El acto de sensibilización que ha protagonizado hoy la Asociación Navarra de Cáncer de Mama, Saray, en la Plaza del Castillo de Pamplona ha estado cargado de emoción y homenajes. Pero, sobre todo, ha estado cargado de rostros anónimos que acudieron al acto para apoyar una enfermedad que los tocó de cerca.
Así, esta jornada dejó ver a las historias que se encuentran detrás de los números y de las estadísticas. Una oportunidad para conocer de cerca a los rostros que, cada día, lucharon o luchan por "encontrar la belleza colateral" a esta dura realidad.
Cada año, cientos de mujeres –la mayoría entorno a los 55 años– acuden a su médico de cabecera por molestias y dolores en su pecho, los síntomas más “evidentes que confirman la duda”, ha asegurado el doctor Pedro Armendáriz, jefe de Cirugía Mamaria en HUN, durante la jornada. Una “duda” a la que tienen que hacer frente más de 500.000 mujeres en el Estado y más de 450 en Navarra.
A pesar de que el 85% de estos diagnósticos logran curarse, todavía queda un 15% restante que, desgraciadamente, no lo consiguió. “Ese es nuestro reto, seguir luchando, cada día, porque cada vez sean menos y porque las que siguen luchando lleven de la mejor manera posible la enfermedad”, ha declarado María José Oraá, presidenta de la asociación.
“Saray fue –y es–, para mí, un apoyo imprescindible. Te sientes acogida y entendida por un grupo de personas que están en tu misma situación. Estás arropada y te puedes expresar libremente”, ha asegurado Rosa Yagüe, integrante de la asociación desde hace diez años.
"Saray fue –y es–, para mí, un apoyo imprescindible. Te sientes acogida y entendida por un grupo de personas que están en tu misma situación. Estás arropada y te puedes expresar libremente”
Rosa, tras el “golpe” –por referirse al momento en el que recibió su diagnóstico–, conoció Saray de la forma “más simple”, ya que como ella ha atestiguado , “su sobrina vivía enfrente de la entidad y le animó a entrar. Para Rosa, este momento significó el inicio de un nuevo comienzo, de una nueva esperanza en medio del temor. “Somos todas como una piña, una gran familia”, ha incidido la navarra.
Una red humanitaria a la que, por la fuerza y por la injusticia de la vida, se ha sumado Idoia Solana, afectada desde enero. Una realidad que no comparte solo con sus compañeras del Paballón H4 –espacio de tratamiento oncológico del HUN–, sino, también con su marido. “Yo empecé a principios de año y a él se lo encontraron en septiembre”, ha explicado Idoia. Sin embargo, la añezkartarra ha optado por encontrar la belelza colateral al dolor.
“Solo puedo agradecer. Tenemos una lotería con el sistema navarro de salud, todo el personal es maravilloso”, ha declarado Idoia. Un cariño y entrega que, sin duda, marca la diferencia. “Cuando se te cae la vida, en mi caso dos veces en un año –a su marido le fue, también, diagnosticado cáncer en septiembre–, toda la gente que te acompaña con esa fuerza, con esa empatía y dedicación, no tiene precio. Para nosotros esto es un aprendizaje de vida”, finalizó la paciente.