El consejo de UPN elige a Esparza para liderar un partido fracturado y en retroceso electoral
El apoyo del sector más barcinista, mayoritario en el cónclave, decisivo para un resultado más amplio de lo esperado (128-79) Recomponer el partido y movilizar al electorado, retos de un candidato que comienza con su liderazgo cuestionado El improvisado y precipitado proceso de sucesión de Barcina, que de momento sigue, acrecienta la división interna Catalán abre un periodo para reflexionar sobre su futuro
Pamplona - José Javier Esparza Abaurrea (Aoiz, 1970) encabezará la lista de UPN en las próximas elecciones al Parlamento foral. El consejero de Administración Local y Desarrollo Rural se impuso a Alberto Catalán en el consejo político que la formación regionalista celebró ayer en Pamplona por 128 votos a 79, un margen mucho mayor al que cabía esperar. El apoyo del sector más barcinista en un órgano mayoritariamente controlado por la presidenta resultó determinante para que el nuevo candidato alcanzara un holgado 61% de los apoyos. Una victoria más clara de la que logró Yolanda Barcina en el congreso, y que deja especialmente tocado a Alberto Catalán, que acumula dos derrotas consecutivas en un partido en el que lo ha sido todo. También queda debilitado el sector crítico con la presidenta, que ha tratado de deslegitimar el proceso de sucesión, y que vuelve a quedar en minoría sin poder de decisión interna.
Esparza sin embargo hereda un partido fracturado prácticamente por la mitad y en claro retroceso electoral, lo que augura nuevas tensiones internas para los próximos meses. El inesperado relevo de Barcina se ha gestionado de forma precipitada y con demasiada improvisación, lo que ha acabado reabriendo las heridas del último congreso. Con un sector claramente enfrentado a la presidenta que hasta la víspera de la votación ha reclamado las primarias o, como mal menor, un aplazamiento del consejo político.
Ambas, lógicas por la trascendencia de la decisión, fueron rechazadas, y ahora pesan sobre la legitimidad del candidato, que desde el principio ha evitado cualquier vinculación con Yolanda Barcina. Y aunque es cierto que el consejero de Administración Local no es el hombre que hubiera preferido la presidenta -Juan Luis Sánchez de Muniáin y Enrique Maya fueron opciones más deseadas-, también lo es que sin el apoyo activo del sector más barcinista nunca hubiera logrado la victoria en un órgano tan controlado como el consejo político.
retos del candidato La fractura que todo el proceso ha dejado dentro de la formación regionalista se convierte así en el primer reto de Esparza como virtual líder de UPN. El rostro serio de muchos de los consejeros que ayer participaron en la reunión es una muestra de la desconfianza que despierta el candidato en una parte importante de la militancia, que por primer vez no ha elegido en votación directa a quien va a liderar la formación, y donde en cierto modo ha calado el estigma del dedazo de Barcina.
Un escenario que Esparza deberá gestionar con la imagen del partido muy desgastada ante los ciudadanos. La crisis, los escándalos varios y el bloqueo institucional en el que está instalado el Gobierno de Navarra desde hace casi tres años son un bagaje de peligrosas consecuencias electorales. Nadie en UPN da credibilidad a los 8 escaños que le augura el Navarrómetro, pero la posibilidad de un descalabro sin precedentes se empieza a tomar ya como una opción real y preocupante.
Evitarlo será el segundo gran reto de Esparza, que cuenta a su favor con el hecho de ser una figura relativamente nueva en la política y desconocida para buena parte del gran público. Lo que hace unos años era un síntoma de debilidad, hoy es una ventaja en un contexto de descrédito generalizado de la clase política, necesitada de caras y de ideas nuevas. Y las carteras de Administración Local y Desarrollo Rural, con su respectivo reparto de subvenciones, pueden ser una plataforma inmejorable.
Ello sin embargo requerirá de discursos nuevos que vayan más allá del miedo al cambio y del anuncio del apocalipsis nacionalista. De una lectura de la realidad que no se limite a proclamar una imperceptible mejora económica y que dé respuesta a la indignación social manifestada en el Navarrómetro. Un cambio, en definitiva, que pasa por romper amarras con el pasado y recuperar los cauces de interlocución con el resto de partidos, en especial con el PSN, con quien quizá ni siquiera den los números para formar Gobierno.
Desafíos que exigen tiempo y autonomía interna, cuestiones de las que no está sobrado el nuevo candidato de UPN, que también deberá decidir qué papel otorga a una presidenta que ya ha avanzado su voluntad de seguir al frente del partido y ser la número dos en la lista electoral. Difícil equilibrio de poder para el débil liderazgo con el que parte Esparza, ahora convertido en la nueva esperanza del regionalismo navarro, y cuyo éxito o fracaso dependerá únicamente de la capacidad para mantener a su partido en el poder tras las elecciones de mayo.
Con el 84%
Maya en Pamplona, CAstillo en tudela
Sin oposición. Enrique Maya (Montevideo, 1959) repetirá como candidato de UPN para la Alcaldía de Pamplona, mientras que Mariví Castillo (Tudela, 1968) se estrenará como cabeza de listas en Tudela sustituyendo al actual alcalde, Luis Casado, que abandona el cargo tras 12 años como primer edil. El consejo político ratificó ayer ambos puestos, para los que no se había presentado ningún candidato alternativo. Esta será segunda experiencia de Maya en el Ayuntamiento, del que es alcalde desde 2011 y donde antes fue director del área de Urbanismo y Vivienda y Gerente de Urbanismo. Por su parte, Castillo es parlamentaria concejal desde 2004.