Correa dice que tras el fracaso del golpe de Estado el "plan B" era matarle
El Gobierno de Ecuador cambia a toda la cúpula de la Policía del país a causa de la sublevación
quito. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ratificó a los cancilleres de la Unasur, que lo visitaron en Quito para expresarle su apoyo, que fue un intento de golpe de Estado la rebelión de policías ocurrida el jueves y que, tras el fracaso de esa estrategia, el "plan B" era matarle.
A raíz de este intento de golpe de Estado, ayer el Gobierno de Ecuador cambió toda la dirección de la Policía del país, de la que han salido 6 generales, después de que miembros de eses cuerpo se sublevaran el jueves.
El mandatario, que vivió el momento más difícil en sus más de tres años y medio en el poder, revivió este viernes ante los medios de comunicación y los cancilleres suramericanos el cautiverio al que fue sometido durante la sublevación de policías insatisfechos por unos supuestos recortes a sus privilegios salariales.
Los cancilleres de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela y los delegados de Brasil y Guayana, ratificaron en Quito su condena al intento golpista en Ecuador y anticiparon su intención de elaborar un estatuto para afrontar este tipo de fenómenos.
El mandatario reconoció que su pueblo y policías y militares fieles a su Gobierno lograron rescatarle del encierro en un hospital policial y que por ello salió victorioso.
No obstante, dijo que en Ecuador "no hay nada que celebrar... Es un día de luto para la patria", porque en los enfrentamientos en torno al hospital fallecieron, al menos, cuatro personas, entre ellas un estudiante universitario con disparos en la cabeza.
Correa identificó al grupo de uno de sus más acérrimos enemigos políticos, el del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien personalmente ha desmentido ese extremo y ha culpado al presidente ecuatoriano de un eventual malestar social.
Sin embargo, Correa dijo que no tiene dudas de que la oposición está detrás de los acontecimientos, que fracasó en el intento de desestabilizar a su Gobierno gracias a la participación de la población, que se enfrentó a pedradas con los insurrectos a las afueras del hospital policial.
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