Ainhoa Larumbe Biurrun (Pamplona, 25 de marzo de 1974) es la mujer detrás de todos esos titulares impersonales que abundaron tras el último día de la mujer -8 de marzo- celebrado el año pasado en Pamplona. Trabajadora del comedor de la escuela pública en euskera Patxi Larrainzar, madre de dos chicas adolescentes de 17 y 14 años y vecina del Casco Viejo, Larumbe Biurrun lleva casi un año "en un sinvivir". Durante una protesta feminista frente a las puertas del Parlamento, fue detenida por la Policía Foral tras un extraño altercado que se ha saldado con una petición, por parte de la Fiscalía, de 15 meses de prisión por un supuesto atentado contra la autoridad.

Un agente del cuerpo autonómico denuncia que Larumbe le pegó una patada de la que no hay prueba gráfica ni parte de lesiones, y que solo consta en un vago informe policial. Pero su testimonio ha sido suficiente para que el juez vea indicios de un posible delito. Sin embargo, la justicia ha dado carpetazo a la denuncia de la propia Larumbe, que sufrió varias lesiones -de las que hoy todavía tiene secuelas- como consecuencia de una detención violenta de la que se han viralizado vídeos e imágenes elocuentes. Ahora, Larumbe Biurrun permanece a la espera de juicio y deja claro que no se va a echar atrás: "Me siento indignada y desamparada por la justicia, que ha dado trámite a una denuncia sin pruebas y la mía ni la ha tenido en cuenta".

¿Cómo recuerda aquel día?

-Sobre las doce bajé de casa porque a la una entraba a trabajar, llevaba la ropa del trabajo en una bolsa. Escuché jaleo por donde el paseo Sarasate, y me arrimé. Por culpa de la pandemia no había nada convocado y me acerqué a estar un rato con las que estaban frente a la puerta del Parlamento.

¿Qué hizo?

-Cuando me acerqué ya vi que había algunas encadenadas en las puertas. Me acerqué a echar una foto.

¿Sacó una foto y ya está?

-Nada más. Eché una foto y cuando guardé el teléfono me encontré ya en medio de una serie de empujones. Fue cuando llegó un furgón de la Policía Foral y empezó a cargar contra las feministas. Llegaron como elefante en cacharerría. En ningún momento nos piden que abandonemos la vía, no nos dicen nada, nada más que empujones.

¿Qué pasó después?

-Hay un momento que yo ya digo basta, y levanto las manos. En ese momento, un agente de la Policía Foral tropieza con la pancarta y al caer me agarra de la cintura y me arrastra con él, que es lo que se ve perfectamente en el vídeo de Navarra Televisión, que habla por sí solo y que he presentado como prueba en mi defensa.

O sea, que un policía tropieza con la pancarta y la arrastra también a usted.

-Yo me quedo en shock, no sé qué ha pasado ni cómo ha pasado. En el momento en el que me intento levantar, el cabo que cae al suelo es quien me agarra de la pierna izquierda y ya tengo dos agentes como dos armarios agarrándome cada uno de un brazo, y otro de las cervicales

Hay muchas imágenes y vídeos.

-Las fotos son espeluznantes y denuncié una desproporcionalidad absoluta en los hechos. Me zarandean, me arrastran unos metros por el suelo, me levantan en volandas y me llevan detenida a los sótanos del Parlamento. Las imágenes hablan por sí solas, me agarran entre cuatro o cinco personas, me hacen muchísimo daño en el hombro derecho, justo el brazo que tengo operado.

¿La detención fue violenta?

-Sí. El policía me arrastra con él, me agarran entre cuatro o cinco, soy arrastrada unos metros y denigrada como persona. Soy madre, mis hijas han visto esas imágenes y no se las quitan de la cabeza. La situación ha sido muy violenta y muy desagradable. Como persona, como mujer, como amatxo, estoy indignada con la situación.

¿Qué ocurrió después?

-Me llevaron a la comisaría de Beloso. La única llamada que puedo hacer la hago a mi encargada para decirle que no puedo ir al trabajo porque estoy detenida.

¿La detención le produjo lesiones?

