Es una de las sensaciones de esta Navidad. Da igual la hora que sea, la estampa se repite. Decenas de familias agolpadas en el atrio de la iglesia de San Saturnino que se quedan fascinadas observando una obra de arte.

Está teniendo demasiado éxito. No sé si me merezco tanto. Es increíble todo lo que está pasando. El otro día había 70 chavales y me emocioné. Casi no puedo hablar. He conseguido mi objetivo, que la gente disfrute y sonría”, asegura José Luis Barbarin, pamplonés que ha donado un belén de 30m2 a la parroquia de San Saturnino.

Hay que remontarse a 2014 para conocer el origen de esta curiosa historia. José Luis, un manitas de manual, homenajeó a su madre, Urbana Avínzano, con un belén. “Era de un metro por un metro. Lo ponía en la mesa del salón”, relata.

José Luis le cogió el gustillo y continuó diseñando belenes para la residencia Amma –su hermana vivió allí cuatro años–, la Casa de Misericordia o San Juan de Dios.

Con la llegada del covid, los directores de los centros le pidieron que no montara los belenes porque los usuarios se juntaban demasiado y aumentaba el riesgo de contagio y se llevó todas las figuras, animales y edificios al palacio de Atondo. “Lo guardé en la bodega”, indica.

El belén, que había incrementado su tamaño considerablemente, parecía condenado a coger polvo. José Luis se negó a que su trabajo tuviera ese destino, se pateó la ciudad en busca del lugar idóneo y un día se topó con el atrio de San Saturnino.

Ahí tengo que montar yo un belén”, pensó. Dicho y hecho. Joaquín Antúnez, amigo de José Luis, conocía al párroco César Magaña, le pidió permiso y accedió. 

En el último mes, José Luis ha estado en el atrio de San Saturnino desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche. Domingos y festivos incluidos. “Muchos días no he parado a comer. He adelgazado cuatro kilos”, asegura.

Estar a régimen no le ha importado demasiado porque, aunque parezca mentira, cuando llegaba a casa tampoco se metía grandes cenas. “Sería feliz si no hubiera que comer, pero cocino todos los días”, se ríe. 

Poco a poco, armó el belén y el resultado es espectacular. La fuente de la plaza del concejo, su caserío natal de Ibiricu, hórreos –el de Aranzadi y el de Iracheta, en la Valdorba–, la icónica casa-torre –el tejado es blanco porque no le dio tiempo a pintarlo de rojo– de Donamaría, la iglesia de Unciti, la torre de Olkoz... “Recorro Navarra con mi cámara, fotografío los edificios que me gustan y las imágenes me sirven de base”, indica. 

Además, ha recreado el antiguo palomar que había en la Taconera –se tiró cuando construyeron el Hotel Tres Reyes– gracias a los planos originales aportados por el Ayuntamiento de Pamplona y también ha dado rienda suelta a su imaginación: una casa tirolesa, un molino blanco y negro, un castillo con cuatro torres...

Todas las edificaciones se han construido con barquillas de frutas y verduras de madera, tejas de arcilla y un cúter. Nada más. “No tengo herramientas. Tengo buena mano y mucha paciencia”, apunta José Luis, que no ha realizado ningún curso de belenismo. “Soy autodidacta”, incide. 

El belén acoge un centenar de animales –caballos, ovejas, vacas, terneros, burros, bueyes, gallinas, gallos, cabras, camellos, palomas y patos– conejeras, establos, granjas, gallineros, abrevaderos, agricultores, un panadero horneando hogazas, una pareja degollando un cordero, un cochinillo asándose en un fuego de leña, un estanque o máquinas que labran la tierra.

“Debajo tienen un motor que les hace dar vueltas. El agua y las figuras en movimiento son lo que más le gusta a la gente”, asegura.

El musgo –se ha cogido en los montes de la Comarca de Pamplona– rodea los 32m2 del belén y, por su puesto, no podía faltar los tres Reyes Magos a camello y el portal, creado con madera de roble y un tocón de castaño, la parte del tronco de un árbol que queda unida a la raíz cuando lo cortan por el pie. “Me ha costado encontrarlo cuatro años. Me lo consiguió un guarda de Medio Ambiente”, señala.

El belén estará en el atrio hasta finales de Navidad, se empaquetará y se guardará en la iglesia. Aprovechen esta oportunidad y contemplen esta maravilla.