La centenaria Droguería Emilio López busca relevo
Antonio Irizibar, último socio en activo que se jubila en agosto, quiere a alguien que se haga cargo de un negocio que resiste pese a las grandes superficies y compras ‘on line’
“Si no lo encuentras, pregunta en López”. Fue una frase recurrente en Pamplona, hoy en día igual de vigente. En sus 200 metros cuadrados hay de todo: droguería, perfumería, higiene personal, pintura ecológica y clásica, restauración, productos químicos, pequeña jardinería y bellas artes.
La Droguería Emilio López, en “una esquina que todo el mundo tiene en la cabeza” entre las calles San Antón y San Miguel, resiste a las grandes superficies e Internet. Un comercio centenario que busca relevo ante la jubilación de Antonio Irizibar, el último socio en activo. El 9 de agosto cumplirá 65 años, 42 de ellos detrás de alguno de los mostradores de López. Y quiere que el histórico local con su histórica fachada siga haciendo historia en el centro de la ciudad.
“Es una droguería con empaque y un campo de actuación muy amplio. Hay mucho producto que permite que, frente a otras droguerías que han caído, esta se mantenga. Pero en la variedad está esa puntilla, porque nos exige una burrada de estocaje. Y con esta bajada de ventas del comercio en general, nos hace sufrir”, dice.
La evolución
Su fachada apunta al año 1904 como fecha de apertura, entonces botica, sin el nombre de Emilio López –figuraba el de su hermano– y situada al parecer en la acera de enfrente. En los años 20 pasó a su ubicación actual y al fundador le sustituyó Emilio, al frente hasta que falleció y cogió el relevo su hijo Joaquín.
“En aquel momento era botica, una mezcla de productos de campo con herramienta, droguería, producción de productos propios como ungüentos, pinturas...”, explica Antonio. Con los años, “fue evolucionando hacia la droguería. Tuvieron momentos extraordinarios, cuando Pamplona y sus barrios iban creciendo. Fueron cubriendo las necesidades de la gente no solo de Pamplona, sino de Navarra. Era un comercio importante con varios almacenes, atendiendo no solo ya al por menor, sino al por mayor; a droguerías de fuera, pequeños comercios...”.
Tras la jubilación de Joaquín, los trabajadores cogieron las riendas en cooperativa. Santos, padre de Antonio, propició que su hijo formara parte del equipo “para que moviera préstamos, créditos, avales...”.
Corría el año 1985, “cuando las droguerías tiraban muy bien, no había grandes espacios comerciales ni por supuesto Internet. A partir de ahí ya son un montón de años en los cuales ha ido muy bien y luego hemos empezado a sufrir. Pero sobrevivimos porque somos una droguería con mucho consejo y producto especial”.
La última década ha sido “la más compleja, por un lado por el boom de Internet. La pandemia también ha supuesto una caída grande de ventas”. Antonio cita además a la amabilización del Casco Viejo como otro factor que ha afectado “sobre todo a comercios como el nuestro, con mucho cliente de fuera. Supongo que era algo necesario, pero ha contribuido a la bajada de ventas”, afirma.
Pese a todo, “es un negocio que funciona. Precisa de alguien con ganas, con ánimo, que le de una vuelta a parte de las cosas que tenemos. Si alguien viene a quedarse con esta droguería yo tengo que contarle cómo están las cosas y también las oportunidades que no hemos sabido aprovechar o en las que no hemos acertado”. Por ejemplo, “hay mucho campo dentro de la restauración con las manchas. La mancha es un problema social. Nos manchamos mucho, San Fermín es una mancha continua... Y nosotros tenemos soluciones, pero estoy convencido de que si alguien se mete ahí puede sacarle mucho más jugo”.
“Es un negocio que funciona. Precisa de alguien con ganas, con ánimo, que le de una vuelta a parte de las cosas que tenemos”
También cita “la restauración, pequeños golpes de muebles... hay fabricantes que te pueden dejar un mueble que te ha costado un dineral reparado, porque es capaz de hacer el tono adecuado con la masilla adecuada. La agricultura ecológica, la cosmética natural..., hay campos muy interesantes”, resume.
El que quiera hacerse cargo del negocio “tendrá números encima de la mesa. Tampoco voy a decir que esto es un chollo. Es un trabajo, un sueldo. Con la ventaja de que eres tú el que controla la situación”, esgrime Antonio, para quién “el final idóneo para nosotros es un alquiler y que se subrogue a los tres trabajadores, que pueden llevar la tienda perfectamente”.
“No se trata de dar pena, es un comercio que tiene un espacio importantísimo y ofrece soluciones para muchas demandas. Hay que venir al Casco Viejo y comprar porque lo hacemos bien”. Y apunta a “la relación de sinceridad entre comprador y vendedor” que fundamenta una venta en el comercio de proximidad y escapa del simple click de Internet. “Tú vas a dar algo que crees que es bueno y te estás enfrentando a los ojos del otro. Ahí se crea vínculo”.
Por último, pide la colaboración de las administraciones públicas para que estos comercios con empaque en la ciudad puedan aguantar. “Droguería López hay una. Por la parte vieja vienen cantidad de turistas y se quedan alucinados con la tienda. Sin meterme con nadie, no son los mismos escaparates que ves en todos lados. ¿Esa singularidad no aporta algo a Pamplona?”.
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