

– Siempre hay alternativas. Hablando de ciudad y de arquitectura nunca hablamos, afortunadamente, de una ciencia exacta. La ciudad, como polis, como sociedad, como el lugar cultural más importante, está sujeta a juicios de valor. Es política. La propuesta que usted indica de torres más altas y separadas, hubiera sido desde luego posible, y yo creo que posiblemente atractiva, pero quizás más arriesgado. Vuelvo a lo mismo, siempre hubiera dependido su resultado de los proyectos, de arquitectura realizada y de su calidad.

¿Existen otros ejemplos de urbanismo rompedor en otras ciudades?

– Muchos sin duda. Pero fíjate que yo no me referiría a este caso como algo muy rompedor. O si quieres, junto al término rompedor acompañaría el calificativo con otro adjetivo que añada un valor positivo. Creo, como ya he indicado, que la propuesta de la que hablamos aporta valores a esta parte de la ciudad y a su conjunto. Es verdad que la transformación de la que hablamos, en una ciudad tan pequeña como Pamplona adquiere un significado muy importante, pero no supondría un contraste tan grande en otras ciudades de nuestro entorno con más dimensión. Pensemos en Bilbao por ejemplo. De todas las maneras, insisto, creo que cada ciudad y circunstancias son muy específicas, y que las comparaciones han de darse, siempre matizadas.

¿Cree que este tipo de operaciones se deberían repetir? ¿Qué hay que aprender?

– Pues no lo sé. Depende, otra vez más, de cada circunstancia. Lo que subrayo es que los apriorismos utilizados como credos impuestos e inalterables, la utilización de lo existente como algo intocable, independientemente de su verdadero significado o de su valía, puede resultar estéril. Una cosa es el respeto al contexto histórico o simplemente a lo existente, algo con lo que estoy muy de acuerdo, y otra las interpretaciones personales que se convierten en norma impuesta. La ciudad es un organismo complejo y mutante. Así ha sido a lo largo de la historia y lo seguirá siendo. Es el contenedor físico que va adaptándose a las variaciones del contexto social, cultural, económico y político. Y en este sentido, si bien hay que ser conscientes de la ciudad heredada también lo hemos de ser de que esta es un complejo mecanismo de cambio. ¿Se deberían repetir? No soy yo quien debe decir sí o no. Depende del lugar, las circunstancias, etc… Es la ciudad misma la que lo decidirá.