El despacho de la consejera de Desarrollo Rural tiene unas vistas magníficas. Está en la última planta del edificio de la calle González Tablas. Es uno de esos edificios institucionales modernos, todo acristalado y con tecnología domótica. Por dentro predomina el gris, el metal y la madera. Tiene un aire nórdico. Desde allí ha vivido Itziar Gómez tres años de locura al frente de una consejería a la que le ha tocado todo: en 2019, la declaración de la emergencia climática; en 2020, la pandemia en su vertiente logística, de abastecimiento de alimentos y de conservación de la cadena; en 2021, las peores inundaciones; y ahora la guerra, con una complejísima derivada energética y cerealística -no por nada es Ucrania la cesta de pan de Europa-. Con este panorama, se entiende que la aprobación por unanimidad de la Ley de Cambio Climático haya sido una "satisfacción". De todo ello hablará la consejera.

Por ir a lo urgente: ¿cómo está la situación de la huelga de transportes y los desabastecimientos puntuales?

-Tras el acuerdo del viernes en la cumbre europea y a la espera de la decisión que tomen los transportistas de Navarra, estaríamos en un escenario menos conflictivo para trabajar en soluciones como las ayudas más urgentes de apoyo.

¿Qué puede hacer Navarra para atajar la subida del precio de los carburantes, los piensos...?

-Apuntar hacia la soberanía alimentaria y energética. Ahora mismo, tenemos que poder producir más, cultivar más, y producir nuestra propia energía. Europa debe flexibilizar los reglamentos y especialmente la PAC para que podamos cultivar en suelos de importancia ecológica cereal y girasol, y así no vernos tan afectados por la guerra de Ucrania.

¿Cómo podría Navarra ser soberana desde el punto de vista alimentario?

-Tenemos que seguir considerando al sector primario como estratégico. Se dice que comeremos todos de macrogranjas, pero no se trata solo de que no falte el alimento, sino que ese alimento tiene que venir de explotaciones familiares que mantengan vivos nuestros pueblos. Esa es nuestra política.

¿Por qué el sector primario cada vez lo tiene más difícil?

-Veníamos de un panorama complicado pero la guerra de Ucrania ha sido la tormenta perfecta. Ya no sé si el precio del combustible está muy ligado a la guerra o es que la guerra tiene que ver con la cuestión energética. En cualquier caso, tenemos una herramienta que es la PAC, que aquí creemos que tiene que servir para ayudar al sector profesionalizado. Ahora, el 62% de los perceptores de PAC cobra menos de 5.000 euros. Y al cobrar menos de esa cantidad no tienen que justificar productividad. Si lo que necesitamos es producción, la PAC tiene que estar dirigida a producir.

¿La PAC no garantiza la productividad?

-No. Cuando hablamos de soberanía alimentaria hablamos de producir alimentos, y que los que los producen tengan unas condiciones laborales que les anime a seguir. No tenemos relevo generacional y ese es otro de los grandes dramas.

¿Cómo se puede corregir ese vicio en la propia PAC?

-Esto viene por las tensiones y necesidades políticas de las comunidades autónomas. Parecía que ya estábamos alineados en una estrategia más moderna con respecto a la PAC, pero en el último momento hubo un volantazo de la propia posición del ministro hacia un modelo caduco y que en Navarra entendemos que no responde a lo que necesita el sector.

¿Cuál es ese volantazo?

-Volver a la PAC de los derechos históricos. El propio ministro se había opuesto a este modelo durante años. Pero parece que hay algunas comunidades autónomas que pierden mucho con respecto a lo que antes cobraban. Supongo que será por política o las necesidades partidistas de algunos.

¿Se refiere a Andalucía?

-Por ejemplo.

La competencia desleal también afecta a los productos de los agricultores navarros.

-Necesitamos reciprocidad. No puede ser que a nuestros agricultores les exijamos unas condiciones que no tienen por qué cumplir los productos de fuera. Si somos exigentes con el uso de fertilizantes, seamos exigentes aquí y también con el producto de fuera. Es una reivindicación que tiene que atender Europa.

Esa reciprocidad está rota, ¿no?

-Intentamos que exista. Ahora lo hemos visto con el maíz: para compensar los estragos de la guerra, una opción es traerlo de Latinoamérica en condiciones menos exigentes. Eso no lo compartimos. Por eso hablamos de la soberanía alimentaria: tenemos que producir aquí. Y que no nos pase como en pandemia con las mascarillas. Hay que reducir al mínimo la dependencia con países externos.

¿Eso lo puede hacer Navarra con sus condiciones geográficas, su capacidad..?

-Eso es posible. Pero, a ver, Navarra es exportadora, ¿eh? No estamos hablando de volver a la autarquía.

¿El riesgo de que el campo muera es real?

-Sí, sí estamos en riesgo. No sé si de matar al campo, pero sí en riesgo de que desaparezcan los agricultores y ganaderos. Y ese riesgo conlleva un riesgo más grave, que es acabar con nuestros pueblos. El consumidor tiene que ser consciente del poder que tenemos para comprar una leche y no comprar otra, por ejemplo.

