Pamplona, epicentro de la danza de la mano de Duguna
Dantzaris de San Lorenzo, Gipuzkoa, Zuberoa y Tarragona y las comparsas de Gigantes y Cabezudos de Pamplona y Ezpelur de Barañáin han formado parte de la kalejira de homenaje al 75 aniversario del grupo
Existen maneras y maneras de celebrar un cumpleaños. Duguna, los dantzaris municipales del Ayuntamiento de Pamplona, festejó este sábado su 75 aniversario –en primavera organizaron una exposición en el Palacio Condestable y lanzaron el Chupinazo de los Sanfermines 2024– como más le gusta: bailando por las calles del Casco Viejo. La fiesta contó con unos invitados “de lujo” porque alrededor de 300 dantzaris y músicos de ocho grupos culturales distintos –Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona, Danzantes de San Lorenzo, Comparsa de Gigantes Ezpelur (Barañáin), Dantzaris de Gamere-Zihiga (Zuberoa), Ball de Bastons (Tarragona), Aurtzaka dantza taldea y los gigantes de Beasain y Kezka-dantza taldea (Eibar)– participaron junto a Duguna en una kalejira enorme que inundó la ciudad de danzas. “Han venido por amor al arte y por el aprecio que nos tienen. Es un lujo y un placer que centenares de personas se hayan trasladado desde sus lugares de origen para bailar hoy con nosotros. Ha sido un honor compartir esta gran fiesta con compañeros y compañeras”, confesó Aritz Ibáñez, director de Duguna. Pamplona, epicentro de la dantza.
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A partir de las once de la mañana, la plaza San Francisco, hasta entonces prácticamente vacía y en silencio, se convirtió en un hervidero de ruido y gente. “Estamos súper emocionados y contentos de estar en Pamplona. Duguna es nuestro referente más importante en el mundo del baile”, halagó Lidia Gil, presidenta de Balls de Bastons (Tarragona), el grupo de paloteadores más longevo de todo el Estado. “Tenemos 371 años de historia. Desde 1651, bailamos con bastones de madera”, explicó Lidia. “Estamos muy ilusionados porque nunca habíamos coincidido con los gigantes de Pamplona”, señaló Jesús García, presidente de Ekaitz Konpartsa de Beasain. Los gigantes Mattin–un hombre con una espada y un pañuelo rojo anudado al cuello – y Jone –una mujer con una corona de flores en la cabeza y una jarra de cerámica en las manos– desfilaron por las calles del Casco Viejo junto al resto de la cofradía de dantzaris de Igartza, equipados con sus espadas. Los últimos en llegar fueron los danzantes de San Lorenzo, grupo pamplonés fundado en 1997 que entró a la plaza al ritmo que marcaban sus castañuelas.
Bailes en los Burgos
Ya estaba todo listo. Duguna formó el tropel y las decenas de dantzaris, unidos por sus espadas de madera, avanzaron por la plaza mientras giraban, se cruzaban entre sí sin ningún enganchón, brincaban y sonaban los cascabeles que llevaban atados en sus piernas. El tropel de espadas –y el resto de la kalejira– llegó a la plaza de los Burgos, donde cada grupo realizó una pequeña exhibición. Ocho dantzaris de Duguna bailaron trokeo dantzak –una actuación con palos de madera– y se despidieron del público mientras giraban y tocaban las castañuelas. A continuación, el resto de compañeros interpretaron la Ezpata-Dantza. Los dantzaris salieron unidos por las espadas de madera, dieron varias vueltas a la plaza y formaron una roseta compuesta por 16 espadas una encima de otra. Aritz Ibañez –en una demostración de coordinación y equilibrio– se subió a la roseta con dos puñales en la mano, los ezpata-dantzaris que le sostenían empezaron a girar y cuatro ezpata-txikis bailaron un Belautxingo con puñales. La roseta se deshizo al ritmo que marcaba el tambor, Aritz descendió y el tropel puso rumbo a la Plaza del Castillo.
Llegó el turno de los invitados. La comparsa Ezpelur, campeona en el concurso de danzas de gigantes de Azpeitia, bailó un vals al son de la música de los gaiteros. Sus gigantes, que siempre representan distintos personajes del folklore vasco, ayer se vistieron con los trajes de un ezpata-dantzari y el Bobo de Duguna. A continuación, ocho picadores –término que se emplea para definir a las personas que bailan la danza de los bastones– golpearon con fuerza sus palos contra los de sus compañeros e incrementaron paulatinamente el ritmo hasta alcanzar una velocidad endiablada. Al compás del flabiol, una flauta de madera típica de Catalunya, también chocaron los palos contra el suelo, que retumbó, y se los pasaron entre las piernas.
Aurtzaka dantza taldea, un zaldiko y los gigantes Mattin y Jone bailaron la ezpata dantza de Beasain que, desde 2007, se interpreta todos los segundos sábados de septiembre en elConjunto Monumental de Igartza. Al igual que Duguna, formaron una roseta de espadas, el capitán se subió y ondeó una bandera blanca con triángulos azules y rojos. La roseta se deshizo a toda velocidad, los dantzaris crearon corriendo una galería de espadas y los cuatro ezpata-txikis y el zaldiko pasaron por debajo. Kezka-dantza taldea también bailó su ezpata-dantza, que data del 2005 y se pone en escena cada 8 de septiembre en la campa del alto de Arrate.
Los centenares de personas que abarrotaron la plaza de los Burgos disfrutaron de bailes llegados desde Iparralde. El grupo Gamere-Zihiga, Zuberoa, compuesto por seis dantzaris y un zaldiko, bailaron con la música de una flauta, un txun-txun –un tambor de cuerdas– y un violín. Por último, los danzantes de San Lorenzo bailaron con sus arcos de madera y tocaron sus famosas castañuelas. Los txikis, al mismo tiempo, se la gozaron con los kilikis en la Plaza del Ayuntamiento.
plaza del castillo Como broche final al cumpleaños, todos los grupos se dirigieron a la Plaza del Castillo. A las 13.20 horas, un cohete retumbó en el cielo y, al puro estilo chupinazo, la fiesta estalló y los 300 dantzaris y gigantes bailaron a la vez.
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