pamplona - Cada año que cumple en vigor la actual Constitución española sin sufrir ningún tipo de modificación ni actualización se anquilosa más. Se convierte el texto fundamental del ordenamiento jurídico del Estado español en una rareza en el ámbito europeo y vence un plazo más en su obsolescencia programada, en su caducidad inminente, cada vez más cuestionada. La Constitución, que hoy cumple 40 años, abre una brecha mayor entre la población a la que ordena y rige y la que realmente la votó. Cuantivamente y demográficamente la principal norma española pertenece a otra generación. Según datos de enero de 2018, el 74% de la ciudadanía de Navarra ni participó, ni fue tomada en consideración en aquella consulta que el 6 de diciembre de 1978 dio el visto bueno a la Carta Magna española. O directamente no tiene ningún recuerdo. Son unas 482.108 personas del total de los 647.219 habitantes empadronados hoy en Navarra, los ciudadanos que o bien no habían cumplido los 21 años de edad para votar entonces o ni siquiera habían nacido en 1978.
Pero tampoco después ningún ciudadano ha participado de forma activa en ninguno de los dos tímidos y escuetos procesos de modificación. Durante estas cuatro décadas, apenas se ha tocado una o dos comas y dos puntos del texto constitucional. La primera reforma del texto se produjo en el año 1992 y consistió en cambiar el artículo 13.2 para añadir el derecho de sufragio de los extranjeros en elecciones municipales. Posteriormente, en plena crisis, en el año 2011, PP y PSOE (con el voto de UPN) pactaron una reforma exprés del artículo 135 que se sustituyó íntegramente para “garantizar el principio de estabilidad presupuestaria vinculando a todas las Administraciones Públicas, reforzar el compromiso de España con la Unión Europea”.
Estas anecdóticas reformas son una absoluta rareza, ya que en el resto de estados democráticos europeos la actualización progresiva de sus normás constitucionales es habitual.
Austria es la campeona de la actualización de su Constitución, con casi un centenar de modificaciones. Le sigue Alemania, donde la Ley Fundamental para la República Federal, texto en el que mayormente se inspira la Constitución española y el sistema de las autonomías, ha sufrido unas 70 reformas desde su aprobación en 1949. Lo mismo ocurre con las normas de Bélgica, Francia, Portugal, Italia o Grecia. La Constitución belga ha sido reformada siete veces desde 1970 y ha abordado asuntos tan relevantes como cambiar el modelo de Estado a una federación, con amplios reconocimientos lingüísticos y de autogobierno. Un proceso que ha ido transformando el país desde 1971 hasta 1993. También Alemania ha permitido cambios sustanciales en sus estructuras del Estado, desde la caída del muro de Berlín y la reunificación en 1990 el texto alemán se ha reformado en 14 ocasiones abordando temas tan diversos como la integración en la UE, la protección ambiental, la discriminación positiva a las mujeres o el derecho de asilo.
Estas reformas de calado político e ideológico permiten que un texto mantenga precisamente su vigor. Sin embargo, en el Estado español los llamados “constitucionalistas” han basado sus posiciones en el inmovilismo y la Carta Magna cada vez se aleja más y más de las inquietudes de una sociedad que va cambiando y modernizándose. De hecho, al revisar algunos de los debates que centraban en Navarra el voto de aprobación o rechazo a la Constitución en el referéndum eran si se garantizaba el derecho foral, si era una norma atea, si no contemplaba la idea de Dios, o si estaban recogidos suficientemente bien los valores de la familia tradicional o los derechos de los trabajadores. Ahora, en algunas reformas europeas se recogen los derechos de familias con gran diversidad o regular la identidad digital.
la abstención, tu deber. El PNV, de la mano de Carlos Garaikoetxea, pidió la abstención: “No decimos que no a otros aspectos de la Constitución, pero no respeta los Fueros, no es la nuestra, ni la de Navarra”, dijo.
alianza foral, en contra. Partido que serviría de embrión a UPN, propugnó el no a la Constitución por “atea, marxista y peligrosa, que traiciona el régimen foral para integrar a Navarra en Euzkadi”.
izquierda abertzale. “Rechazar el referéndum es propugnar la autodeterminación del pueblo vasco”, afirmaba Txomin Ziluaga, entonces secretario general de HASI y representante de KAS y Herri Batasuna.
eka, carlismo constitucional. Tras un debate interno, el Partido Carlista de Euskal Herria (EKA) pidió el “sí” en el referéndum constitucional entendiendo que se reconocía el fuero y las libertades vascas.
divisón entre comunistas. Mientras el PCE, PTE o la ORT pedían el voto masivo y en favor de la Carta Magna, otras fuerzas como EKE o Euskadiko Ezkerra se planteaban la abstención y el voto en contra.
la ucd, por el sí. Para los de Jaime Ignacio del Burgo, la UCD, la votación fue un éxito contra “el extremismo” de los que quieren perpetuar “el autoritarismo o independentismo”.
el socialismo del sí. La Agrupación Socialista de Navarra, entonces integrada en el PSE-PSOE, “saluda emocionadamente” la aprobación de la Constitución. Gabriel Urralburu era entonces diputado socialista.
legitimar el referéndum. Durante la campaña previa fueron numerosos los carteles, panfletos e inserciones de publicidad públicos que pretendían promover la participación y legitimar el referéndum.
66 %
En el referéndum del 6 de diciembre de 1978, participó un 66,6% del censo electoral de Navarra: 240.817 personas. De las cuales 182.241 votaron positivamente para aprobar y dar su visto bueno la Carta Magna. Aunque el “no” y la abstención también alcanzaron cifras considerables, un 49%. Un total de 179.473 personas decidieron dar la espalda a la Constitución o bien no acudiendo a votar o rechazando el texto.
Los más y los menos. Entre los municipios donde el “sí” superó más del 90% de los votos destacan Azuelo, Ablitas, Mélida, Castejón o Valtierra. Por el contrario, al norte de Navarra se situaron las localidades donde el “no” ganó por mayoría como en Goizueta, Ezkurra, Areso o Arbizu. Y fuesen de un signo o de otro, fue en Enériz donde más gente participó, un 98% de su censo. En cambio, en la localidad de Araiz cerca del 60% de la población se abstuvo.
Cifras dispares. En Gipuzkoa y en Bizkaia la abstención en el referéndum alcanzó un 56% siendo de las más altas del Estado, sin embargo en Álava rozó un 41%. En Navarra fue de un 33,3%.