-Sí. Ya en comisaría pido que me lleven al hospital porque tengo el hombro muy dolorido. En el hospital no me hicieron ni siquiera una radiografía, me dieron un calmante. De la detención me deriva una distensión muscular en el tórax, el hombro derecho tocado con contractura de trapecio y una contractura cervical, de la que estoy pendiente de rehabilitación.

¿Pudo hacer vida normal?

-El martes fui a trabajar, pero a partir del miércoles no puedo ni hablar, ni toser. El viernes no puedo ni con mi alma y ese día ya me hacen una radiografía en la que ven que tengo una contractura cervical. Esa lesión me provoca una baja de un mes.

¿Cuándo le notifican que se le quiere investigar por un presunto delito de atentado contra la autoridad?

-En junio tuve que ir a declarar al juzgado, y en agosto me citan para que me vea la médica forense. Yo le presento todos los partes médicos y el informe que redacta la forense entendemos que es favorable, que acredita que las lesiones que yo tengo provienen de la detención. Pues aun así el juez ha desestimado mi denuncia, y ha dado credibilidad al testimonio del policía.

En el informe policial, ¿cómo se describen los hechos?

-El informe me acusa de dar una patada inexistente. Y no sale en los partes que presenta la Policía Foral, en ningún sitio sale ni la supuesta patada ni lesiones derivadas de la supuesta patada. El agente que cae al suelo llegó a estar de baja, pero él dice claramente que es por la contusión sufrida tras la caída. Pero de algo me tienen que acusar, y hablan de una supuesta patada inexistente que tendrán que probar.

¿El informe ni describe ni aporta las pruebas de esa patada?

-No. Ha sido la palabra de este cabo ante un juez, que ha tenido la credibilidad. Y a mí como agredida y presentando pruebas, más partes médicos, nada.

¿Cuándo denuncia la desproporción?

-En junio, durante la declaración en sala. En diciembre nos notifican que desestiman mi denuncia y dan trámite a la suya. Yo no sé dónde ven los indicios, es ilógico, es el mundo al revés. Yo no he hecho nada, soy inocente y aporto vídeos y fotos. Y sin embargo mi denuncia ha sido archivada, no doy crédito.

¿Ahora, el tema judicial cómo está?

-Estamos pendientes de que se celebre el juicio. Y también pendientes de que se resuelva nuestro recurso contra la decisión del juez de desestimar nuestra denuncia.

¿Cómo se encuentra?

-Pues tengo esa sensación de que esto no puede ser real, esa sensación de saber que te ha cambiado la vida en segundos. ¿Por qué? ¿Por el orgullo de un señor que tropieza y cae él solo? Me siento indignada y desamparada por la justicia, que ha dado credibilidad a una denuncia sin pruebas y ha rechazado mi denuncia, con pruebas.

¿Y psicológicamente?

-Mal, muy mal.

En la carta se queja del silencio institucional.

-He recibido todo el apoyo del mundo por parte del movimiento feminista, con más de 70 colectivos, y también por parte de asociaciones como Sanfermines78Gogoan! o la Federación de Peñas.

Se ha quejado del silencio de los grupos parlamentarios.

-La única que me escribió por Whatsapp fue Patricia Perales [parlamentaria de EH Bildu]. Bakartxo Ruiz hizo declaraciones públicas solidarizándose con la mujer detenida. Me parece muy triste el silencio de los políticos.

En la carta se queja de que Javier Remírez [vicepresidente y titular de Interior] no inicia una investigación.

-No entiendo por qué no se ha pedido una investigación policial que aclare estos hechos, más cuando se ha hecho una denuncia sin aportar pruebas.

¿Qué le transmite su abogada?

-Ella me dice que seguimos para adelante. En cuanto supimos del archivo presentamos un recurso y seguimos para adelante. Va a ser bueno que sea más de un juez quien vea esta causa. No nos conformamos con el archivo, ni mi abogada ni yo, porque es una atrocidad y me piden una auténtica burrada.

¿Le ha hablado de plazos?

-Esto va a ser una maratón. ¿Un año? Igual más. Si la justicia es lenta, en tiempos de pandemia mucho más. Esto está siendo un sinvivir.