En 1969, la avenida de Pío XII distaba muchísimo de su aspecto actual y, aunque había recibido su nombre algunos años antes, en 1956, lo cierto es que la calle era aún más conocida entre la población de Pamplona con el nombre de Carretera de Estella.
Como puede apreciarse, predominaban aún las casitas unifamiliares de sabor rural o periurbano, dotadas de huertas, gallineros e incluso de algunas piezas de cereal, aunque comenzaba ya la construcción de los primeros bloques de viviendas. La calle tenía aún mucho más de carretera que de vía urbana propiamente dicha, y podemos ver que perduran aún las antiguas alineaciones de árboles y matorrales, la carretera sin pintar ni señalizar, y la ausencia total de aceras, lo cual obligaba a los peatones a transitar por los arcenes.
En la calzada dos Seat 600, que circulan en dirección a Pamplona, están a punto de cruzarse con un tercer 600, que marcha raudo hacia la salida de la ciudad.
Hoy en día
Pío XII, gracias a actuaciones llevadas a cabo durante décadas y con ayuntamientos de distinto signo político, constituye un entorno perfectamente urbanizado. Calzada y aceras se han ensanchado, se ha dispuesto una mediana ajardinada, se ha iluminado, señalizado y dotado de mobiliario urbano. Las últimas obras, llevadas a cabo bajo los gobiernos de cambio, han tendido a la humanización de la avenida, dando prioridad al transporte público, a la bici y al peatón, tal y como se estila en todas las ciudades del mundo.
Todas estas transformaciones han sido posibles gracias a obras, a intervenciones que siempre causan ciertas molestias. Siempre. Por eso sorprende que, cada vez que los gobiernos de cambio acometen obras de mejora, medios de comunicación de la derecha que todos conocemos emprendan campañas de desprestigio, con el único objeto de extender un sentimiento de malestar entre la gente. Muy chusco todo...