Se dice que una imagen vale más que mil palabras. Este sábado, día del Casco Viejo, centenares de vecinos y vecinas se sacaron una fotografía en el Jito Alai –el frontón se quedó pequeño– con la que transmitieron un mensaje muy claro: en Aldezar vive un barrio que combate la gentrificación –proliferación de pisos turísticos, masificación de eventos, expansión desmedida de locales de hostelería o alquileres con los precios por las nubes– y, como antídoto, apuesta por construir una cultura popular. “Ante una situación saturada de miles de dinámicas que no responden a nuestras necesidades, frente a los espacios privativos y masificados que vivimos en el día a día, aquí se levanta un barrio, sus gentes, sus colectivos y sus luchas. Aquí está una comunidad cada vez más organizada. Hoy nos juntamos aquí todo el barrio para reivindicar el espacio que es nuestro”, se leyó justo antes de que se sacara la instantánea. Aquí vive un barrio.

Este sábado el Casco Viejo apostó por el Casco Viejo. La frase es redundante, pero es que había competencia. Osasuna jugaba su último partido y no era un choque cualquiera: tras seis temporadas, el capitán del barco, Jagoba Arrasate, se despedía de la afición. Aún así, los pañuelos de cuadros blancos y azules tiñeron las calles de la parte vieja y se celebraron infinidad de actividades: salida de gigantes, danzas a cargo de Ortzadar, feria de artesanía, calderete popular en la plaza de Santa Ana, kantuz, Olimpiadas, campeonato de futbolín, joaldunak...

A las 11.00 horas, una procesión, compuesta por decenas de silletas, partió desde la sede de la peña El Bullicio. Padres, madres y txikis siguieron, como si se tratara del flautista de Hamelín, a los gaiteros que con su música hacían bailar a los gigantes del Casco Viejo –Lurra, Sua y Airea–, gigantes txikis –los agricultores de Navarrería Joan y Mari, los mercaderes de San Cernin Bernard y Aines y los zapateros de San Nicolás Martín y Kattalin–, kilikis –Napoleón, Payaso, Pamplonica y Demonio– y los cuatro zaldikos. Los peregrinos y turistas quedaron asombrados y multitud de teléfonos inmortalizaron el momento. “¿Esto qué es, unos Sanfermines adelantados?, se preguntaron unos turistas despistados.

Al mimo tiempo, decenas de txikis y adolescentes celebraron en la plaza San Francisco –uno de los pocos rincones del Casco Viejo con columpios y parques infantiles– unas Olimpiadas de barrio. Los alumnos de la Escuela Comunirtaria de Formación de Aldezar dinamizaron esta actividad y mediante curiosos juegos recrearon las distintas secciones –fútbol, balonmano, trail y boxeo– que tendrá el futuro club deportivo del Casco Viejo. Los niños y niñas se lo pasaron en grande jugando a atrapa la bandera, la serpiente o corriendo hasta el Jito Alai con los pies atados con cuerdas. Antes de la foto de barrio, se libró la batalla final –un campeonato de sokatira– y se entregaron diplomas a los participantes.

Después de tanto deporte, algunos estómagos empezaron a rugir. Aitziber, socia de Arrano Elkartea “desde chiquitita”, desplegó en Navarrería una mesa que llevaba sobre sus hombros. “Puff, cada año me torro más aquí. ¡Dios, qué calor!”, exclamó mientras se quitaba la chaqueta y el delantal. En un abrir y cerrar de ojos, se creó una fila alrededor de la fuente. “¿Cuándo va a llegar la comida?”, preguntaron los más impacientes. “Siempre les digo que almuercen antes, pero nunca me hacen caso”, bromeó Aitziber mientras colocaba en la mesa tuppers de cartón, servilletas de papel y tenedores de plástico.

A los pocos minutos, que para los más hambrientos se hicieron eternos, Oskar, ayudado por otros socios y socias del Arrano, apareció con tres enormes perolos. Al destapar las tapas metálicas, quedaron al descubierto 25 kilos de relleno, 24 de tomate, 10 de sangrecilla, cuatro de cebolla picada y otros dos de pimiento rojo. Casi nada. Durante más de una hora, el Arrano repartió sin parar centenares de rodajas de este manjar entre vecinos y establecimientos hosteleros del barrio. Y había que dejar un hueco en el estómago para el calderete popular que se prepararon en la plaza de Santa Ana.

A la tarde, se celebró un campeonato de futbolín en el bar Giroa, Auzofesta en la calle Aldapa, actuación de Balkfolk Maider Martineau y Jokin Irungarai a cargo de Ortzadar, dantzas en la Plaza del Ayuntamiento, sesión de DJ en la peña El Bullicio y karro kalejira organizada por GKS Iruñerria.

Asociaciones del barrio

Durante la mañana, los colectivos del Casco Viejo colocaron mesas informativas en la calle Mercaderes y explicaron a los vecinos las labores que realizan, por ejemplo, Haritu –un sindicato de vivienda y despensa solidaria–, Aldezar –asociación compuesta por txikis, gaztes y educadoras que construyen “un barrio mejor” a través del trabajo comunitario–, AHT Gelditu –contraria al tren de alta velocidad en Navarra–, Euskara Irrika –aprender euskera con una sonrisa–, AZGM –Iruñeko Alde Zaharreko Gazte Mugimendua–, Laba o Yala Nafarroa.

Además, las próximas jornadas de barrio se celebrarán el 18 y 19 de octubre en la escuela San Francisco. “Nos tenemos que seguir organizando y cada persona debe aportar en la medida de sus posibilidades”, finalizaron.