Esa responsabilidad hay que pedírsela al consumidor, ¿pero y la gran superficie?

-Necesitamos un pacto de Estado entre producción, industria y gran superficie, bien alineado. Y tenemos que hablar de coste, no de precio. Lo que hay que garantizar es que los precios están asociados a los costes reales.

Estos días lo hemos escuchado: agricultores que trabajan a pérdidas.

-Eso te aboca a morir. Ahora mismo la ley de la cadena alimentaria nos permite hacer inspecciones y garantizar que no se produce venta a pérdidas. Pero hay que llegar a acuerdos con la gran superficie, que tiene una responsabilidad clara si queremos hablar de coste y no de precio.

Hoy, ahora mismo, ¿qué necesita un ganadero, un agricultor, para salir de esta?

-Liquidez. Tener un disponible para hacer frente al aumento de precios, que les ha colocado prácticamente al cierre. Necesitamos que la energía vuelva a un precio razonable.

¿Eso pasa por pedir una bajada de impuestos en los hidrocarburos?

-A partir de mañana se abre un nuevo escenario de reducción de precios de la energía. Desde luego, se tienen que abaratar los costes. Y el sector primario tiene que tener liquidez.

Ucrania y Rusia son exportadores de fertilizantes.

-En esta guerra están comprometidos el cereal, los fertilizantes y el gas. Es la tormenta perfecta contra el sector primario. Necesitamos que se acabe la guerra.

El Consejo Agrario propone utilizar 16.000 hectáreas de terrenos navarros en barbecho para plantar de forma urgente.

-Sí, para cultivar soja o girasol y depender menos de Ucrania. Esto parece que va a ser una realidad. A mí me encantaría tener la capacidad de emitir una orden foral y ponernos ya a cultivar girasol. Pero todo esto es cosa de Europa y la PAC. Hemos pedido ser muy ágiles para no perder la cosecha de ahora, que se hace este mes. Parece que nos dicen que sí.

El Consejo Agrario pide rebajas impositivas y precios mínimos, por ejemplo para la leche.

-Siempre se habla de la fiscalidad, y eso depende del departamento de Economía y Hacienda. En situaciones de conflicto se piden reabajas fiscales para todo. Yo creo que lo que toca es ser ágiles con la tramitación del plan de choque, que calculamos que pueden ser de 3 millones para Navarra.

¿Tiene mucho impacto esta guerra en el campo navarro?

-El Grupo AN nos dice que a día de hoy no tienen problema con el suministro de cereales para alimentar a los animales. Esta campaña está salvada, pero no se puede hablar de cara a la que viene.

¿Siente un poco de impotencia al ver esta cantidad de límites?

-Me pasa a veces con el pacto de Estado con productores, industria y grandes superficies. ¡Es que es clave! Nos encantaría reunirnos en Navarra, pero no depende de nosotros. Lo mismo pasa con los combustibles y los piensos. Es el mundo globalizado.

En las protestas de los hombres y las mujeres del campo se percibe enfado.

-Desesperación, más bien.

¿Percibe que el sector primario navarro está enfadado con su consejería?

-No. De hecho, le diría lo contrario. Hay una comunicación fluida, y el sector es consciente de que las preocupaciones del sector son las de la consejería. Asumimos que las dificultades de la situación e intentamos poner soluciones en aquellos ámbitos en los que podemos tener competencias.

¿Qué margen hay para cambiar la fiscalidad?

-A mí los ganaderos y los agricultores me dicen: ¡reclama una menor fiscalidad!

Reclamar es que usted vaya a la consejera de Hacienda.

-Sí. Yo lo que les digo a los agricultores y ganaderos es que me comprometo a darle traslado a la presidenta y a la consejera de esa reclamación, que se repite una y otra vez. La fiscalidad no es una decisión de esta consejería, es una decisión del Gobierno, del departamento de Economía y Hacienda o de la presidenta.

En esas labores están las inspecciones de cumplimiento de cadena alimentaria, que no se venda a pérdidas.

-Sí. Estamos haciendo inspecciones, y donde vamos abrimos expediente sancionador por precios de venta, falta de contrato en venta de productos...

¿Se queda satisfecha con la aprobación de la Ley de Cambio Climático?

-Hemos trabajado a destajo durante estos años, y ese final con unanimidad ha sido muy satisfactorio. Por esta mesa ha pasado todo el mundo.

¿Hay alguien que se ha quedado descontento con esta ley?

-Seguro. Habrá quien la vea poco exigente y otros creerán que se pasa de exigente. Pero la unanimidad refleja que la la ley es amplia. A quienes les parece que la ley se queda corta les digo que Ecologistas en Acción han dicho que es la ley más ambiciosa y precisa del Estado. Necesitábamos una ley que pasa de las palabras a los hechos.

Esta ley es amplísima: ¿con qué tres aspectos se queda?

-Me quedo con la Agencia Energética, la fiscalidad ambiental y el fondo climático. Han sido los tres puntos que más hemos negociado. Esto nos va a permitir trabajar en la descarbonización de Navarra para 2050. Fíjese qué reto tenemos, que tenemos que sustituir todo lo fósil por energía verde, limpia. Para eso necesitas herramientas y la Agencia será una muy potente.

