Se dedicaba a dar talleres por pequeños municipios. Llegó la pandemia, le despidieron y de manera altruista, sin ninguna pretensión, decidió adaptar su trabajo a un formato digital. “Tenía muchos contactos de las mujeres a las que les daba talleres de memoria, y me pareció interesante mandarles algo para que se entretuviesen. Vivían en zonas rurales, la mayoría aisladas, con sus hijos fuera, estaban asustadas... había que hacer algo”, recuerda Elisa Pelayo Astiz. “A todo esto mi madre falleció esa temporada, y estaba sin trabajo. Busqué refugio ahí. Fue beneficioso para ellos y también para mí”, dice sobre los orígenes de su proyecto.

Ocho meses después tuvo en Falces sus primeros 20 clientes. El boca a boca hizo el resto: Funes, Artajona, las Améscoas, Marcilla, el Valle de Yerri... “Los servicios sociales estaban buscando algo que poder ofertar, y entre ellos se van diciendo lo que funciona”.

Hoy suma más de 2.500 alumnos en nueve comunidades autónomas, con un equipo de cinco profesionales que elaboran contenido sobre estimulación cognitiva, salud, bienestar y psicología, nutrición, nuevas tecnologías y ejercicio. Todo en poco más de dos años. Todo a través de WhatsApp.

“Mi objetivo es hacerte llegar a viejo lo más joven posible”, resume la impulsora del programa Ágilmente. “Envejecimiento activo y digital, derribando la brecha digital con acompañamiento y atención”, añade sobre un proyecto que acaba de recibir el Premio de Responsabilidad Social de Aragón. 

Elisa, natural de Borja muy vinculada a Navarra –su madre era estellica y su familia reside en la Ciudad del Ega– recuerda que esas actividades que enviaba por WhatsApp gustaron “muchísimo. El propio trabajo me llevó a pensar que de ahí podía sacar un proyecto”. Su familia era de la misma opinión. “Esto mola, hay que darle forma”, pensaron. 

Dicho y hecho. Una reunión en un piso de la Plaza del Castillo marcó el punto de inflexión. Sus primos Marta y David Astiz, ella psicóloga, él psicopedagogo, su otro primo Martín Pelayo, también psicólogo, y el nutricionista Daniel Ursúa efectivamente le dieron forma. “Ahí creamos Ágilmente. Sacamos el prototipo de cómo queríamos que fuera y qué contenido se enviaba cada día. Protocolizamos y profesionalizamos lo que estaba haciendo como un juego”.

Y fueron pioneros. “Nadie hacía lo que hacíamos nosotros. De hecho, lo primero que hice y en lo único que invertí fue en proteger la metodología por copyright. Somos los únicos que podemos hacer estimulación cognitiva, bienestar global y envejecimiento activo a través de las listas de difusión de cualquier aplicación móvil”, asegura.

Elisa Pelayo, cuya primera aspiración era poco más que “cubrir la cuota de autónomos”, no se imaginaba “ni de casualidad” el éxito de un proyecto que va a más. Cree que la clave es “la sencillez, lo que simplificamos la tarea. Trabajando en zonas rurales es muy complicado gestionar una actividad a la que puedan ir 20 personas; movilizar taxis, en qué salas les pones... Con nuestro proyecto las actividades les llegan a su casa a través de WhatsApp, las hacen cuando quieren y como quieren. El secreto es la adaptabilidad, tanto a usuarios como a clientes. Y hay mucho boca a boca”. 

Otra de las claves es el WhatsApp. “Si le tienes que decir a una persona mayor que se descargue una aplicación, que vaya a la app store, que actualice... es un jaleo. Sin embargo, el 70% de los adultos mayores tiene WhatsApp. Y vamos a más, porque en 10 años todos los que tienen ahora 55 lo van a manejar”.

El programa

Los usuarios reciben a las nueve de la mañana las soluciones de la víspera y “los deberes” del día. “Son cinco actividades que trabajan todas las áreas de desarrollo cognitivo. Y les hacemos una orientación espacio temporal con una efeméride”. A mediodía les envían un taller temático. “La Organización Mundial de la Salud dice que hay que trabajar varias áreas para un envejecimiento activo; los lunes les proponemos ejercicio físico, los martes nutrición, los miércoles salud, sobre intoxicación por monóxido de carbono, que muchos tienen estufas, prevención del ictus...”.

El jueves trabajan bienestar emocional y los viernes les enseñan cosas del móvil, por ejemplo a trastear con los estados de WhatsApp. “Por la tarde les enviamos otra actividad, y así tenemos contacto con ellos tres veces al día. Es un pasatiempo, pero muy beneficioso. Ellos nos mandan las soluciones, nos dicen que están atascados y piden pistas... Y te cuentan que la hija se ha separado, que han tenido un nieto, o el marido está mal... te cuentan sus historias y te involucras”.

Hay “hasta contrabando, porque algunos usuarios les pasan las actividades a gente que no está apuntada”, se ríe Pelayo, que a partir de Ágilmente ha desarrollado nuevos programas con el mismo formato: de nutrición, acompañamiento a mujeres o a personas migrantes, asesoramiento para padres o para jóvenes en materia laboral. “Trabajamos a demanda según lo que nos van pidiendo”, afirma.