En su vida se había imaginado que iba a terminar de parlamentaria. Mucho menos que iba a estar once años. Bakartxo Ruiz Jaso (Pamplona, 18 de agosto de 1977) llegó a la primera línea casi de casualidad.

Formó parte de las primeras listas de Bildu tras la legalización de 2011. Había más de 40.000 personas inhabilitadas y sintió “la obligación de responder” cuando se necesitaba gente. Para ella ha sido una década larga “de mucho aprendizaje, también de derribar ideas preconcebidas”, y en la que su partido ha pasado del alambre legal a la consolidación política, con papeles importantes en Navarra y el Estado.

Ahora vuelve a su verdadera vocación, la docencia. Retomará sus clases de euskera en la ikastola San Fermín, donde ya trabajó entre 1999 y 2011, y llevará una vida más tranquila. “Necesito oxigenarme un poco de la política institucional”. 

¿Se siente ya de despedida? 

A nivel de trabajo, no. Me comprometí con el partido y con Laura Aznal a estar hasta el último día. La mirada seguramente es diferente. Te vienen a la cabeza muchas últimas veces: el último debate del estado de la comunidad, los últimos presupuestos... te hace sentir cierta nostalgia.

¿Qué ha aprendido estos 11 años? 

Nunca me había planteado estar en la política institucional, la verdad. Me cambió la vida y la forma de ver muchas cosas. En 2011 era más joven, más inexperta... tenía un punto de ingenuidad... En este tiempo he madurado, he aprendido, he conocido gente y he agrandado la perspectiva. Esto te hace quitarte prejuicios sobre muchas personas, y también te permite comprobar si muchas opiniones de la calle son fundadas o infundadas. En el Parlamento, si no quieres trabajar, no trabajas. Pero en general se trabaja mucho y esto es muy absorbente.

¿Esa sensación por parte de la calle provoca un desenganche de la política? 

A mí es algo que me preocupa, porque genera un caldo de cultivo para los populismos y la extrema derecha. Es cierto: en algunas ocasiones no somos capaces de resolver los problemas de la gente. Ves que los intereses partidarios van por un lado y las preocupaciones reales van por otro, y eso es lo que más acentúa la distancia con la sociedad.

¿Lo ve también en su partido, que se caracteriza por tener una base social históricamente muy movilizada?

Lo digo con toda la humildad, pero también con todo el orgullo: somos un partido diferente.

¿Qué les dicen las bases? 

En EH Bildu siempre ha habido debate interno sobre cuestiones importantes, que se han tratado de forma sana y constructiva y con consultas vinculantes. La abstención del Gobierno de Navarra, por ejemplo, se decidió en una consulta de 2.000 personas. Las críticas son buenas. 

¿Cree que esto sirve para contestar a quienes acusan a la izquierda abertzale de falta de debate interno? 

Nuestra militancia y nuestra base social es muy activa, y en este país no hay ningún partido que tenga nuestra capacidad de movilización. Somos un partido en construcción pero yo estoy muy orgullosa de la militancia.

Llegó en 2011 cuando no se sabía ni si Bildu iba a poder concurrir a las elecciones. 

Yo veía como una anomalía democrática que una sensibilidad política no pudiera presentarse a las elecciones. Hasta ese momento nunca había dado un paso y me sentí en la obligación de responder. Recuerdo aquellos meses de 2011 como tiempos de incertidumbre, complicados. Pero había una ilusión enorme. Lo conseguimos a última hora.

¿Cómo recuerda llegar al Parlamento en 2011? 

Barcina nos dio la bienvenida diciendo que era muy mala noticia que nosotros estuviéramos allá. Un sector que pretendía mantener el status quo veía con muy malos ojos nuestra llegada porque sabían que se les acababa el chollo. Y así ha sido. Estaban comodísimos con una parte de la sociedad sin representación. Y para ese sector sigue siendo una muy mala noticia nuestra existencia.

¿Bildu es hoy un partido más pragmático que lo que ha sido históricamente la izquierda abertzale? 

Tenemos once años de vida y somos una confluencia de diferentes. Me parece complicado comparar trayectorias con partidos que son diferentes, aunque ahora estén en EH Bildu. Nuestro compromiso es con la gente, ni con el Gobierno de ahora ni con el anterior. Queremos ser útiles para resolver los problemas de la ciudadanía. Y a eso nos dedicamos. Nos habían querido hacer ver que siempre iba a prevalecer la teoría del quesito, pero hemos hecho unas mayorías que parecían impensables.

Otegi dice que van despacio porque van lejos. 