El mundo lo mueven las energías fósiles.

-El 78% de la energía de Navarra es fósil. La energía es el motor del mundo.

¿La verdadera revolución es plantear esa fecha teniendo en cuenta la realidad de los datos?

-Es tan potente que ha provocado una guerra. Pero Europa tiene clarísimo que hay que conseguir ese objetivo en ese plazo.

Europa puede tenerlo claro, ¿pero hay dinero y medios suficientes?

-Es que tenemos la obligación, porque vivimos una urgencia climática y ya se habla de que el mundo puede subir cuatro grados. Los tiempos de mantenimiento de la especie se acortan. Yo estoy convencida de esto.

¿Con qué medios cuenta ya Navarra para acometer esa transición?

-Esta ley es la hoja de ruta. Supone un cambio de paradigma. La gente tiene que tener presente un dato: el 78% de la electricidad que consume Pamplona se puede producir cubriendo de placas fotovoltaicas los tejados. En eficiencia energética y autoconsumo hay un margen inmenso.

¿Ha habido demasiado impedimento al autoconsumo, no?

-Estaba penalizado con el PP y ahora las vamos a impulsar.

¿Se enfadarán las eléctricas?

-Es clave para la energía y para el bolsillo de los consumidores. Es que fíjese qué panorama tendríamos hoy con otro tipo de modelo energético. Esto tiene un impacto brutal en nuestras vidas.

Y en tiempos en los que se ha hablado tanto de pobreza energética.

-En la ley incidimos en que la transición debe ser justa. Haremos un plan en máximo dos años. Las personas más vulnerables tienen garantizado que no se les interrumpirán los suministros.

Pero aparte de la ley, ¿con qué cuenta Navarra?

-Navarra tiene mucha fuerza en eólica. No solo en parques, sino en desarrollo tecnológico.

El almacenamiento de esa energía es un problema.

-Estamos obligados a darle una solución tecnológica ya. Porque la llave energética del modelo es el almacenamiento. Es la clave de las renovables.

De Pamplona a la Zona Media no hay un monte sin molinos. El medio está destrozado, y aun así no se le saca partido.

-Es que lo más importante es el almacenamiento. Tenemos que hacer de la eólica una fuente permanente de suministro.

Se habla en la ley de más proyectos de eólica: ¿cabe en Navarra un molino de viento más?

-Se van a identificar los suelos utilizables y otros que estarán prohibidos.

Otra posibilidad era poner placas en el Canal de Navarra.

-Es un proyecto público que permitiría generar energía aprovechando una infraestructura que ya ha hecho una cicatriz en el territorio. Es un proyecto muy importante.

La ley promueve el cierre de las centrales térmicas. Hay una en Castejón.

-La de Castejón es de competencia estatal, por eso hemos cuidado mucho la redacción de la ley. En este modelo, una central como la de Castejón tiene que cerrarse.

¿Pero eso se puede hacer hoy?

-El Estado la usa cuando lo necesita. Ahora la tiene a pleno rendimiento, pero ha habido épocas donde solo ha funcionado una torre. Si somos capaces de producir más con renovables, podremos cerrar Castejón.

¿Cree que no va a quedar otro remedio?

-No va a quedar otro remedio porque lo contrario es cargarnos el planeta.

¿Qué le dice la industria? ¿Está de acuerdo con esta política energética?

-Lo ven bien porque la industria está muy preocupada con la factura energética que paga. La propia industria está explorando métodos de economía circular aplicada a la energía y al autoconsumo. Son conscientes de que tienen que ser parte de la solución.

¿Le han puesto pegas?

-Las reuniones que hemos tenido con la CEN han sido muy cordiales. Hicieron alguna alegación, pero totalmente entendibles. Han sido unas reuniones muy gratas.

Por terminar: ¿cómo son las relaciones dentro del Gobierno?

-Es que desde que entramos al Gobierno no hemos parado. De la pandemia a la guerra pasando por las inundaciones históricas. Los funcionarios que llevan aquí treinta años me dicen: esto no ha pasado nunca. Yo le diría que creo que se dan las tensiones lógicas de un Gobierno de coalición en el que las dos formaciones nunca habían gobernado juntas.

¿Cómo se ha resuelto la reforma de la Ley de Convenio no es motivo de tensión?

-Debería entenderse desde la normalidad. Porque de la misma manera que hemos encontrado los suficientes puntos en común como para gobernar juntos, debería entenderse como normal la discrepancia. Es legítimo.

¿El Gobierno trabaja bien?

-El Gobierno trabaja (ríe). Desde la parte que me toca de Geroa Bai, trabajamos con un convencimiento absoluto de la fórmula que le ha permitido dar a este Gobierno continuidad con lo que ya se empezó en 2015.

¿Generan debate los acercamientos entre PSN y Navarra Suma?

-En los consejos de Gobierno que ha tocado posicionarse, nos hemos posicionado. Tampoco entramos a un análisis político como se podría hacer fuera. Pero creo que los retos que tenemos nos obligan a una mirada de responsabilidad.