Alsasua - Alsasua vivió ayer una jornada de lo más surrealista. Una mañana marcada por el absurdo y el sin sentido. También por la provocación y la tensión permanente entre banderas, insultos y reproches de un lado hacia el otro, y del otro hacia el uno. Pero que terminó sin incidentes, sin cargas policiales ni detenidos. Gracias sobre todo al compromiso de sus vecinos, que se habían concienciado para evitar la imagen violenta y radical que los convocantes habían trasladado de Alsasua, y que se fueron con los gritos de desprecio como única munición para su victimismo electoral.

Fue la crónica de una triste mañana que Ciudadanos regaló a Alsasua para que su presidente, Albert Rivera, recuperara el protagonismo que ha perdido en la política española, con la misma técnica de confrontación que tan buen resultado les ha dado a Trump, Salvini y Bolsonaro en EEUU, Italia o Brasil. Y que deja como resultado un pueblo herido pero orgulloso, y algunas imágenes poco edificantes protagonizadas por jóvenes antifascistas, en su gran mayoría de fuera de la localidad.

Altsasu amaneció en medio de un enorme despliegue policial. La Guardia Civil controlaba los accesos y escoltaba a los participantes en el mitin-espectáculo que Rivera había montado bajo el paraguas de España Ciudadana. Mientras que la Policía Foral acordonaba las entradas a la Plaza de los Fueros, en el corazón de la localidad, y controlaba a los contramanifestantes. Entre unos y otros se situaron vecinos del pueblo con chalecos reflectantes ejerciendo de cordón de seguridad para evitar que la cosa fuera a mayores. “No caigáis en las provocaciones”, repetían con desesperación.

A partir de las diez y media de la mañana empezaron a llegar los simpatizantes de Ciudadanos. Prácticamente todos en una autobuses venidos desde distintos puntos de España, seis de ellos de Madrid, que iban aparcando en las afueras de la localidad. Desde allí llegaban escoltados hasta las inmediaciones, para entrar en la plaza por una calle lateral.

Fue ahí, en medio de un enorme despliegue mediático, donde se produjeron los mayores momentos de tensión. Gritos e insultos a la llegada de los convocados, que hacían fotos, agitaban banderas y respondían con vivas a España y a la Guardia Civil. Por allí pasaron también los líderes de PP y Vox, y finalmente una furgoneta con cristales tintados en la que iban Rivera y el resto de dirigentes del Ciudadanos. Posteriormente denunciaron el lanzamiento de objetos, incluidas piedras. Pero nadie llegó a captar la imagen ni quedaron restos por el suelo, por lo que si hubo algún lanzamiento fue muy anecdótico.

Fue ante todo una protesta sonora. Cacerolas, silbidos y hasta una motosierra escondida en una bajera junto al escenario. Y como colofón, el repicar de las campanas, que durante más de 20 minutos impidió que se escucharan con claridad los discursos de España Ciudadana. Dos jóvenes, ocultados allí desde la noche anterior, las hicieron sonar hasta que la Policía Foral les obligó a bajar del campanario.

Despedida sin incidentes Sentado en un taburete al sol, y entre gritos de “presidente, presidente”, Rivera ofreció un discurso previsible y plagado de tópicos, contraponiendo nacionalismo y democracia, y con algunos guiños proeuropeos para tratar de incomodar a los simpatizantes de Vox, que respondieron con el cántico yo soy español, español. Todo ante la atenta mirada de los dirigentes del PP, que como guinda a su papelón de ayer acabaron aplaudiendo el discurso de su rival.

Fueron poco más de 50 minutos de acto. Una vez finalizado Rivera, cojo por una lesión deportiva, y los principales líderes de Ciudadanos se montaron en la furgoneta privada y abandonaron el lugar por el mismo sitio por el que llegaron y con los mismos gritos y reproches. Tras ellos se fue Abascal y, como si de una manifestación se tratara, los dirigentes del PP y el medio millar de personas concentradas, que grababan con el móvil a los contramanifestantes como si quisieran guardar un recuerdo de su exótica excursión dominical a las inhóspitas tierras del norte.

La fiesta seguía mientras tanto en la plaza Iortia, ajena al ruido y a la tensión. Fiel reflejo de un pueblo que ayer volvió a dar una nueva lección de dignidad frente a quienes, apoyados en partidos y tácticas propias de la ultraderecha, han tratado de ofrecer una imagen distorsionada de una sociedad que ha resultado ser más madura y democrática de la que esperaban encontrar.

En la Plaza de los Fueros. Allí tuvo lugar el acto de Ciudadanos. Intervinieron Albert Rivera, Fernando Savater y una víctima de ETA. También acudieron representantes del PP (Ana Beltrán e Ignacio Cosidó, entre otros) y de Vox (Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara).

Contramanifestación. Varios cientos de personas convocadas por grupos antifascistas se reunieron junto al Ayuntamiento y frente a las calles que dan entrada a la plaza. Desde allí increparon a los asistentes. Ciudadanos denunció el lanzamiento de objetos. Pese a la tensión puntual, no hubo incidentes.

La fiesta. Alejados de la confrontación, vecinos de Alsasua organizado diversas actividades festivas en la Plaza Iortia con música, conciertos y almuerzo.

El agitador. Un reportero de OKdiario acudió con dos cámara a donde estaban los contramanifestantes, a quienes intentó provocar con gestos y comentarios. Fue separado por vecinos del pueblo y finalmente retirado por la Policía Foral.

Aperitivo, banderas y bufandas. El montaje, cuyo coste no quisieron detallar, incluyó un catering para los simpatizantes y la entrega de banderas varias y bufandas naranjas. Estaba todo tan dirigido que resultó artificial.

Con estiércol y sin pancartas. Los organizadores retiraron las pancartas antifascistas que había en la plaza, y tuvieron que tapar el estiércol que habían tirado en el kiosko.