Somos independentistas y ese es nuestro proyecto político. Pero eso requiere de paciencia estratégica, como dice Adolfo Araiz. Este proyecto es de largo recorrido. No valen cortoplacismos. Nosotros siempre decimos: cada paso que damos, ¿nos aleja o nos acerca a nuestros objetivos?

Los acuerdos con el Gobierno, ¿alejan o acercan? 

En 2011 nos pusimos como objetivo desmontar el régimen. Cuanto más lejos estén PSN y UPN, menos posibilidades hay de padecer políticas como las que hemos sufrido durante estas últimas décadas. Que el PSN se haya visto en la encrucijada de apoyar a UPN o emprender otro camino y haya elegido la segunda opción nos acerca a una Navarra más justa y más democrática. Y abre una oportunidad que hay que seguir consolidando.

¿Navarra debe explotar más los 30 escaños que tiene la izquierda? 

Esos 30 escaños no son sino el reflejo de la mayoría social que hay en la calle.

¿Pero no han perdido visión de conjunto? 

El Gobierno de Navarra no ha aprovechado al máximo la potencia de una mayoría política de izquierdas. En algunas ocasiones, partidos que forman parte del Gobierno han optado por aprobar determinadas leyes o medidas con la derecha. De alguna manera, eso ha desvirtuado una política claramente de izquierdas.

Lo dice por el PSN y por Geroa Bai. 

Pienso que hay que ser claros. Por muy en precampaña que estemos, que prevalezcan posiciones partidarias por encima del interés general no favorece ni a esos mismos sectores, ni mucho menos a la sociedad.

Hace unos días EH Bildu decía que había que ser más ambiciosos. ¿En qué lo vamos a ver?

Apostamos por consolidar mayorías alternativas a la derecha. También tenemos claro que vamos a estar fuertes, y que el espacio alternativo a la derecha va a salir fortalecido. Ahora bien, yo no me voy a aventurar. Parece que todo el mundo tiene mucha prisa, pero es que no estamos pensando el día después. Repito lo mismo: generemos condiciones para consolidar mayorías alternativas.

¿EH Bildu pedirá entrar en el Gobierno, pedirá la alcaldía de Pamplona?

Vivimos estos debates sin ningún tipo de ansiedad. Con los ayuntamientos lo hemos dicho mil veces. El PSN se equivocó en 2019, y creo que nadie entendería en Navarra que el PSN volviera a tomar las mismas decisiones ahora. Creo que en esta legislatura se han generado determinadas condiciones. Pero las decisiones políticas llegarán a partir de las próximas elecciones y cada uno hará lo que tenga que hacer.

Usted ya no lo vivirá en primera persona. 

Las voy a vivir con la misma intensidad que si fuese la candidata, eso seguro. 

¿Ganas de volver a clase? 

Tengo ganas de oxigenarme de la política institucional, y tengo ganas de recuperar, en la medida de lo posible, una vida normal. Soy profesora por vocación, quería ser irakasle desde pequeña. Es lo que me gusta. Pero también siento cierto vértigo. Me consuelo pensando en que es difícil meterse un piscinazo semejante al que me metí en 2011, cuando llegué al Parlamento de cero. Antes de llegar aquí fui profesora 12 años. Cambiarán los alumnos, los libros de texto y lo que sea. Pero es que me encanta ser profesora.

¿Siente la necesidad de tomar distancia de la política? 

Es difícil mantenerse igual que el primer día. En primera línea necesitas mantener esa tensión de estar siempre al tanto de todo. Pero es imposible que eso dure siempre. Yo soy una persona entusiasta, de sangre caliente, y lo vivo todo de forma intensa. Pasa el tiempo y la política te absorbe tanto que te priva de otras cosas muy importantes en la vida.

¿Cómo ha gestionado la exposición pública? A diferencia de otros parlamentarios, usted es una mujer muy conocida. 

Se me acerca mucha gente en la calle, pero experiencias negativas, en todo este tiempo, he tenido dos. La gente, por lo general, es muy respetuosa y se te acerca o para darte cariño o agradecerte algo. Pero ser conocida te hace renunciar a parte de tu privacidad. Sentirte observado no es una sensación agradable, al menos para mí. A los que le guste la farándula todavía, pero yo soy tímida y me da mucho pudor que me miren.

¿Será una profesora diferente a la que fue durante 12 años? 

Sí, porque soy una persona diferente. Tengo más mano izquierda y me conozco mucho mejor a mí misma. Y sé resolver conflictos mucho mejor. Los alumnos necesitan que los profesores tengan paciencia, pero también las cosas claras