bilbao

"SE hizo a todo correr, mal y deprisa", señala Jesús María Azurmendi Garramiola, historiador pelotazale y palista que ha pasado por todos los estamentos del leño: su padre fue palista e intendente; sus hermanos, profesionales; mientras que él fue palista aficionado, profesional, profesor de pala e intendente. El bilbaíno, cuyo recuerdo vive asfaltado de golpes de cuero, evoca que "se quería que Juan Antonio Samaranch inaugurara la cancha; pero casi ni echó un ojo". Así, a toda velocidad, acabaron las obras del frontón del Club Deportivo, abriendo el telón del emblemático emplazamiento de Alameda Rekalde el 8 de octubre de 1967, hace 45 años -fecha en la que se jugó el primer festival: lo abrieron Santiago Rubio y Joseba Gallaga contra los hermanos Azurmendi (Fernando y Jesús), que acabó 30-25, y después se jugó un envite de cesta. El pistoletazo profesional fue tres días después, el día 11, a las 23.00 horas, con dos choques de cesta: Arrieta-Aranburu II contra Alzibar-Zelaya (30-25) y Arrillaga-Etxabe II contra Urkola-Gorroño (26-35)-. "Las obras costaron cerca de 34 millones de pesetas", analiza Azurmendi.

Y desgrana Jesús que "la concesión del Deportivo fue a sobre cerrado, por lo que cayó a Parra y Aranzibia, a pesar de que pujaron también los hermanos Piedra, que manejaban las canchas de Durango, Markina y Gernika con éxito". Parra, que tenía cines, teatros y el frontón de Zaragoza, puso seis millones de pesetas y vino a Bilbao con un cuadro de puntistas en el que "destacaba Goyogana". "No tenía una plantilla muy brillante y Goyogana duró un año, porque el frontón del Deportivo no se adaptaba a sus características y quisieron bajarle el sueldo una tercera parte", manifiesta el historiador, quien espeta que "Parra y Aranzibia no querían pala en el frontón y programaron 14 funciones de cesta a la semana con cuatro partidos de día y dos de noche. Mientras tanto, exprofesionales y chavales jugábamos los domingos partidos organizados por la Federación de Bizkaia y... ¡Había más gente que en la cesta! Entonces, se dijeron: 'Esto no puede ser". Así que Aranzibia, gerente, se tiró a fichar a palistas, porque funcionaba. "Cogió a chavales: Elgezabal, Busturia, Azurmendi II, Uriagereka, Mintegi y Etxebarria", explica el historiador. Y el primer partido de pala profesional se jugó el martes 19 de diciembre entre Uriagereka-Mintegi y Azurmendi II-Elgezabal (40-45). El Deportivo rozó el lleno aquel día y es que, desde que se cerró Euskalduna en el 57, hacía una década que no se programaba pala profesional en Bilbao.

Cuenta Azurmendi que "Aldekoa, intendente puntista del Deportivo, viendo el filón, mandó a gente al Recoletos de Madrid con una única misión: traer a Begoñés VII". El mítico palista les contestó que jugaría en el Deportivo con una condición: que ficharan a su hermano Begoñés VI, que jugaba en el Colón de Barcelona. "Así que llegaron los dos, se ficharon más chavales y aquello empezó a tirar para arriba. ¡Aunque tuvieron que suspender los festivales de la noche, porque, como da la pared a los edificios, del jaleo que había no dejaba dormir a los vecinos!", recita el expalista. Así las cosas, los partidos de cesta fueron retirándose poco a poco porque "no se jugaba dinero". Acabaron 60 palistas en plantilla y funciones todos los días. "Fíjese si daba tela la pala en el Deportivo que Aranzibia llegó con lo puesto, con un 124, y acabó comprándose un Dodge", evoca Azurmendi. Entonces había 23 corredores, nueve porteros, un encargado del tanteador, tres jueces de la casa, un intendente, un canchero, una taquillera, 43 chicas boleteras, dos para quinielas...

Entra en juego el balda "En el 74 se abre el Balda", comenta el historiador. Poco a poco fueron yéndose pelotaris como Iturri, Beitia... "y se quedó un nivel más bajo". Sin embargo, como "no hubo éxito" en la cancha donostiarra, en 1982 el frontón dejó de tener pala y "el Deportivo se quedó con todo el monopolio. Ya habían cerrado el Madrid, el Recoletos, Colón...". Pero cambiaron las cosas. El club quiso ser empresario y se eliminaron funciones. "Aun así el Depor no perdía dinero. Pero al nacer Asegarce, en el 93, quiere un frontón en Bilbao. Así que acopla la cancha para mano, arreglando el suelo -presupuestaron 70 millones y costó la obra 130-, y se hace cargo de la pala por 17 millones", relata Jesús, quien agrega que, "al ver los sueldos, comparados con los de los manistas, les parecieron pequeños y subieron desde el primer día un 10% a todos". La tendencia con la operadora bilbaína siguió siendo la de retirar festivales palistas, metiendo algunas fechas de mano. "Primero quitan los martes y retrasan los jueves hasta las 18.30 horas, aunque en dos meses vuelven al horario habitual; después quitan los domingos que juega el Athletic...", relata. El capricho de Bilbao era muy caro y el 30 de mayo de 1996 proponen a los palistas un contrato de 48 partidos al año. "Era muy poco y los profesionales se negaron. Entonces se le abrió el cielo a Asegarce, que dejó la pala", analiza el historiador. Y se desvinculó del Deportivo.

Eusko Basque fue la siguiente en recoger el testigo un curso después. Se volvió a jugar a pala, también a cesta punta, en la emblemática cancha del Club Deportivo, en el centro de Bilbao. Totorika estuvo casi 10 años en la pala y ligado al frontón. Le siguió Fernando Gutiérrez al mando de Emanbilbo, pero su aventura no tuvo éxito. "Compró la pala por 13 millones y perdió dinero", declara Jesús. Y después, con la ayuda de la Diputación de Bizkaia, Asfedebi se hizo cargo de la pala. Duró el ente al cargo hasta 2010, cuando paralizó todo. El 16 de enero de ese curso el frontón vivió un suceso que a punto estuvo de acabar en tragedia. Se desplomó el enrasado sobre las gradas, pero no hubo que lamentar heridos. "Recuerdo que se siguió jugando", remata Azurmendi. No ocurrió nada y la gestión de Fernando Castro, intendente, fue exquisita. Así, el último festival de pala fue el 7 de octubre de 2011, pero la pelota no ha desaparecido: la cesta ya ha cogido cierto poso en Aste Nagusia.