Un pitido, una luz roja y una vibración en la muñeca. Jacar, empresa especializada en rehabilitaciones de fachadas y cubiertas, ha equipado a sus 70 empleados –están totalmente expuestos a la radiación solar, faenan cerca de materiales que les rebota la luz y trabajan a decenas de metros del suelo– con unas pulseras que alertan de incrementos repentinos de la temperatura corporal.
“Les da el sol por todos los lados y como consecuencia aumenta la temperatura ambiente y la de su cuerpo. Nos parece una medida preventiva muy útil para evitar golpes de calor y que el operario se sienta más seguro”, indica Oier Monreal, responsable de prevención de riesgos laborales de Jacar.
Cada trabajador tiene su pulsera, desarrollada por la empresa RG Mape y denominada Canaria+, se la colocan antes de comenzar a trabajar en la obra y les mide la temperatura en reposo. “Si en un periodo de tiempo muy corto la pulsera detecta un aumento anormal de la temperatura corporal –entre uno y tres grados centígrados–, empieza a pitar, emitir una luz roja y vibrar”, explica.
La pulsera, detalla, no salta a partir de unos grados en concreto, sino que se adapta a las condiciones físicas, edad y nivel de aclimatación de cada operario. “Está personalizada”, insiste.
El incremento brusco de la temperatura corporal es el primer síntoma del golpe de calor y el que causa el resto de afecciones: dolor de cabeza, vértigos, mareos, vómitos, desorientación, agotamiento, respiración y frecuencia cardíaca acelerada, pérdida de conocimiento... “La pulsera evita la sintomatología más grave”, destaca.
En caso de golpe de calor, el protocolo de seguridad obliga a detener inmediatamente la actividad, acudir a las casetas de la obra, dotadas con aire acondicionado y bidones de agua fría, y descansar. “No deben esperar un poquito más porque está a punto de llegar la hora del almuerzo. Las consignas son claras”, indica. Cuando el trabajador regresa a la temperatura de reposo medida al inicio de la jornada, la pulsera deja de pitar y vibrar y emite una luz verde.
Dos casos
Durante este periodo estival, dos empleados de Jacar han sufrido un golpe de calor. A finales de julio, Joseba Adot, operario que está rehabilitando un bloque de viviendas en Ansoáin, trabajaba al sol a más de 30 grados, aunque en ningún momento pensó que le estuviera dando una insolación.
“Estaba sudando, pero es lo que pasa cuando curras en la calle en verano. Creía que estaba bien, simplemente sentía mucho calor. Ya está”, recuerda Joseba.
Sin embargo, a la media hora de empezar su jornada laboral, la pulsera –se la habían entregado ese mismo día– vibró, pitó y se encendió una luz roja. “Paré y me fui a la sombra. Me parece muy bien que nos hayan dado esta herramienta porque aporta seguridad y evita riesgos”, destaca.
A sus compañeros, Víctor Plat y Franklin Benítez, también les parece una buena medida porque “es un recurso para controlar nuestro cuerpo y saber cómo nos afecta el calor. Trabajamos más tranquilos”, subrayan.
Muertes asociadas al calor
El cambio climático está aumentando los fallecimientos asociados por calor en Navarra. En 2023, se contabilizaron 51 muertes relacionadas con las altas temperaturas, según datos del CSIC. Del 28 de julio al 5 de agosto de 2024, informa Oier, en la Comunidad Foral fallecieron 21 personas por causas relacionadas con el calor.
Estas cifras están obligando a las empresas con entornos laborales expuestos a altas temperaturas –sobre todo de los sectores de la construcción, la agricultura y la industria manufacturera– a tomar medidas preventivas.
En los dos últimos años, Jacar ha formado a su plantilla sobre las consecuencias del calor extremo, cómo prevenir sus efectos y cómo actuar en caso de que a un compañero le dé un golpe de calor; ha adelantado el inicio de la jornada laboral para evitar las horas de mayor insolación, ha acondicionado las casetas con aire acondicionado y bidones de agua fría o ha proporcionado camisetas blancas de algodón y manga larga para proteger la piel del sol y mejorar la transpiración.
Además, desde este año los empleados cuentan con cascos ventilados que facilitan la circulación de aire. “Estamos valorando adquirir chalecos y protectores de nuca que absorben muy bien al agua, la sueltan poco a poco y refrescan al trabajador”, finaliza Oier.